Amante doble

Crítica de Manuel Esteban Gaitán - Conexión Cultural

El amante doble es la nueva película del singular cineasta francés Francois Ozon, recordado por la realización de películas como Bajo la arena, La piscina (ambas con la actuación de Charlotte Rampling), 8 mujeres, En la casa, y la más reciente Frantz. Basándose en la novela Vidas gemelas de la escritora Joyce Carol Oates, Ozon contó con la colaboración de Philippe Piazzo para la adaptación del guión, con quien trabajó justamente en la citada Frantz.

El amante doble comienza con la historia de Chloe (Marine Vacth), una joven de 25 años que siente fuertes dolores en el vientre. Tras la realización de los estudios pertinentes, le recomiendan que inicie terapia, que quizás mediante la misma encuentre el foco de su problema, y quizás pueda ayudarla a poder solventar su tan extraña situación, y poder seguir adelante. Será en ese momento en que conocerá a Paul Meyer (Jeremie Renier), su terapeuta. Tras varias sesiones, en donde Chloe expone parte de sus problemáticas, sensaciones y temores, se terminan sintiendo atraídos el uno al otro, y posteriormente se van a vivir juntos, dando por cerrado el ciclo de la terapia. Una vez instalados, comienzan los problemas, o mejor dicho, se reanudan. Tras descubrir un secreto de su nueva pareja, en torno a su apellido original, la joven empieza a sospechar, y termina topándose con un hermano de Paul, del cual este jamás le había hablado. La curiosidad, y las ansias de llegar al origen de todo este misterio, representará un sinfín de situaciones traumáticas, y un viaje interno que en todo momento jugará con la estabilidad emocional de Chloe, quien continúa en constante conflicto con los fantasmas del pasado, mientras afronta como puede la realidad en que le toca vivir.

La nueva película de Francois Ozon demuestra un poco la capacidad del cineasta francés de oscilar entre géneros, iniciando su nueva propuesta como una cinta de índole dramático, con destellos de género romántico, para luego ir desviando el foco en una historia de suspenso, con fuertes toques psicológicos y hasta de tinte erótico. Esta marcada convergencia, nos traerá a la mente el clásico de David Cronenberg Dead Ringers, con cierta cruza del cine de Alfred Hitchcock, El Inquilino de Roman Polanski y elementos sueltos de otras películas de género. Todo esto no significa que Ozon no sea original, si bien termina siendo una historia con componentes en algún sentido bastante reiterados en los últimos años (lo cual es uno de los puntos débiles), el realizador francés logra dotarla de cierta originalidad, intentando esquivar determinados lugares en la historia, tratando de darle un destello personal, y jugando con una serie de enfoques y tomas sumamente sugerentes, reflejo de un trabajo enorme de montaje y fotografía. Quizás haya que hacer alguna aclaración en lo referido a la importancia de la interpretación de los sueños, ya que representan una parte considerable en la conformación del significado de la historia, del problema a resolver de Chloe, quien por momentos se ve presa de ellos y sus simbolismos. La interpretación de la joven Marine Vacth es destacada, al igual que la actuación de Jeremie Renier, un actor que suele cumplir con creces sus roles, conocido por ser el actor fetiche de los hermanos Dardenne. Probablemente la mayor crítica que se le puede hacer el film, es cierto exceso y abuso en algunos puntos, donde a Ozon un poco se le va la mano, ya que algunos elementos presentes no eran del todo necesarios, más teniendo en cuenta que el objetivo de brindarle cierto trasfondo lúgubre, siniestro, y retorcido a la historia está claramente logrado.