El acoso

Crítica de María Bertoni - Espectadores

Mujer trabajadora se llama en hebreo y en inglés la película que se exhibe como El acoso en cuatro salas porteñas. Al parecer, la distribuidora local consideró pertinente adelantar un dato clave de esta ficción que, efectivamente, gira en torno a una empleada violentada por su jefe.

La israelí Michal Aviad dirigió el guion que redactó con dos congéneres, Michal Vinik y Sharon Azulay Eyal. El largometraje describe con verosimilitud las distintas instancias de la experiencia traumática que padece la joven Orna: entusiasmo ante la oportunidad profesional que le ofrece Benny; dificultades a la hora de reconocer los indicios de inconducta del empresario inmobiliario sesentón; consecuente prolongación de una situación cada vez más peligrosa; reconstrucción de la autoestima con miras a una eventual desvinculación del agresor y a la reparación del daño sufrido.

Esta crónica de un acoso presenta dos grandes virtudes. La primera: muestra los elementos psicológicos, económicos, sociales que preparan el terreno para la concreción del o los abusos. La segunda: señala la soledad de la víctima en un entorno que, por distintos motivos, no puede reconocerla como tal.

Además de convertirse en presa de su empleador, la protagonista sufre el maltrato de su esposo. En este punto, El acoso avanza un casillero respecto de otros films que abordaron el mismo tema, Tierra fría por ejemplo.

La composición de Orna constituye otro punto a favor. El año pasado la Academia de Cine Israelí le otorgó a Liron Ben-Shlush el premio a la mejor actriz, acaso por una interpretación capaz de expresar el padecimiento de una mujer forzada en el marco de un trabajo profundamente deseado.

Algunos espectadores encontramos naïf, o al menos discutible el final. En cambio quedarán conformes quienes entienden que depende exclusivamente de la víctima la superación del trauma derivado del acoso sexual.