El aro

Crítica de Santiago Gonzalez - Negro&White

Hablar de Hideo Nakata es hablar del j-horror (aquellas películas de terror orientales que salieron a finales de los noventa). Nakata le dio vida a este subgénero con su película Ringu (1998), la cual tuvo su remake norteamericana a cargo de Gore Verbinski, así como su otra obra maestra Dark Water (2002), esta vez con Nakata en frente de la producción, al igual que en The ring 2 (2005). El j-horror tuvo sus quince minutos de fama internacional en un espacio de tres años debido a la cantidad de remakes que salían, lo cual termino teniendo un impacto negativo. Este fue uno de los principales motivos de su debacle; La saturación de propuestas, muchas veces similares y el hecho de que la mayoría tenían sus propias y espantosas versiones norteamericanas. Lo cierto es que la transposición de este sub-genero oriental a la cultura occidental funcionó en contadas ocasiones ya que se trataba de algo autóctono.

Por supuesto que no significa que muchas de sus propuestas no hayan seguido dando crédito. Las dos franquicias más famosas, Ringu y Ju-On siguen dando incontables secuelas, spin off y hasta un versus. Como pasa en cualquier saga hay buenas y malas películas. Esta nueva entrega de las aventuras de Sadako es la octava película y lo trae de vuelta a Hideo Nakata como director. Una noticia que es buena y mala a la vez.

Por un lado Nakata vuelve a los temas que trabajo en varias de sus películas. La niñez atormentada, adultos responsables que, mientras investigaban un caso, deben entender a los niños que los rodean. También trata de escaparle al susto fácil para volcarse al drama. Algo que trabajo con muchísimo mejores resultados en la original Ringu y Dark water.

El problema, por supuesto, es que al tratarse de una octava secuela no hay mucho por descubrir. La acción se vuelve insoportable porque el espectador ya sabe de qué se trata todo. A eso hay que sumarle que los personajes protagonistas son poco interesantes y están interpretados por unos actores que, si bien son profesionales, son intercambiables.

Dentro de esta profesionalidad que inunda a Sadako hay algunas secuencias que logran sobresalir, ya sea porque son graciosas, o porque logran generar un poco de tensión y un poco de miedo. Pero aun así se encuentran muy lejos de lo logrado por Nakata en sus mejores trabajos.

Por cada buen momento hay otros que en pos de dar miedo, o de seguir el mandato de recordar que se trata de una de terror lo único que logran es lo contrario. Son escenas que no suman en nada, ni siquiera para la trama y que hace pensar porque Nakata acepto filmarlas.

Sadako no es una gran película, es una más dentro de esta saga de la cual seguramente sigan saliendo secuelas. Tampoco es tan mala como se leen en algunos medios. A lo sumo se trata de una obra sin alma, ni corazón y hecha en piloto automático, pero mucho mejor que otras películas de Ringu