Duro de matar: un buen día para morir

Crítica de Fernando Herrera - Mirar y ver

Todos tus muertos

La mejor manera de estar a tono con este refrito es copiando y pegando torpemente algo ya escrito para otro fin. Así que ahí va una parte de lo que ya había publicado sobre Después de la Tierra y la relación entre los videojuegos y el cine de entretenimiento:

Hace un par de décadas los videojuegos consistían en un único camino que el personaje principal debía seguir, todo pasaba por salir del punto A para llegar al B, con previsibles obstáculos en el medio. El cine en cambio mostraba todo su espesor y los primeros intentos de adaptar un simple juego al lenguaje cinemátográfico más complejo naufragaron en su propia inconsistencia. Hoy la fórmula de ha invertido por completo. Algunos juegos se han convertido en un abanico infinito de posibilidades y el cine de entretenimiento muestra historias de un único, elemental, camino.

Esa película reseñada por lo menos cumplía con cierta dignidad y criterio para la puesta en escena y trataba de no traicionar su propia lógica interna. Nada de eso ocurre en este caso. Que Bruce Willis (cansado y autoparódico, como si estuviera en un sketch de Saturday Night Live) mate a todos sin recibir un rasguño está dentro de las reglas del juego, lo mismo que el cuentito retrógrado del yanki mojándole la oreja a los rusos (en tu cara y en tu cancha), unos rusos fríos y calculadores, y como impone el cliché, amantes del ajedrez. Lo imperdonable está en que las escenas de acción están mal resueltas. Lo inverosímil pasa a ser la norma y los propósitos que impulsan a los personajes para hacer lo que hacen (cosa que estaba mínimamente cuidada en las otras películas de la saga) más que insondables son sumamente ridículos.

Sólo se la puede disfrutar como un chiste. Como un chiste fácil.