Eden Lake

Crítica de M - Demasiado Cine!

Mucho más que una de terror

No es ninguna novedad que hoy en día la juventud viene bastante heavy. Sobre todo en nuestro país, es algo que se vive cotidianamente. Todos los días hay noticias de un nuevo asesinato perpetrado por un niñato de 12 años que quería robarse las zapatillas de otro o porque pertenecían a “banditas” rivales que merecían ser ajusticiadas. Es una realidad social que vemos muy a menudo. El ámbito en que se crían, su contexto, la poca educación, los bajos recursos, la proximidad de las drogas, la nula guía de sus padres; montones de factores se suman para dar a luz a casi una generación entera de niños y adolescentes que desconocen los principios básicos de respeto, decencia y humanidad. No es su culpa, es lo que el mundo hace de ellos. Es algo bastante aterrador, y es lo que James Watkins toma de base para esta película

En este exponente del “suspenso terrorífico” (me tomé la libertad de inventar el género. Si ya existe, me avisan) no tenemos monstruos del averno, zombies come cerebros o muertos vivientes que regresan desde el más allá para cobrar venganza con quienes los mataron en el más acá. Tiene su cuota de terror, pero presenta más elementos de suspenso que monstruosos, aunque también encontramos mucho gore y más de un susto, pero todo condimentado con una adrenalina constante e imparable. Sea como fuere, Eden Lake es escalofriante por la contundente realidad que presenta. Watkins se encarga de dar vida a esta premisa de la juventud descarriada llevada hasta su total extremo, pero que incluso así de extremista que se presenta, no deja de ser posible de suceder en la realidad.

Un juego de chicos

El amigo Steve (Michael Fassbender, “Bastardos sin gloria”) pensó que la tenía toda perfectamente calculada. Llevaba a su novia Jenny (Kelly Reilly, “Orgullo y Prejuicio”) a un lugar paradisíaco que casi nadie conoce, pasaban un buen finde acampando a las orillas del lago (ahorrándose unos manguitos del hotel, obvio) y de paso le proponía casamiento. Un capo. Lástima que en el medio aparecieron Brett y sus amigos, un grupete de facinerosos que lo único que buscan es hacer bullicio… hasta las últimas consecuencias.

Hasta acá la película no presenta nada nuevo. De hecho hasta me hace acordar bastante a “Los Extraños”, la película con Live Tyler (bastante floja) del 2008. Pero apenas arranca la historia ya empezamos a encontrar las diferencias. La anterior hace agua porque los “malos” tienen cualidades sobrehumanas. Aparecen y desaparecen de manera imposible, son imparables, calculan todo a la perfección. En Eden Lake las cosas no son tan claras. Los personajes se encuentran desarrollados de una manera como no suele verse en este tipo de películas. En seguida nos interiorizamos sobre la vida de la pareja protagonista, el pueblo al que fueron a vacacionar y el contexto en que se encuentran estos niños desquiciados. Todo tiene justificación. No lo aprobamos, pero entendemos por qué las cosas suceden de la manera en que ocurren. Y eso, créanme, da bastante miedo.
Juventud descarriada...

Juventud descarriada...

Desde su comienzo el film te tensiona hasta el último pelo. Ya al mostrarnos lo frágil, delicada e inocente que es Jenny (su trabajo es de maestra de jardín, imagínense) sabemos lo heavy que va a ser todo lo que le va a pasar (porque ya sabemos que su fin de semana de relax no va a resultar muy bien). Michael Fassbender incluso, que en Bastardos sin Gloria (filmada después de esta) se ve tan grosso y seguro de lo que hace, acá presenta a Steve como un tipo súper normal y hasta delicado. Todo esto provoca una empatía con los personajes que las películas de terror muchas veces no se molestan en crear. Entonces no querés que les pase nada, y cada situación complicada en la que se encuentran genera verdadera angustia.

Pero no son solo los protagonistas los que tienen un background importante. Como decía antes, los niñatos (sobre todo Brett, el más maloso) también nos muestran una realidad complicada, con padres golpeadores, poca contención y pésima educación. No son niños malditos. Son pibes “normales” (por decirlo de alguna manera) que verdaderamente no tienen idea de lo que hacen, no son conscientes de las consecuencias que eso acarrea, y se genera así un clima de incertidumbre sobre cuál será el próximo paso o como van a reaccionar ante determinada situación, que genera mayor tensión todavía.

Decisiones difíciles

Es muy difícil no colocarse uno mismo en las situaciones que viven tanto los dos protagonistas como los niños. ¿Qué haría uno en su lugar? Si estás con tu novia en la playa y el perro de unos pibes la está molestando, ¿Les vas a decir que se dejen de joder? ¿Y si son como 6 y ya viste como cagaban a trompadas a otro pibe? ¿Lo pensás dos veces? ¿Te mandás igual? ¿Te comés los mocos? Todo esto lo podemos ver pasar por la cabeza de Steve a todo momento, algo así como una sensación de “Pucha, me la estoy re jugando acá”. Ahora que pasa si estás del otro lado. Sos un pendejo de 13 años y uno de los pibes de tu grupete es una bestia que ya sabés que es capaz de hacer cualquier cosa. Si te amenaza para que hagas algo que no querés hacer, ¿Te le plantás? ¿Te la comés y hacés lo que te dice? ¿Te enfrentás?
"Pucha, te dije que mejor nos fuéramos al caming de Chascomús"

"Pucha, te dije que mejor nos fuéramos al camping de Chascomús"

Todo esto sirve para que uno mismo se ponga en lugar de los personajes, y eso surte un efecto increíble, sobre todo al final del film. No es de esas películas que terminan y “a otra cosa”. Para nada. Esta se queda en tu cabeza, sigue rondando y cuesta sacártela de encima. Volvés a repasar la serie de acontecimientos que llevaron al final, evaluás otra vez las decisiones de cada personaje y, sobre todo, te preguntás que habrías hecho en su lugar.

Este tipo de cosas son posibles de lograr con el buen cine de género; replantearse y repensar el mundo en el que vivimos. Me atrevería a decir que lo que Distrito 9 significa (para mí) para la ciencia ficción, Eden Lake lo hace para el terror. Porque toma el terror de lo cotidiano, de lo que ves en la calle, de lo que sabés que existe y que pasa y que en algún momento te puede tocar a vos o a alguien que conocés, le sube el volumen hasta lo más alto y te lo estampa en la caripela. Te incomoda, te pone nervioso, te angustia, todo esto lo logra el buen cine, algo de lo que Eden Lake es un gran exponente.

Aquellos que sean fieles seguidores de nuestro podcast de estrenos semanal (Las Fichas de Demasiado Cine) recordarán que, cuando hablamos del estreno de este film comenté que poner grande en el afiche “del guionista y productor de ‘El Descenso 2’” no iba a sumarle mucho a la peli como currículum de su director, porque dicho film todavía no se estrenó acá y tuvo comentarios bastante flojos (por mas que su primer parte es excelente).
Pues bien, ahora sí el señor Watkins puede lucir orgullosamente en todas sus próximas producciones una gran leyenda que diga “Del director de Eden Lake” y, al menos yo, estaré firme en el cine haciéndole el aguante.