Drive

Crítica de Luis María Fittipaldi - RosarioCine

La película sorpresa

Uno es ya un cinéfilo obsecuente que tan solo pretende ser sorprendido con buenos relatos, recuperación de la alegría de observar filmes, sintiendo el espacio oscuro de la sala como religioso y espiritual -aunque no tanto-. Toparse con "Drive" es similar a lo acontecido años atrás con "No country for old men" de los Hnos. Coen., es simplemente rescatar la maravillosa experiencia del pleno disfrute de un género magistral como el cine "Noir" -el pollicial oscuro-, pero no solo esa fría formalidad fílmica sino que aquí también estamos frente a una suerte de western moderno -de hecho hay un remedo de "Hombre sin nombre" al estilo Eastwood en el protagonista- que quizás algún engañoso trailer haya hecho creer al público pochoclero que se trataba de un ejemplo cercano a la serie de "Rapidos y furiosos" y nada más lejos.

El director danés Nicolas Winding Refn muestra genialmente un interesante juego de climas cinematográficos, con un solitario conductor que gana su sustento siempre al servicio del volante -actos delictivos incluídos- hasta que se vé envuelto en un hallazgo amoroso, y allí el guión pasa a estado "romance", pero como esto es cine bien narrado en un segundo se puede pasar al estado "híperviolento", y aquí el gran ejemplo es la estupenda escena de las tres personas en el ascensor.

Audiovisualmente el filme marca alto, siendo su presentación un verdadero muestrario del porqué, hay planos que lo dicen todo, una iluminación acertada, hay personajes variopintos que poseen una rica descripción que los hace imprescindibles. Ryan Gosling está perfecto
(a Clint E. también le sacaban mano cuando era impenetrable en sus añejos westerns), Carey Mulligan es tan actriz que solo precisa mostrar pequeñas muecas en sus estados animosos, los gangsters de Albert Brooks y Ron Perlman son insuperables, y así todos.
"Drive" supo apoyarse en referentes necesarios del cine: todo se arrima con nostalgia a Michael Mann, o Scorsese de "Taxi driver", a Kitano, y hasta el polical francés de Jean Pierre Melville en "El Samurai", en lo personal me retrotrajo a esa obra de mi niñez como fué "Vanishing point" (Carrera contra el destino) que mostraba la sensación de libertad del hombre y su máquina, a costo del acoso violento. Nada produce más placer al cinéfilo que estar ante una joya del cine que será de culto.