El árbitro

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Pase de pantalla

En momentos en los que el inminente Mundial 2014 invade todos los terrenos comunicacionales, este film italiano aborda propicia y oportunamente su temática. Si bien aborda el fútbol con una visión minimalista, El árbitro impregna con las simbologías típicas de esa pasión deportiva a toda su estructura estética. Hay films que han usado como excusa ese mundo para contar otras cuestiones, pero el director Paolo Zucca propone aquí un verdadero y muy definido canto audiovisual que identificará al ferviente adepto de cualquier rincón del mundo.

Coproducida por Daniel Burman, El árbitro sirvió de apertura del reciente Cinema Made In Italy, contando con la presencia del realizador e intérpretes del film como Jacopo Cullin y Benito Urgu. Ambos, interpretando a un jugador desequilibrante pero desafortunado y un entrenador muy particular –¡no vidente!–, son dos baluartes de la película, que cuenta con un estilo expresivo desbordante. Dentro de una trama que integra los devaneos de un prestigioso árbitro desterrado a dirigir la tercera división, una rivalidad acérrima en esa categoría y el regreso al pueblo de un crack que probó suerte en la Argentina (cuyo inefable look evoca a varios futbolistas locales), el film depara escenas antológicas, algunas dotadas de una poesía premeditadamente fellinesca. Con una extraordinaria fotografía en blanco y negro y detalles que recuerdan mucho al Metegol de Campanella, El árbitro es una experiencia artística jubilosa. Y futbolera.