El amor se hace

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Hablemos de sexo
Versión de una película australiana, esta simpática comedia española es una remake con valor propio.

Es difícil hacer una comedia sobre sexo sin caer en lugares comunes, adoptar fórmulas preestablecidas, o recurrir, lisa y llanamente, a la chabacanería. Como el dinero, el sexo es una fuerza omnipresente en la vida cotidiana, de la que, sin embargo, no se habla. O se habla poco, mal, con eufemismos, pacatería, vergüenza. En su tercer largometraje, el sevillano Paco León consigue abordar el tema con una simpatía y liviandad regocijantes. Es cierto: quizás habría que adjudicarle estos méritos -sobre todo, la originalidad- a The Little Death ("La pequeña muerte"), película australiana de 2014 en la que está basada El amor se hace. En todo caso –y esta es otra rareza-, León filmó una remake con valor propio.

Nos presentan cinco historias que hablan de la multiplicidad de variantes que ofrece la sexualidad humana. Cuatro de los episodios incluyen parafilias poco conocidas: placer obtenido por ver lágrimas, tocar alguna tela determinada, mantener relaciones con alguien dormido, ser asaltado con violencia, entrar en contacto con determinadas plantas o árboles. También, de refilón, nos muestran algunas alternativas más difundidas, como el sadomasoquismo.

Pero a no asustarse, que esto no es la puesta en escena de las didácticas charlas de Alessandra Rampolla. En mayor o menor medida, todas las historias tienen su gracia, con algunos personajes notables. Los acentos –andaluz, madrileño, catalán, ¿filipino?-, una vez más juegan su papel: probablemente, las mismas líneas dichas en porteño no tendrían el mismo efecto cómico. Esto no se aplica a Ana Katz, la única argentina del elenco, que vuelve a mostrarse como una excelente comediante.

Ella y el propio Paco León protagonizan la historia más divertida e interesante de todas. Que es la que quizás esté más cerca de la realidad de la mayoría de los espectadores: un matrimonio de ocho años, hija pequeña incluida, que intenta revitalizar su erosionada vida sexual y no sabe muy bien cómo. Y esto nos lleva a pensar que podría haberse logrado una buena comedia que abordara problemáticas sexuales usuales, sin necesidad de apelar a parafilias exóticas. Puede ser una idea para El amor se hace 2.