Dry Martina

Crítica de Martín Miguel Pereira - CineramaPlus+

NO TODO ES SEXO

Dry Martina comienza siendo lo que podríamos llamar (y quizás sea menos un subgénero que un manierismo) una película “cachonda”; esos relatos en donde todo parecería pasar por y a través del sexo; todos los personajes tienen o van a tener sexo con quien se le cruce. Todas las conversaciones están atravesadas por la libido y nada más pareciera importar en la vida. En los Estados unidos esa característica es casi exclusivamente privativa de cierto cine de adolescentes, algunos thrillers como Criaturas salvajes e incluso alguna relectura del policial negro como la genial Zona caliente (The Hot Spot), de Dennis Hopper.

Mientras la película transita esa tesitura no es más que una comedia un poco irreverente. Sin embargo sus chistes funcionan muy bien e incluso no depende de ellos para lograr su comicidad, si nos reímos tanto mejor, pero de no hacerlo el relato sigue su curso de manera natural. No es un dato menor el hecho de que Martín Rejtman figure como asesor de guión. En ese aspecto destacan los chistes en torno al lenguaje y el diferente uso de los términos entre argentinos y chilenos.

Avanzando el metraje lo que es comedia se vuelve cada vez más dramático, aunque estos dos tonos convivan desde el inicio. Entonces, lo sexual se vuelve más problemático y menos cómico. En este aspecto, es de destacar que los personajes que llevan adelante las pulsiones son las mujeres, ellas portan la libido y los hombres se sienten o abrumados o apenas pueden aguantarles el ritmo. El sexo frente a cámara, a pesar del apelativo con que definí el filme al comienzo, no es para nada gratuito. Cada acto sexual aporta a la trama y hace avanzar la historia, no es sólo mostración.

El núcleo dramático no pasa por el periplo sexual de sus protagonistas sino que está todo en el pasado: una mujer que busca a una cantante argentina con la sospecha de que es su hermana. En general, los dramas que tienen su centro en lo pretérito suelen resolverse en largas y tediosas secuencias de diálogos que explican lo no visto o en un flashback no menos vulgar. Dry Martina acierta en poner ese conflicto en segundo plano dejando la acción al frente. Esto no quiere decir que no haya diálogos referentes a ese drama, los hay, pero cortitos y bien diseminados a lo largo del relato, como pequeñas piezas desparramadas de un rompecabezas.

Con mucha pericia técnica y unas actuaciones que dan bien en el tono de comedia ácida desembozada y drama, la película de Che Sandoval es una extraña sorpresa dentro de lo que suele verse en este tipo de festivales donde la solemnidad y el manierismo muchas veces esconde flaquezas narrativas o la triste certeza de que hay directores que no tienen nada para contar.

Por Martín Miguel Pereira