El amor se hace

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Un filme que va de menor a mayor, sin alcanzar algo superior a la bondad, posiblemente como en realidad es una adaptación de una producción anglo parlante, (el original es australiano), el director y guionistas hayan querido establecer diferencias de costumbre y formas de vida con su antecesora desde el inicio como para sustentar el verosímil, pero falló en la forma y contenido.
En 1998 se estrenaba en muchos lugares del planeta, acá no, “Relajate, es sólo sexo” de P.J. Castellaneta, en tono de comedia, cuyo tema central era eso, sexo simple y llano. Pero a mitad de la narración un acto, una escena, fuera de contexto en principio, quiebra el relato, el estilo, el foco y pasa a construirse como un estudio de los distintos tipo de perversiones, fetichismos y prejuicios en torno a las libertades sexuales.
La realización que nos convoca, cuyo título original es “Kiki”, una de las tantas formas que se puede recurrir sólo para mencionar el acto sexual en la “Madre Patria”, parece apuntar a lo mismo, pero usando el humor como vehículo, de eso se trata en principio, y en la apertura es que se ve lo más burdo del filme.
La presentación de las cinco (por momentos seis) historias de parejas dando cuenta de distintos tipos de fetichismos sexuales. El otorgarle una gnoseología diferente a cada una intenta darle un acervo de profundidad que el texto y el desarrollo del mismo no posee, por lo que se podría suponer cierta licencia literaria. En algunos casos deberían ponerse a trabajar e investigar, dejando de lado tanta licencia.
De esta manera nos presentan diversas fijaciones sobre objetos y situaciones con las que algunos de los personajes necesitan para excitarse sexualmente, el problema son las formas, por momentos cruzando la fina línea del humor, para caer en lo chabacano, pueril, obsceno, de manera innecesaria.
Pero esto ocurre sólo en ese espacio de tiempo, a lo sumo 20 minutos de proyección, luego se transforma, para bien, en otra cosa, a contramano de muchos filmes que comienzan bien y luego se desbarrancan. El film termina por instalarse como una comedia costumbrista, pero que apela a la universalidad de los acontecimientos y relaciones humanas.
El director, también actor, componiendo uno de los personajes, se instala como omnisciente narrador, quien conoce todos los detalles de las historias, de los personajes, y es así que pueda argumentar todas y cada una de las razones de sus acciones, pensamiento y emociones.
Utiliza la cámara y el diseño de montaje con el fin de aunar criterios, de esa forma unir la perspectiva cercana, desde lo particular al plano general.
Obra coral que tiene como motor para su desarrollo el sexo, pero que finalmente es un paneo por las muchas formas de entender el amor, logrando un filme entretenido, alegre, con su necesaria cuota de comedia dramática.
Libre de todo prejuicio, hasta puede entenderse como turbulenta, impertinente, provocadora, políticamente incorrecta por momentos, para ello cuenta con un seleccionado de actores, empezando por el nombrado director, la argentina Ana katz, junto a Belén Cuesta, Candela Peña, entre otros.
Relájese. Deje pasar los primeros minutos. Permita que lo lleven de paseo por las historias que le presentan,. Es divertida, no exija demasiado.
Cinco historias que no tardan en ser presentadas que en el mismo inicio denotan diferencias estructurales, tonales, de construcción de personajes, de instalación de verosímil y semánticas, entre otras diferencias.
En ese acontecer temprano es que se muestra como una comedia paródica de mal gusto, con humor efectista, chato, pero cuando empieza a desarrollar las mismas cambia el tono, los ajustes son certeros, simultáneos y significativamente desparejos para cada historia.
Toda la estructura se centra en distintas formas de fetichismo, llámenlas como quieran, que tienen un mismo origen: la necesidad de algo externo a los personajes y relaciones para lograr la excitación sexual.
El desarrollo va dando cuenta de cada una de ellas, anunciándolas, todas tratadas con demasiada ligereza más que humor, pero sin juzgar a sus personajes y peculiaridades, que le agrega valor, salvo una demasiado lúgubre y perversa, hasta se podría calificar de violencia desde el poder, o más simplemente violación. Pero sería estar hilando demasiado fino y el producto no apunta a eso, sólo utiliza los elementos para lograr una comedia eficiente, entretenida y punto.
El nivel de actuación es parejo, todos creíbles, naturales, lo que determina una buena dirección de actores, posiblemente sobresalga un poco del resto el personaje de Sandra (Alexandra Jimenez), ya que su personaje es el más rico en variaciones, desarrollo y modificaciones
Todas las historias por marco Madrid, en pleno verano, espacio y lugar que juega en favor de un final de conjunto, donde todas las historias se cruzan, cercano a “Realmente amor” (2003), pero bastante más forzado y muy lejos en su calidad general.