Dunkerque

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Una batalla ganada

Dunkerque tiene todos los vicios de Christopher Nolan pero es tan potente que se sobrepone a ellos y termina siendo su mejor obra y la más clásica.

Cuando salí de ver Dunkerque tuiteé lo siguiente: “Dunkerque es una batalla entre el Nolan talentoso y el Nolan pelotudo. Victoria pírrica del talentoso”. Los 140 caracteres privilegian el ingenio a la razón, y además uno escribe en caliente. Quizás pueda llegar a ser un nuevo género de crítica, no creo que sea ni mejor ni peor que un texto más largo y reflexivo, es simplemente otra cosa.

No estoy seguro de que haya dos Christopher Nolan, sí de que hay algunas características de su cine que me gustan y otras que no. En realidad es más complejo que eso: su ambición y solemnidad son a la vez sus virtudes y sus defectos. En suma: Jekyll y Hyde son la misma persona.

A priori, Dunkerque parece una película atípica dentro de la filmografía de Nolan. No hay elementos fantásticos, está inspirada en un caso real y dura menos de dos horas. Pero a medida que avanza, empiezan a aflorar todos sus vicios. Como el material es tan distinto al de siempre, sus yeites parecen fuera de lugar; pero, a la vez, no terminan de arruinar una película potente.

Pero hablemos en concreto. Casi al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán invade Francia a través de las Ardenas y se dirige al norte, al Canal de la Mancha, peligrosamente cerca del Reino Unido. Se detiene en la ciudad portuaria de Dunkerque, donde acorrala a casi 400 mil hombres. Atrincherados en la playa, atacados contínuamente por la Luftwaffe, ese ejército de ingleses, franceses, holandeses, polacos y belgas espera ser rescatado. ¿Pero es posible evacuar a tanta gente bajo fuego alemán?

La película cuenta tres historias que se desarrollan en forma alternada, cada una con su título: “El muelle”, “El aire” y “El mar”. “El muelle” es la historia de los soldados Tommy (Fionn Whitehead), Gibson (Aneurin Barnard) y Alex (Harry Styles, sí, el de One Direction, en un muy buen trabajo) y sus peripecias para escapar; y también la del comandante Bolton (Kenneth Branagh) y el coronel Winnant (James D'Arcy), los militares de mayor rango, que esperan estoicos la llegada de ayuda y son la conexión con el costado político de la historia.

“El mar” es el cuento del Sr. Dawson (Mark Rylance), uno de los civiles que parte con su pequeño barco pesquero de las costas de Inglaterra para cruzar el Canal de la Mancha y tratar de salvar la mayor cantidad de soldados posible. Lo acompañan su hijo Peter (Tom Glynn-Carney) y su ayudante adolescente George (Barry Keoghan). En el camino, rescatan a un sobreviviente de un naufragio (Cillian Murphy) que no quiere volver a Dunkerque a ayudar a nadie.

“El aire” cuenta la historia de los pilotos Farrier (Tom Hardy) y Collins (Jack Lowden) que sobrevuelan el Canal de la Mancha y se entreveran en una batalla aérea con la Luftwaffe para brindar apoyo a las tropas en la tierra.

Nolan sabe narrar y construir personajes con imágenes, casi sin diálogo. Las escenas son imponentes, enormes y en muchos casos quedan impregnadas en la retina durante días (pienso en la espuma del mar, en los miles de soldados tirándose al suelo, en los aviones zigzagueando entre las nubes). Y los temas de toda película bélica subyacen: el heroísmo y la cobardía, el patriotismo, el caos, el miedo, el azar de la muerte y de la vida. Pero Mr. Hyde acecha.

Por un lado, la música invasiva de su colaborador habitual Hans Zimmer, que busca dotar a la película de una épica que ya está en las imágenes. Y por el otro, esa manía inútil de Nolan por retorcer la narración y complejizarla. Es difícil extenderme en esto sin espoilear, pero digamos que los tiempos en los que se desarrollan las historias no son los que uno imagina en un principio. La película entonces se transforma en un rompecabezas más parecido a los de El origen e Interestelar.

El problema acá es típico de la crítica. ¿Hay que juzgar una película por lo que nos hubiera gustado que fuera o por lo que realmente es? Dunkerque no se propone ser Rescatando al soldado Ryan, aunque sea inevitable mirarla a la luz de la película de Spielberg (porque Rescatando… es insoslayable si hablamos de cine bélico en los últimos años y porque Dunkerque le hace partido). Pero no busca el clasicismo narrativo, más bien lo esquiva con demasiado empeño. En mi opinión, es una lástima. Pero a pesar de eso, y como decía en mi tuit (que no estaba tan errado, después de todo), la batalla está ganada.