El amor de Robert

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Sensible historia de un amor de senectud

Al momento de rodaje de esta película, el veterano Martin Landau ya tenía 80 años. Muchos lo recuerdan por sus trabajos en el drama racial «Noche sin fin», «Tucker, un hombre y su sueño», «El Majestic», «Crímenes y pecados» (uno de los pocos films donde fue protagonista) y «Ed Wood», que le permitió ganar un Oscar como mejor actor de reparto encarnando a Bela Lugosi en su decadencia. Su partenaire en esta ocasión es Ellen Burstyn, que ya había cumplido los 76. Muchos la recordarán como la apetecible y muy buena actriz rubia de «Alicia ya no vive aquí», «El año que viene a la misma hora», o «Harry y Tonto». Los más jóvenes, como la madre de «El exorcista» y de «Requiem por un sueño», dos sucesos para amantes del estremecimiento.

Pues bien, ahora Landau y Burstyn coprotagonizan esto que inicialmente parece ser una nueva historia de amores otoñales en los lindos suburbios de una ciudad con nieve. Para el caso, Omaha, en Nebraska. Hasta puede ser una historia de Navidad, ya que transcurre en esa semana. Pero hay un detalle. La mujer del relato es todavía bonita, agradable, atendible. ¿Por qué habría de interesarse en un viejo que ya parece medio perdido, casi a las puertas del geriátrico, según lo representa Landau? Sin embargo, le pide una cita. De a poco vamos captando otros detalles también extraños, perturbadores, pero todo mostrado con creciente sentido poético, una poesía visual que permite sublimar la angustia, porque a medida que entendemos lo que realmente pasa, la intriga va cediendo espacio al dolor. Hasta que todo queda claro. Éste no es un cuento de Navidad. Es un momento de la realidad, que cada uno debe afrontar.

El trabajo de estos dos veteranos es digno de admiración. Saben imponer sus arrugas, sus miradas tan expresivas, el temblor de sus voces en la pantalla. Y hay algo más, que pocos saben, también digno de admirar. Al momento del rodaje el autor de esta película, su primera película, Nicholas Fackler, tenía apenas 23 años. Un muchacho de expresión todavía adolescente, que quizá todavía vive en casa de los padres, se gana la vida haciendo videoclips que firma como Nick Fackler, vive ahí nomás en Omaha, y debe querer mucho a sus abuelos. Esta película es del 2009, no ha hecho otra todavía, pero vale la pena tenerlo en cuenta.