Dunkerque

Crítica de Leonardo Perez - Función Agotada

_Only the dead have seen the end of war. Plato

Siempre que los extremos se atraigan será imposible evitar reflexionar sobre el sentido de la vida y la existencia misma. Ya lo dijo Pitagoras “El hombre es la medida de todas las cosas”, y este principio filosófico explica parcialmente la intrigante experiencia cinematográfica que es Dunkerque (Dunkirk, Christopher Nolan). Sin embargo para entender los porque, deberíamos alejarnos de la vieja premisa griega y expandir algunos conceptos, como ser la dualidad atribuida a todo lo existente en el universo (Yin-Yan). La dicotomía entre los horrores de la guerra y el heroísmo implícito de luchar por un ideal, encuentran su punto máxime en lo impersonal de un relato en apariencia desapasionado.

Dunkerque puede tener varias lecturas. La primera (superficial) es la de la evacuación británica de territorio francés durante la Segunda Guerra Mundial. Al no tener un desarrollo enteramente lineal y un protagonista definido, el nudo narrativo parece lento, incluso soso. Por lo que el espectador sufrirá cierto fastidio a medida que el conflicto avance. Pero una segunda lectura esconde un significado diferente. La guerra es cruel y ruin. Por más que estemos acostumbrados a los tiros y explosiones, el aspecto psicológico se torna protagónico. El instante posterior al bombardeo en la playa, donde los soldados vuelven a rehacer filas con resignación cotidiana es signo inequívoco que Dunkerque no será Rescatando al soldado Ryan (Rescue Private Ryan, Steven Spielberg, 1998). De allí en adelante, seremos testigos de la bondad (en gran medida) y miseria (ahí Nolan se quedó corto) del género humano.

Visualmente es impactante. La fotografía y la banda sonora contribuyen al matiz opresivo y desesperanzador del film. Las tomas aéreas son alucinantes, y más allá que sean varios o ninguno, los protagonistas están a la altura de la narración. Es increíble ver como Tom Hardy actúa todo el film en un constante primer plano. Kenneth Branagh es la representación perfecta del comandante a cargo.

En conclusión, Dunkerque es una experiencia rara, que escapa al estándar promedio del cine bélico. En lo particular disfrute el desconcierto inicial y la transformación del desconsuelo en esperanza. Estos últimos, opuestos que definen el sentido de la vida, ¿y por qué no? de la existencia misma.