Eden

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Creo que estamos bailando

"Cumbia de merde”, rezonga Paul, cuando ya su carrera de DJ no da visos de profesionalizarse, cuando cada nueva novia no es más que un registro residual de la anterior. Estamos en 2003 y las fiestas traen aires latinos, se impuso el electro sobre el garage, esa mezcla de house y música disco. El mundo ya no es el mismo para Paul (Félix de Givry), que en 1992 empezó a pasar música en las fiestas junto a otro amigo, mientras emergía Daft Punk y París ponía el pecho con su propia versión del garage neoyorquino. Edén (el título es una cita a Paradise Garage, la disco de Nueva York donde se cocinó el género) es un homenaje a aquellos años de desenfreno, de oportunidades perdidas y amigos ausentes, con la música de DP como telón de fondo. Pero es, sobre todo, un alegato sobre la pasión musical, ese virus que, una vez inoculado, atenta completamente la expectativa de lo cotidiano. Mientras es una pena que el film demore en hacer oír su voz, con divagues forzados sobre el alegre devenir de Paul, las escenas nocturnas están impecablemente filmadas y transmiten bastante del clima nocturno en los noventa.