El arte de la guerra

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

El regreso del maestro.

Esfuerzo, dedicación y continuidad, son las bases del Kung-fu, tres pilares fundamentales de una habilidad que se adquiere con el tiempo y que Wong kar-wai respetó hasta concluir su última producción: The Grandmaster, acá traducida como El Arte de la Guerra.

Mientras rodaba en Argentina Happy together descubrió una revista con la cara Bruce Lee en un puesto de diarios, en ese momento comprendió que por más que haya pasado muchos años de su muerte, seguía siendo una leyenda. Mientras corría el año 1996, WKW comenzó de a poco a interiorizarse en el mundo de las artes marciales, cuanto más se sumergía en la vida del artemarcialista más se aceraba a su maestro: Ip Man.

Muchas películas dedican su argumento a las artes marciales chinas y en los últimos años se filmó la historia de Ip Man con dos secuelas pero lo que WKW estaba creando iba mucho más allá de contar una biopic, él se tomó el tiempo necesario para entrevistar a más de cien maestros del Kung-fu de distintas escuelas para que le enseñaran, no solo la destreza corporal, sino también su filosofía de vida.

A medida que avanzaba la investigación sobre Ip Man, los actores seleccionados para la película tuvieron que someterse a una preparación exhaustiva ya que cada uno de ellos debía interpretar distintas técnicas. Tony Leung (actor fetiche del director) y protagonista de la historia, tomó clases de Wing Chun durante más de cuatro años de manera interrumpida por dos fracturas en un brazo; Ziyi Zhang, con experiencia y habilidad corporal adoptó el estilo Bagua; Zhang Jin las técnicas de la escuela Xingyi; mientras que el actor Chang Chen se nutrió del estilo Baji. Pero los directores artísticos también tuvieron su rol importante en esta super producción. Dos años les llevo investigar sobre el vestuario, accesorios y la creación de escenografías que representaran fielmente a la arquitectura de los años 30. Después de ocho años de esfuerzo y dedicación comenzó el rodaje a finales del 2009 y duró hasta los primeros meses del 2013, incluyendo la posproducción.

El empeño que WKW le da a sus creaciones cobra vida en la gran pantalla. La escena de apertura de The Grandmaster es una mínima muestra de calidad para reconocer lo que será el resto de la película y más si sabemos que tardo un mes para rodar tres minutos.

Mi vida tuvo cuatro estaciones. Todo antes de los 40 seria primavera.
Todas las películas de WKW tratan sobre el amor, incluso Ashes of time cuenta la historia sobre el corazón roto de un artesano de katanas y su amigo, el espadachín. En El Arte de la Guerra ¿Estamos frente a un film simplemente de acción? Claro que no, porque en cada golpe se trasmite el respeto y el deseo interno de amar. Porque también la vida de Ip Man, está acompañada de otros temas, como la invasión japonesa en China y la venganza devenida de una traición.

Algunos de estos subtramas toman por momentos más protagonismo que la vida del gran maestro. Cuando Ma San, el heredero del estilo Bagua, asesina a su mentor, la hija del fundador decide recuperar el honor de la Casa Gong y ser la única portadora de las “64 manos”. Para llegar finalmente al combate, WKW dedica parte del film a narrar la preparación del enfrentamiento, de todas maneras no tiene ningún tipo de desperdicio visual.

A pesar de las variaciones en la historia, el director utiliza imágenes documentales, momentos de declaración del sentimiento más puro confesado en un viejo muro (como se aprecia en In the Mood for Love y 2046), e impresiones en la pantalla con frases tan sublimes como melancólicas. Con estos elementos, una vez más Wong kar-wai forja su sello de autoría y refuerza su mirada nostálgica.