El almanaque

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

El film de José Pedro Charlo es la resultante de una tarea clandestina que desarrolló Jorge Tiscornia en el penal Libertad (Montevideo, Uruguay) , como un modo de resistencia a más de 12 años de prisión.

José Pedro Charlo director y guionista del film, preso durante 8 años,reconoce en off, que dicha actividad generó el deseo de hacer este trabajo, y que la misma estuvo y está relacionada con los diversos modos de tratar y preservar la memoria.

El almanaque es un objeto vivo, que va mutando todo el tiempo que la memoria lo evoca. Un modo de representar la realidad, que no sólo se reduce al mundo de la cárcel. Una creación conceptual a medio camino entre la escritura y la plástica, que deviene en un plano topológico, cronológicamente lineal. Y que esconde no sólo la historia personal de éste su artista, sino de todo ese mundo que nos habla de la violencia implícita en ese emblemático exponente de la dictadura militar uruguaya, que fue el penal Libertad, cuya celda, de quien hoy nos narra esta historia es ahora una cocina semiderruida.

Tiscornia nos habla también de una predisposición genética heredada de sus padres: una madre que llevaba una especie de diario de su hogar, y un padre que fue incorporando en un bibliorato todas las cartas que envió su hijo desde la prisión.

Pero este minucioso archivo clandestino oculto en la suela de unos suecos celestes, que resonaron por toda la prisión durante 4646 días como una manera de resistir a lo que acontecía, como una forma de superar la rutina y mantener vivos los recuerdos es ante todo, la memoria de un hombre.

En el 2003 Tiscornia decide dar a a conocer su historia, y desde el 2007 al 2009 digitaliza todo el material, incluidos otros archivos inéditos, filmaciones y fotografías, los cuales sirvieron de base para la construcción de un documental que no tiene otro objetivo, que el de dar a conocer la historia de una experiencia carcelaria y su preservación, la cual seguramente sería cada día más borrosa, ya que los seres humanos tendemos con el tiempo a olvidar aquellas cosas que nos causan dolor. El trabajo de Tiscornia y el de José Pedro Charlo van más allá de lo particular para pasar a ser el testimonio de una época, en que una generación en toda Latinoamérica creía en que era posible vencer las utopías.