Efectos colaterales

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Una denuncia que no pasa del ingenio

El supuesto último trabajo del director Steven Soderbergh, que acaba de anunciar su retiro de la industria del
cine, se centra en una historia que investiga los intereses ocultos de los laboratorios y los manejos de los médicos.

Steven Soderbergh no para de filmar, y aunque haya anunciado su retiro, éste aun no se siente en los cines. Y hay que sumarle a eso que los caprichos de la cartelera local han permitido que en menos de un mes se estrenaran dos de sus películas. Magic Mike apareció en la cartelera y tres semanas más tarde llega Efectos colaterales.
En un comienzo, esta nueva película parece estar en un tono más serio y profundo. Con el antecedente de Traffic –título que le valió a Soderbergh el Oscar a mejor dirección– se podría pensar que esta película tiene como objetivo la denuncia. Y algo de denuncia tiene, hay que reconocerlo.
La historia que cuenta es la de una pareja que intenta reconstruirse luego de que él (Channing Tatum) sale de la cárcel, encerrado por tráfico de influencias. Pero la felicidad del reencuentro tiene su lado oscuro y ella (Rooney Mara) da señales de depresión. Un intento de suicidio la llevará a un psiquiatra (Jude Law) que conoce en la guardia, y allí se abre una interesante puerta para denunciar el manejo irresponsable de la medicación. Los intereses de los laboratorios, los arreglos con los médicos, y la irresponsabilidad de medicar sin medir las consecuencias parecen ser el centro de la trama. Y lo son, claro, hasta cierto punto.
Hasta ese punto, la película es atrapante y expone dilemas éticos que hacen que la historia atrape más allá del suspenso. Al parecer, Soderbergh se conforma con esa piedra lanzada al comienzo y no lo lleva más allá. Creerá, tal vez, que alcanza con eso. Y alcanzaría, si la película no empezara a dar vueltas, cada una menos interesante que la anterior.
Por suerte la caída de la película se produce en el último tercio y no arruina todo lo logrado, simplemente lo diluye. La actuación de Jude Law es lo que ayuda a sostener hasta el final Efectos colaterales. Su trabajo –muy superior al del resto del elenco– le otorga seriedad a un guión que la va perdiendo.
Es una pena, porque aun en su condición de denuncia la película funcionaba como entretenimiento. Pero deja la denuncia y la sutileza de lado para lanzarse al efecto y el efímero golpe que sorprenda al espectador. Cambia inteligencia por ingenio y sale perdiendo, aun cuando no llegue a derrumbarse del todo.
Al final, entonces, Efectos colaterales resulta divertida pero intrascendente.