El arte de la guerra

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Bellos recuerdos de Bruce Lee

En "El arte de la guerra", el cineasta chino Wong Kar Wai, el mismo que hace varios años atrás filmó en el barrio de San Telmo "Felices juntos" (Happy together), se apoya en la vida de Ip Man (China, 1893-1972), el maestro de Bruce Lee, para detallar parte de la vida de este experto en kung fu.

El filme parte de 1936, cuando Ip Man tiene algo más de cuarenta años y en momentos en que Japón invade China y el país vive una etapa de transformación.

En medio de ese clima enrarecido por los cambios políticos y sociales, Baosen (Mancheung Wang), un maestro de artes marciales busca a su sucesor y lo encuentra en Ip Man. Pero su hija Gong Er (Ziyi Zhang), entrenada en el estilo Ba Gua y única conocedora de la figura mortal de la llamada "64 manos", no está muy de acuerdo con esta elección y se enfrenta en un encarnizado duelo de artes marciales con Ip Man.

LA COMPETENCIA
Si a Ip Man no hay quien logre vencerlo en el arte del kung fu, lo mismo ocurre con Gong Er y la escena en la que puede verse a ambos, compitiendo es una de las más logradas de la película.

A partir de ese momento, Kwong Kar Wai incluye un tema que es de su absoluto interés, la consolidación del amor que nace a partir del odio, o la dignidad y el honor, o una venganza, finalmente eso es lo que sucede entre Ip Man y Gon Er.

Si bien el filme está promocionado como una biopic sobre Ip Man, va mucho más allá y Wong Kar Wai, consigue un testimonio en el que mezcla el amor y un rotundo homenaje a las películas de artes marciales de las décadas de los "70 y 80. Un detalle a tener en cuenta es que nunca aparece un personaje que represente a Bruce Lee, del que se dijo era discípulo de Ip Man.

SESGO PRECIOSISTA
"El arte de la guerra" es una película preciosista, en cuánto al tratamiento de sus imágenes, su fotografía y el empleo de la iluminación, a la vez que resulta deslumbrante en el tratamiento y los ángulos de cámara que el director le da a cada escena en la que debe mostrar las complejas coreografías de artes marciales.

Con este filme, visualmente admirable, el cineasta nacido en Shanghai en 1958, concreta un rompecabezas que si bien por momentos se vuelve confuso, por todo el material que decidió incluir, entre ellos, hechos políticos, que pueden resultar ajenos al espectador poco informado, lo cierto es que la labor de los actores es impecable. Entre ellos se destacan el siempre eficiente Tony Leung y también Ziyi Zhang.