El amor dura tres años

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Frases contra el flechazo

Una road movie de autocompasión al estilo de Woody Allen.

“El amor es una bruma que se evapora con las primeras luces de la realidad”. La frase la dice a cámara Charles Bukowski, el célebre escritor y poeta estadounidense con quien, a modo de prólogo, el realizador Frédéric Beigbeder abre su opera prima. Contundente.

Marc Marronnier (Gaspard Proust), es crítico literario de día y cronista nocturno donde las mieles del exceso lo persiguen. Luego de atravesar por el filo judicial del divorcio (“pueden odiarse el resto de sus vidas”, les dice el juez a la ex pareja), al muchacho no le queda otra opción que hacer su luto a través de las letras. Y tiene una hipótesis: que el amor disminuye con el tiempo y no dura más que tres años. Manos a la obra.

El director Beigbeder, muta al protagonista bajo el seudónimo de Feodor Belvedere, quien será el enigmático autor del best seller (des)amoroso. Pero poco antes que la fama toque a su puerta, los planes del novelista estallarán al conocer a Alice (la sensual Louise Bourgoin), esposa de su primo. Empezarán a frecuentarse, hacer un tour sexual (delicadamente filmado entre escenarios europeos que “no” visitan) y vivir la etapa “rosa” del amor. Que combate. Entre histerias (e historias) varias.

“Los esposos cenan, los amantes almuerzan”, encastra Frédéric a la fuerza en el guión para ilustrar la situación de Marc, quien protagoniza una road movie de autocompasión woodyallenesca y frases hechas para sentirse identificado: “la felicidad no existe”, “el amor es imposible”, etc. O nadar dentro del desencanto: “todo hombre que sigue vivo después de los 30 es un imbécil”, piensa Marc, quien decide suicidarse. Obvio, él falla.

Esta película siempre hace equilibrio al borde del ridículo y la vergüenza ajena, con serias probabilidades de repetirse y coquetear con los clisés de estas comedias románticas: “chica-con-vestido-rojo corriendo-taxi-en-búsqueda-de-su-amado” u “hombre-abandonado-que-ruega-clemencia-bajo-la-lluvia”. El filme, por tramos, peca de cursi, pero sale a flote por sus actores secundarios: el depredador Jean-Georges (el rapero Joey Starr) y el libertino Pierre (Jonathan Lambert), quienes -tarde o temprano- pasarán al otro bando. El de los casados, claro.