El agente de C.I.P.O.L.

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

Entre tanto superhéroe y zombies por doquier, el 2015 se caracterizará también por ser el año del espionaje. Comenzando en febrero con Kingsman: the Secret Service y finalizando en noviembre con Spectre, en el camino también pasaron la fantástica Mission: Impossible - Rogue Nation y la aventura que nos compete, The Man from U.N.C.L.E, adaptación de la serie televisiva de los años '60 que llega de la mano de Guy Ritchie.

Es difícil crear empatía por un show que se emitió hace cincuenta años, así que el propósito al que apuntan Ritchie y su co-guionista Lionel Wigram es crear de cero a estos personajes, con posibilidad de darles una franquicia propia. Y por un momento, sin conocer absolutamente nada de la trama general de la serie, U.N.C.L.E se termina convirtiendo en una grata sorpresa. Embebida completamente en la sugerente ambientación de los años post-Segunda Guerra Mundial, la trama sigue al reacio ladrón convertido a la fuerza en agente de la CIA Napoleon Solo, quien debe unir fuerzas con el imparable agente de la KGB Illya Kuryakin para impedir que unos malos malosos se hagan con un arsenal nuclear propio. Esa es, lisa y llanamente, la historia que maneja U.N.C.L.E.

Ya que su gran fuerte no es una narrativa sólida -el guión parece salido directamente de la década de los '60, sin actualizaciones ni aggiornamientos a las nuevas generaciones-, U.N.C.L.E se destaca por sus diseño de producción, su vestuario y su abrazo potente a los clichés de siempre en el ámbito de la carrera de espías. Es refrescante entonces que la simple trama se apoye en un descomunal despliegue de producción, que vibra en cada pieza de vestuario y en cada escenario elegido para ser populado por los protagonistas, pero una cosa es tener una narrativa en la que proliferan los giros imprevistos -como se vio el mes pasado en Rogue Nation- y otra cosa es que la historia sea tan formulaica que no haya tantas sorpresas para que el espectador devele. No es nada malo apelar a giros comunes, pero entre tanto regodeo con la era sesentosa y con un producto tan prolijo, duele un poco que en definitiva el resultado sea un vistoso y sabroso caramelo que una vez degustado y digerido sea olvidado.

En una época en donde el tercer acto de una película de acción es sumamente explosivo y debe sentar precedentes para otras compañeras de género, U.N.C.L.E recurre a persecuciones y momentos de acción bastante convencionales. Es su estilo y así elige perpetuarlo, pero parece que le faltó un golpe más de horno para diferenciarse de otras películas parecidas, sobre todo porque estilo tiene de sobra. Por otro lado, Henry Cavill y Armie Hammer se la pasan de diez en personajes arquetípicos con muy buenos diálogos y mucha química fraternal. Ambos son moles que apenas entran en sus ajustados trajes de diseño, y hasta Ritchie & Wigram se saldan con un par de salidas homoeróticas, pero se nota que el dúo se divirtió mucho alejándose un poco de los papeles que siempre hacen y les permite ironizarse un poco. El combo se completa con dos féminas de temer en la piel de la maravillosa Alicia Vikander como la damisela en peligro, que llama la atención desde el momento cero de la película y magnetiza la atención del público con su actuación, y luego tenemos a la villana Victoria Vinciguerra de Elizabeth Debicki, quien sigue abriéndose camino en films de época -la habrán visto en The Great Gatbsy de Baz Luhrmann-. Debicki se come cada escena en la que aparece, con una soltura y un aire aristocrático fabuloso que un poco más y pide a gritos un spin-off para ella sola. El cuarteto es bastante sólido para cargarse a los hombros la historia, llevándola a buen puerto.

The Man from U.N.C.L.E no es una excelente pieza de acción y de espías, pero sobresale por su alto grado de estilización y por sus personajes, por los cuales el elenco entrega todo de sí. Quizás con un par de actualizaciones el resultado hubiese sido diferente, pero es otro genial paso en la carrera de Guy Ritchie, mucho menos estrambótico que su adaptación de Sherlock Holmes. Entretiene y cumple, que es suficiente.