El ambulante

Crítica de María Eugenia D'Alessio - A Sala Llena

Por amor al arte

Un pueblo, un hombre, una cámara, una historia. El ambulante es el documental que rescata de la ignorancia y revaloriza el trabajo que Daniel Burmeister realiza desde hace años por los pueblos del interior. En su auto, viejísimo y casi deshecho, el hombre lleva a los habitantes de los lugares más recónditos ilusiones y la posibilidad de participar de una actividad a la que, de otra manera, no tendrían acceso: ser parte de una película.
En una historia que empieza con la llegada de Burmeister a través de una ruta polvorienta y termina cuando éste se va, El Ambulante recoge su experiencia en Benjamín Gould, un pueblo situado a más de trescientos kilómetros de la ciudad de Córdoba. El hombre, aficionado del cine artesanal, tiene historias escritas por él mismo que lleva adelante en un trabajo de alrededor de un mes, a cambio de casa y comida. Con mucha sencillez, este es un film adentro de otro; es el trabajo de Daniel hecho película.
Para concretar el proyecto participan todos los habitantes del lugar, desde niños hasta los más ancianos. La oportunidad que estos films brindan a los pobladores va mucho más allá de ser actores por unos días; como ellos mismos cuentan al final de la historia, los preparativos y la filmación en sí les permiten interactuar y conocerse más entre ellos, despierta el sentido de la comunidad, provoca encuentros y los enriquece como personas. En lugares en donde el cine no existe, el hecho de vivir en carne propia un rodaje permite a los pobladores tomar contacto con esta actividad, ser parte de él y del proceso que conlleva. Así, los mismos actores son maquilladores, sonidistas, camarógrafos.
Con un relato muy simple pero a la vez profundo que provoca cercanía, De la Serna, Marcheggiano y Yurcovich construyen un emotivo retrato del interior argentino, poniendo de relieve la simpleza, naturalidad y calidez de lugares que, de otro modo, pasan