Drift

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

¿Qué significan los espacios en el cine? Una habitación de hotel, un camarote de barco, una grieta en la montaña, un bosque neblinoso o la superficie del mar. En qué se parecen esos lugares, pequeños o gigantescos, sino en lo que el cine hace con ellos en tanto extensiones subjetivas o simplemente aquello que la imagen materializa.

Una preocupación por el espacio como imagen en tanto representación parece habitar el trabajo de la alemana Helena Wittman, desde sus cortos Wildnis (2013) y 21,3°C (2014), que pueden verse on demand en su pagina web, o desde este estreno por streaming de su primer largo Drift que propone puentesdecine.com.ar a partir del próximo jueves 8 de octubre.
En Argentina, Drift tuvo su proyección en el Doc Buenos Aires del 2018, así que es buena oportunidad para acercarse a este cine de lo real bien contemporáneo que Wittman, como buena alemana, extrema en la zona del paisaje tanto terrestre como marino hasta hacerlos casi abstractos.
El espacio también está en el fuera de campo y esto Wittman lo trabaja con intensidad. Tanto aquel espacio que nunca se ve, pero se escucha, como el que se ve pero el movimiento de cámara deja lentamente fuera (en la bella escena final).

Detrás de ese ejercicio visual y sonoro, una anécdota simple: dos jóvenes mujeres se encuentran en una fría ciudad marítima de Alemania, y se separan luego por una distancia geográfica (también aparece el viaje como tópico) que va hasta Argentina. Solo dos diálogos se mantienen a lo largo de la película. En uno se habla de los fríos del lugar, en otra se cuentan dos relatos míticos: el de un cocodrilo que vive en la profundidad del mar y el de Nahuelito, monstruo que, según la leyenda, habita el Nahuel Huapi.
Habrá que atravesar el centro de la película con 20 minutos de cámara que se bambolea sobre la superficie del mar, soleada o nocturna: eso sí, asomar a esa belleza requiere algo de paciencia. Un desafío que puede convertir a Drift en una experiencia intensa.