Drive

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El perfecto asesino

Es Muy difícil descifrar, sobre todo desde una perspectiva de las puras sensaciones, qué es lo que tanto atrapa de este filme, convengamos que como historia no es demasiado original.

Combina, y muy bien, todos los elementos del genero de cine negro, tanto desde la estética como desde la estructura.

Un punto importante. Comenzada la película, luego de la primera secuencia, y pensando desde el titulo, se podría inferir un cierto homenaje al filme “Taxi Driver” (1976) de Martin Scorsece, pero los homenajes y las citas no dejan de ser innumerables a lo largo de todo el texto de la producción, grandes clásicos como “The Driver” (1978) de Walter Hill, donde el homenaje no sólo coincidente en el nombre, sino que además esta puesto en el personaje principal, también en aquella ocasión un conductor profesional dedicado a ser el responsable de las huidas luego de los asaltos.

Los primera mitad esta dedicada casi exclusivamente a la presentación de los personajes. Nuestro héroe, o se podría decir un típico antihéroe, no tiene nombre, tampoco parece tener pasado ni se le vislumbra un futuro, sólo decir que en la canción del final hace referencia a la circulación del héroe, dando un claro ejemplo de cómo se constituye desde un personaje una tragedia no por su destino final sino por su incertidumbre.

Como dice Umberto Ecco ”la naturaleza irresistible de las grandes tragedias deriva del hecho de que sus héroes en lugar de escapar de un destino atroz, saltan al abismo….”

Pero estamos hablando de una ficción, y para que esto se concrete la visión del mundo construido por el relato debe tener la imperfecta mirada de sus personajes sobre ese mismo mundo. Los personajes de ficción bien construidos deben contar con ese, llamémosle, “atributo”, o bien podría ser catalogado de “defecto”. No importa la clasificación, es condición necesaria para estos ejemplos de este mundo construido sean modelos supremos de la verdadera condición humana.

Nuestro conductor sin nombre (Ryan Gosling) tiene sus reglas, nunca las quiebra, nunca deja que se pongan en duda, sus trabajos son anónimos, nunca repite clientes, es silencioso, taciturno, pétreo, frío, casi comparable desde lo externo, pero sólo así, en lo superficial, al personaje Frank Martín de “El Transportador” (2002), interpretado por Jason Statham, o a Leon el personaje encarnado por Jean Reno en la realización de Luc Besson “El Perfecto Asesino” ( 1994), entre otros muchos.

Cuando no esta “trabajando”, trabaja como doble de riesgo en películas. Conduciendo es el mejor en ambos casos, que son lo mismo desde el guión, un magnifico doblez especular semántico del personaje.

Todo esta seguro en su pequeño mundo, hasta que se cruza Irene (Carey Mulligan) la joven madre de Benicio, camarera de profesión, que esta esperando que su marido salga de prisión, involucrado y endeudado con la mafia local, Nino (Ron Perlman), un distribuidor de todo tipo de drogas y regenteador de un prostíbulo, y su jefe Bernie (Albert Brooks)

Hasta aquí la presentación de los protagonistas.

El involucrarse con la familia vecina hará que todo de un giro inesperado, se constituya en el recorrido del héroe y sea el primer plot point en la historia, también produce el primer quiebre en el relato, no sólo desde el guión sino además desde las formas.

Durante todo el filme se respira un cuidado extremo en la puesta en escena. En esa primera mitad, exceptuando la primera secuencia, se destaca el placer por los detalles, los ritmos cansinos de los movimientos de la cámara, la predominancia de los tonos oscuros en los espacios cerrados, pero fríos en los abiertos, dando concordancia. La iluminación, principalmente sobre los personajes y algunos objetos determinantes, hace hincapié a los tonos y los colores, en un primer momento es el negro el que manda pero luego, a partir de la introducción de la violencia, el rojo intenso, casi se diría que predomina la sangre, todo lo que termina conformando un gran trabajo de la dirección de arte y muy especialmente de fotografía. Muy bien acompañados por la banda de sonido, en algunos momentos de forma contrapuntistica, pero en otros de manera empática.

Todo esto podría hasta carecer de valor artístico sino fuese por la mano del director, el danés Nicolas Winding Refn, con una magistral dirección de actores y sus magnificas interpretaciones, del tono sublime por momentos, como ejemplo basta observar la escena de Ron Perlman y Albert Brooks cuando tienen que decidir que acciones tomar, es increíble. Por supuesto que quien sostiene desde este rubro al realización es Ryan Gosling, poseedor de una gran lista de recursos expresivos, desde grandes movimientos hasta pequeñísimos gestos, dando cuenta de una economía de técnicas formales notable, muy bien acompañado por la ascendente joven actriz inglesa Carey Mulligan.

Empero uno podría decir que con lo expuesto no estamos frente a ninguna obra maestra, sin embargo tomado como una gestalt audiovisual, esta producción promulga una relación constante entre sus elementos aunados desde el montaje, primero lineal clásico para luego, en la segunda mitad, trabajarlo desde el incrementum, esto es que parece que nunca llegará al clímax propiamente dicho, sino que dentro del mismo campo conceptual, cada plano, cada sonido, cada haz de luz, la yuxtaposición de los colores, van diciendo algo más, no todo, nada cerrado, y cada vez con mayor intensidad. Es la conjunción de todos los elementos lo que termina, con recursos muy genuinos y honorables, sin efectismos, atrapar al espectador.

(*) Obra de Luc Besson, 1994.