El árbol de peras silvestre

Crítica de Laura Pacheco Mora - CineFreaks

Espejos.

Tres generaciones supuestamente unidas por sus diferencias, más que por sus virtudes, son las encargadas de contarnos una historia que gira en torno a un libro escrito por el más joven, resultando el mismo una excusa para redescubrirse interiormente y cuestionarse cómo es la relación entre ellos.

En Ahlat Agaci (2018) el director y guionista turco Nuri Bilge Ceylan nos propone un relato honesto y simple, en el que un aspirante a maestro y apasionado por la literatura, Sinan (Dogu Demirkol), al regresar a su pueblo natal de Anatolia, se encuentra con una realidad que le disgusta y rechaza. Tiene un fugaz encuentro con una mujer por la que siente algo, pero ella está por casarse. Él siempre ha querido ser escritor, terminó su primer libro y está buscando quien lo patrocine, tarea casi imposible. Debe lidiar con su padre Idris (Murat Cemcir), un maestro que dejó atrás sus mejores años y en el devenir de la vida se ha convertido en un adicto a las apuestas; además tampoco tiene una relación amable con su propio padre, su abuelo Asuman (Bennu Yildirimlar). El nombre del libro en cuestión es el mismo del film, que resultará una excusa para tocar tópicos profundos de la vida de los mismos y con los cuales podremos reflexionar y filosofar al respecto.

¿Qué se puede decir ante semejante obra de arte? Es posible mantener al espectador encantado durante 3 horas, quizás eso lo explique todo… Cabe decir que el director Nuri Bilge Ceylan tiene una forma muy sutil de filmar, la fotografía es realmente admirable, se recomienda ver este film en cine para contemplarlo en su totalidad. Con un guion impecable, impredecible y sorprendente, logra cautivarnos de principio a fin; es de una finura poco usual y con muchísimo respeto al espectador. Sin dudas nos dejará pensando y la idea es hacernos partícipes del relato, estando presente tanto la voz del autor como la nuestra. Muy difícil de lograr y extraño en tiempos de inmediatez total. El director aprovecha todos los recursos de manera extraordinaria: las locaciones, las actuaciones, los planos/contraplanos, los planos detalle, los colores que nos regala la naturaleza y la banda sonora adecuada en el momento oportuno, aprovechando cada silencio y técnicas de dirección; eligiendo desde la estructura dramática, de manera simbólica y con astucia e inteligencia, nos describe la personalidad del protagonista para conocerlo aún más, probablemente en lo que sería una alegoría de su personalidad de observador nato y temperamento provocador.

La alegoría del espejo de una persona en otras pocas veces tan bien lograda, es lo que más me impresionó, en lo personal. Es un film de estilo libre, con un abanico de mensajes, puesto que hace un recorrido por innumerables tópicos que nos conciernen a todos y con meta mensajes varios, que considero, tendrán distinta connotación y llegada según el espectador.