El Apocalipsis

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Tanto va el cántaro a la fuente… durante el último período este redactor se cansó de reseñar estrenos referidos a películas de género que “escondían” detrás de su (pobre)producción fuertes mensajes cristianos en forma de descarada bajada de línea.
Cada vez que cae uno de ellos decimos lo mismo, son películas desprolijas, insulsas, que tienen como único fin la moralina religiosa, lo cual afecta severamente el resultado final.
Pero tanto insistieron con el asunto que finalmente lograron una película (para algunos)aceptable. ¿El secreto? Haber hecho recaer en el protagónico a un actor como Nicholas Cage.
El actor de Adios a Las Vegas y El Culto Siniestro vine ¿la última década? cimentando una carrera propicia a films de calidad dudosa, exagerados, lo que comúnmente se llamaría berretas, pero altamente divertidos como para formar una especie de culto alrededor de ellos. Digamos que, lo único que le faltaba a su currículum era hacer un film cristiano, y gracias al pedido de su hermano pastor, ahora puede cantar bingo.
Pasemos rápidamente sobre qué trata El Apocalipsis, al igual que la estrenada hace unos meses El Remanente y una trilogía directo a video que lleva el mismo título que esta película, estamos frente a la llegada del fin del mundo, por lo menos tal cual lo conocemos; en el sentido más bíblico del término.
Nic es Rayford Steele, piloto de avión, casado con Irene (Lea “Sra. McFly” Thompson) con dos hijos. La pareja se maneja en las antípodas, mientras que Irene es lo que el vulgo diría una “chupa sirios”, una fanática religiosa a ultranza, Rayford cansado de que su mujer lo relegue frente a Jesús se dedica a engañarla con una azafata. Los hijos también son polos opuestos, la hija adolescente es atea, el varoncito, un nene medio insulso y santurrón.
De pronto, sin mediar demasiado, un grupo de gente empieza a desvanecerse así como así, desaparecen materialmente dejando sólo la ropa. Es la gente que tiene “permitida” el ingreso al Paraíso, los que queden en la Tierra, deberán afrontar El día final. ¿Y adivinen en la familia quién se queda y quién se va?.
El apocalipsis irá intercalando varias historias de quienes son llevados al Paraíso, pero sobre todo, de los pecadores que deberán pagar sus culpas. Para colmo de males, a Rayford, el apocalipsis lo agarra en pleno vuelo.
Para que quede claro, este film dirigido por Vic Armstrong (cuyo antecedente inmediato es haber sido doble de riesgo) es igual que los otros cristianos estrenados en los últimos meses. La bajada de línea es burda, hay cuestiones muy debatibles sobre quienes se salvan y quienes serán el remanente (aunque seas religioso, sino sos cristiano, fuiste), técnicamente es imposible de analizar con seriedad, y el argumento y ritmo y desarrollo del mismo es de pobre y bajando.
Pero está Nicholas Cage, y eso sólo ya hace que se justifique cualquier punto débil. El actor le pone toda la garra posible a las escenas, él sólo le otorga dinámica al relato y termina por convertirlo, sí, en algo muy gracioso.
El apocalipsis puede ser un film muy divertido, sino se hace el más mínimo intento en tomársela en serio. Se debe entrar a la sala sabiendo que veremos un film del estilo Clase B o Z, deliberado, y estar dispuesto a reírse de cualquier desborde.
El mismo film es consciente de esto y, a diferencia del resto, no intenta ser algo profundo; sabe que muchos de quienes la vean se sentirán atraídos por su protagonista y su carrera actual.
Casi como si estuviésemos viendo La vida de Brian, o cualquier otra sátira de tintes religiosos, El apocalipsis, adrede o no, se convierte en un film entretenido, aunque quizás su función principal, la de convencer adeptos religiosos, nunca llegue a cumplirse ni de lejos.