Efectos colaterales

Crítica de Pablo Raimondi - SI (Clarín.com)

80

Antídotos del abismo

¿Será cierto que Steven Soderbergh tendrá una despedida definitiva en la dirección cinematográfica luego de Efectos colaterales y se embarcará 100% al mundo del teatro y la televisión? Quien sabe sobre este laureado director estadounidense, que alzó su Oscar de la Academia al mejor director por Traffic (2000).

El thriller que acaba de lanzar sería una despedida con gloria, a la altura de sus mejores películas como la debutante Sexo, mentiras y video (1989) o Erin Brockovich (2000). En esta ocasión, Soderbergh craneó un filme que gira en torno al uso de antidepresivos y sus temibles consecuencias. Los trastornos mentales, la bipolaridad imanta, como el gran papel de Rooney Mara (La chica del dragón tatuado), en el papel de Emily Taylor, quien puede recordar por momentos a aquella inolvidable interpretación del por entonces debutante Edward Norton en La verdad desnuda (1996) con Richard Gere.

Pero volviendo a nuestra protagonista, Emily es una joven a la que la vida le sonríe, ama a su pareja Martin (Channing Tatum), tiene salud (por el momento), dinero (también esporádico) pero en un segundo todo se desmorona a sus pies cuando las oscuras actividades de su chico son descubiertas: manipulación ilegal de dinero de una financiera. A la cárcel. Golpe al mentón.

Hasta ese momento, el guión de Efectos colaterales hace presión sobre la apesadumbrada Emily quien está al borde del abismo y ve el suicidio como la solución definitiva. Pero fracasa. Debido a su inestable comportamiento (y ante la desesperación por no ser hospitalizada), ella accede a seguir un régimen de terapia… y antidepresivos, el eje del conflicto del filme. Bajo su cuidado está el psiquiatra Jonathan Banks (Jude Law) quien le prescribe una nueva pastilla de la discordia: un medicamento cuyos efectos secundarios son puestos en tela de juicio.

De allí en más, Soderbergh se mete cinematográficamente tanto en la mente del profesional como en el accionar de la joven Taylor. Es audaz. Por un lado, el psiquiatra quedará atrapado bajo la inquisidora mirada de los medios y la sociedad. Lo verán como el culpable. En otro costado, como si la vida que los unió los enfrentase, Emily matará. Y nadie, incluida ella, parece conocer los motivos. Todo es confusión, una constante en la segunda parte del filme.

Efectos colaterales también se sumerge –superficialmente- en el teje y maneje de una de las industrias más rentables del planeta: la farmacéutica con los consabidos arreglos entre empresarios para adquirir tal o cual medicamento. Una red de traiciones (varias veces un poco complicada de seguir) sumará a la trama a una terapeuta rival de Banks (encarnada por la siempre seductora Catherine Zeta-Jones) que atendía a Emily años atrás. En una entrevista Jude Law, quien jamás había trabajado ni conocía a CZJ, Chaning o Rooney dice que con esta película se respetará la profesión del psiquiatra. “Vi el modo delicado en que trataban a pacientes con un asombroso grado de disconformidad y dolor”. ¿El fin de Soderbergh?