El arte de la guerra

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Entre la belleza y la nostalgia

La historia de este filme comienza en Foshan y concluye en Hong Kong, de donde es el director Kar-Wai, y se desarrolla desde 1936 hasta 1953.
Entre ambas fechas se produjeron acontecimientos trascendentes para China. Por ejemplo, la invasión y ocupación de ese país por Japón (1937-1945); la guerra civil (1945-1949) entre las fuerzas del Partido Comunista conducido por Mao Tse Tung y los nacionalistas de Chang Kai-Shek; y la proclamación de la República Popular el 1 de agosto de 1949.
Con este telón histórico de fondo, Kar-Wai narra la trayectoria de Ip Man y Gong Er, quienes representan dos estilos del kung fu.
Ip Man es un maestro del wing chun y un personaje real, legendario y muy popular en China, entre cuyos méritos figura el haber sido mentor de Bruce Lee.
Gong Er es una joven de veinte años, maestra del estilo ba gua y la única que conoce la figura de las 64 manos, que aprendió de su padre, el gran maestro Bao Sen, quien preside la Orden de las Artes Marciales de China y ha decidido retirarse y dejar un heredero.
Ip Man y Gong Er se conocen en esa instancia. Ella sostiene que el camino hacia la maestría del kung fu registra tres etapas: ser, conocer y hacer, y reconoce que no ha logrado superar la segunda. Sin embargo posee el título de maestra, porque al igual que su padre, nunca perdió una pelea. De él, dice, aprendió el código de honor del kung fu.
Cuando Bao Sen es asesinado por su discípulo Man San, la hija no puede eludir un sentimiento de venganza. Para caracterizar la alevosía de Man San, el director lo convierte en colaborador de los invasores. El antagonismo entre Gong Er y Man San, que también responde a varias otras razones, constituye una de las subhistorias de este filme.
En cambio, la rivalidad de Ip Man con Gong Er, que conforma otra subhistoria, posee otras características, que es necesario reservar al espectador. Además, el director simboliza la ideología de estos personajes en el hecho que ambos concluyen refugiándose en 1950 en Hong Kong.
Se sabe que Kar-Wai es un exquisito cultor de la imagen y en este filme ese virtuosismo alcanza una altura y una belleza inauditas. Hay secuencias de antología, como la pelea inicial bajo una lluvia intensa; el combate junto a un tren que comienza a moverse; o el cortejo fúnebre que se desplaza sobre una planicie helada.
Pero El arte de la guerra también está transitada por una profunda nostalgia por otros tiempos, tanto del kung fu, en trance de convertirse en una variable académica, como del cine de China, que ha iniciado un viaje hacia otras esferas temáticas y estilísticas.
Esa añoranza por un mundo que va sucumbiendo frente a la realidad también estaba presente en Con ánimo de amar (2000), de Kar-Wai. Y en ambos filmes, la función de la puesta en escena consiste en recuperar la pena que provoca la pérdida de ese mundo, con sus valores, tradiciones, legados y códigos de honor.
Además de los recursos formales y las coreografías de las peleas, también se destacan las actuaciones de Tony Leung (Ip Man), quien fue coprotagonista de Con ánimo de amar; y de Ziyi Zhang, una de las figuras de El tigre y el dragón (2000), una fábula sobre el honor y el amor dirigida por Ang Lee. Ambos filmes exhiben muchas similitudes.