Dunkerque

Crítica de Marcos Guillén - Cuatro Bastardos

Dunkerque: De victoria pírrica a suceso cinematográfico.
Llega a los cines el nuevo film dirigido por Christopher Nolan que narra uno de los sucesos menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial, en el que logra uno de sus mejores trabajos en la construcción de un relato apasionante.
Año 1940, plena II Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapadas en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca.
Y la derrota se transforma en una victoria, pírrica quizás, porque se perdió el terreno que estaban dispuestos a conquistar, pero se salvaron las vidas de trescientos mil soldados. Olvidada por la cinematografía, la operación Dinamo o el llamado Milagro de Dunkerque encontró en Christopher Nolan el narrador omnisciente capaz de ejecutar la proeza, una que lleva a cabo con pulso pero con mesura, donde lo trepidante es el detalle con que narra la odisea de estos ingleses dispuestos a rescatar hasta el último de sus hombres. Para ello, se sirvió de un juego de líneas temporales, como haciendo en la trama una disección limpia de los procesos sin perder el rápido avance de una historia que no se detiene.
En las playas están quienes esperan el rescate, en el aire aquellos que cubrirán la retirada y en el mar los que se expondrán al bombardeo para llevarlo a cabo. Estas tres perspectivas son el propietario de un barco de pequeño calado, solo uno de docenas que lo hicieron, que inicia la travesía de cruzar el canal en busca de los soldados, un soldado que recorre la playa buscando salvarse hasta que comprende el valor de salvarnos y el piloto de un avión de guerra que queda como único vigía y guardián.
Y la acción comienza y es desmesurada. Más allá de no mostrar una sola gota de sangre, el director se las arregla para darnos un vistazo cruel y frío de los desmanes de la guerra sin ahorrar las muertes, aunque ninguna de ellas se presenta inútil frente al relato que se lleva a cabo con una acertada fotografía de Hoyte Van Hoytema, cuya extensión de los horizontes muestra la soledad de los protagonistas a la hora de enfrentar el crucial momento. Es verdad que tal vez el desarrollo de la historia supere al de los personajes, pero la amplia visión que Nolan ejecuta hace que el espectador pueda abarcar la enormidad del evento, y son Mark Rylance, Kenneth Branagh, Tom Hardy y Cillian Murphy, entre otros, los que maravillosamente otorgan ese componente humano capaz de llevar la historia a los pequeños gestos.
En definitiva, el director británico, que nos supo dar una de las mejores aproximaciones al encapotado de Gotham, ha sido capaz de recrear con un detalle casi obsesivo una de las historias menos conocidas de lo que fue ese enfrentamiento bélico mundial, logrando en el proceso un claustrofóbico y visceral relato que no ahorra magnificencia cinéfila y que es capaz de transportarnos a ese aciago día en que los ingleses convirtieron una derrota en una verdadera proeza humanitaria.
Pequeño apartado merece la excelente composición creada por Hans Zimmer, que fue capaz de dotar al soundtrack de un espíritu tan presente en el film como un personaje más del mismo, logrando que el espectador sienta la trepidante aceleración de la acción a través de ella .