El 5 de Talleres

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Afectiva y con preciso sentido de observación.

Algunos futbolistas hacen historia, juegan en los grandes estadios, reciben ovaciones, se casan con una buena mujer y se retiran con un partido de homenaje, buenos dinerillos invertidos en diversos negocios, y el reconocimiento diario de la gente. Otros viven lo mismo pero se casan con una botinera. Y otros hacen lo que pueden, patean las canchas de pasto pelado de Primera C, reciben unos alientos de tono amenazante, se casan con la única que los aguanta (y hasta por ahí nomás) y se retiran sin mayor emoción ni ahorros ni perro que los conozca.

El Patón Bonassiolle, terco y gruñón, está en un punto medio. Malo, o con mala suerte, pero bien casado. Su mujer lo banca y lo ubica. El llegó hasta ahí, sabe que un día el club le agradecerá los servicios prestados y la hinchada agradecerá que no juegue más. Puede ayudar un poco al DT, o trabajar en un delivery u otra cosa donde no se esté peleando con los rivales. Pero primero, si es posible, quiere culminar debidamente su carrera.

Esa es la historia, ambientada en Remedios de Escalada, que Adrián Biniez cuenta con cariño y gran conocimiento: él es de ahí, de Escalada. La vida lo llevó a Montevideo, y a Berlín, donde ganó en 2009 con "Gigante", pintura uruguayo-argentina de un gordo grandote de Seguridad enamorado de una flaca de Limpieza del mismo local. Enternecido por la flaca. Medio zonzos los dos, y medio callados. "El 5 de Talleres", argentino-uruguaya, tiene algunos puntos en común con esa historia. Pero la pareja no es zonza ni callada. Y el conurbano de las canchas tiene sus pinceladas nerviosas, aunque no aparezcan barrabravas.

Esteban Lamothe y Julieta Zylberberg componen una pareja enteramente creíble en la ficción, no porque lo sean en la vida real, sino porque la obra entera tiene un sentido preciso de la observación, que se advierte en cada detalle, salvo uno, pero es perdonable: el protagonista no parece tener piernas de futbolista, y se nota que aprendió a jugar recién para hacer la película. Nadie es perfecto.