El abogado del crimen

Crítica de Facundo J. Ramos - Toma 5

"La Elegancia del delito"

Si hay algo que no podemos negar del nuevo trabajo de Ridley Scott es que se trata de un film polémico, que busca dividir aguas y ofrecer un punto de vista sobre el mundo criminal y las organizaciones ilegales que el cine comercial no se anima a mostrar frecuentemente.

Generalmente cuando se habla de narcotraficantes y criminales dentro del cine estadounidense se cae dentro del cliché de que “los malos son los de afuera” (casi siempre mexicanos u latinos) y los buenos, los únicos que luchan contra el consumo de drogas y estupefacientes, son los nacidos en aquel país del Norte.

Por si fuera poco, a todo ese combo, se le agrega una dosis de cinismo que termina por retratar a estos criminales como gente de bajo recursos, organizada en asentamientos en medio del desierto y que subsisten gracias al apoyo y complicidad que reciben por parte de corruptos gobiernos estatales.

Ridley Scott (director inteligente, maduro y con suficiente huevos) y el escritor Comac McCarthy (autor de “No Country for Old Men” y “The Road”) decidieron romper con esa línea fantástica, cargada de estereotipos y prejuicios, para ofrecer una visión mucho más realista y acertada de cómo se mueven en la actualidad aquellos sujetos que forman de uno de los negocios ilegales más rentables del mundo, después de la venta de armas y el tráfico de mujeres.

Por ese motivo “El Abogado del Crimen” (titulo explicito si los hay) retrata el destino de un abogado (Michael Fassbender), del cual nunca sabemos su nombre, que en vistas a formar una familia y establecerse bien económicamente junto a su esposa Laura (Penelopé Cruz) decide invertir una cantidad de dinero importante en una operación de narcotráfico, donde también está involucrado un amigo suyo, Reiner (Javier Bardem) y su excéntrica novia Malkina (Cameron Díaz).

Cuando las cosas salen mal, fuera del rumbo planeado por un intrigante personaje llamado Westray (Brad Pitt), todos los protagonistas de esta historia conocerán la verdadera cara del mundo al cual quisieron ingresar, sin siquiera conocer sus reglas.

El punto más alto de la nueva película del director de “Prometheus”, “Black Hawk Down” y “Blade Runner” es precisamente ese: Mostrarnos lo fácil que puede resultar hoy en día ingresar a estos negocios turbios y como la gente ambiciosa pretende ejercer también su dominio en un verdadero territorio hostil y violento, donde la única ley que rige es la de la selva.

Los paralelismos que podrían trazarse entre la realidad (sobre todo con hechos que sucedieron en el plano local) y la trama que propone “The Counselor” son numerosos, por lo que repito nuevamente, ahí está la clave y el gran merito de esta película que sin embargos presenta falencias en otros aspectos.

El numeroso y prestigioso elenco parece estar solo para el poster, a excepción de Michael Fassbender y Cameron Díaz, que son los únicos actores que a través de sus personajes rompen de forma certera estereotipos y logran traspasar la pantalla.

Lo de Díaz sobre todo, si bien no es para alquilar balcones, es un gran trabajo parte de esta actriz, acostumbrada a otra clase de producciones y protagónicos.

Cruz, Bardem y Pitt, en cambio, son meros accesorios del que Scott dispone para aportar cuotas innecesarias de drama, humor (Reiner parece un personaje sacado de otra película), diálogos y secuencias previsibles que no convencen ni aportan demasiado.

Ni hablar de las pequeñas e intrascendentes apariciones de Bruno Ganz y Rubén Blades, que son para el aplauso y el comentario infortunito y molesto de la dama mayor dentro de la sala.

Claro está que esto se debe a que, durante algunos momentos, el guión de McCarty pierde los estribos que le aseguran mantener el buen ritmo intenso, digno de un acertado thriller, por lo que la salida fácil a dicho problema parece que fue llenar esta producción de caras conocidas.

Técnicamente, como toda película de Scott, estamos frente un notable trabajo de fotografía de Dariusz Wolski (“Prometeo”) y una musicalización soberbia del casi debutante Daniel Pemberton, quien viene de muchos años de trabajar solo en la televisión.

En definitiva, lo que me interesa destacar de “El Abogado del Crimen” es su gran acierto al mostrarnos personajes mucho más realistas y cercanos a la realidad, haciendo lo suyo en el mundo del narcotráfico, dándose cuenta no solo de lo violento que vuelven a la sociedad donde viven (la escena de la marcha en México, claro ejemplo) sino también del riesgo al que arrojan a todos sus seres queridos.

Cometer errores en un mundo desconocido e intentar solucionarlos en la realidad, solo puede terminar de una forma. El gran Ridley Scott tomó la posta y se encargó de reflejar esa cruzada.

Y no es la que todos quieren ver, ni la que están dispuestos a entender.