El aprendiz

Crítica de Gabriel Piquet - Fancinema

BUENAS INTENCIONES QUE NO ALCANZAN

En El aprendiz, la premiada película de Tomás de Leone, la historia tiene como escenario a la ciudad costera de Necochea. Allí, Pablo es un aprendiz de cocina que tiene que lidiar con la salud de su madre, una mujer alcohólica, mientras intenta relacionarse sentimentalmente con una chica. En este contexto, es que actúa para un tipo haciendo trabajos sucios o realizando pequeños robos con su grupo de amigos. El aprendiz se inscribe en el orden del policial argentino, con cierto componente social.

Lo mejor de la película es cómo transmite la idea de una ciudad gris, en donde no pasa nada por fuera de la temporada de verano. Esos espacios fantasmagóricos y esa tristeza infinita están muy bien capturadas por la cámara, que aprovecha perfectamente el clima que ofrece la citada ciudad costera. Sin embargo, y más allá de su interesante ambientación, El aprendiz se pierde en algunas subtramas que no terminan de estar bien definidas, especialmente todo lo que tiene que ver con la adicción de la madre.

Si bien el protagonista (Nahuel Viale) está bien como ese muchacho contenido que guarda rabia y está por explotar en cualquier momento, hay diálogos que no están a la altura y especialmente los personajes secundarios son bastante flojos. Pero donde la película cae aún más es en la construcción del villano Parodi, que representa el estereotipo del matón piola de cierto cine policial argentino y que hace ruido en el contexto de un film que apuesta por lo implosivo. Sin dudas que El aprendiz es una película que tiene buenas intenciones, pero se queda sólo en eso.