La mirada aristocrática Downton Abbey (2010-2015), la serie escrita y dirigida por Julian Fellowes, tuvo seis temporadas marcadas por un gran éxito de audiencia y críticas muy favorables. La historia se sitúa en el condado de Yorkshire al noreste de Inglaterra durante los años 1912 y 1926 y narra las vicisitudes de una familia aristocrática lejos de las intrigas de Londres, sin acceso al trono, y su relación con sus sirvientes y el resto del pueblo. La serie contaba con excelentes actuaciones, una dirección clasicista acorde con el tono narrativo y una música circunspecta -con un leitmotiv de piano bien marcado- compuesta por John Lunn. El film de Downton Abbey cuenta con los mismos actores, la misma música y todos los condimentos de la serie y puede ser considerado una continuación directa de la misma, como un capítulo extenso o doble. La película narra los preparativos y la visita de los reyes de Gran Bretaña a la mansión castillo de la familia Crawley, y las expectativas que ello desata en el clan, la servidumbre y el pueblo. El viaje real por Gran Bretaña despierta los más diversos conflictos entre la servidumbre monárquica y sus cocineros y el personal de Downton Abbey. Al igual que la serie el film hace hincapié en las diferencias políticas e ideológicas de los personajes y menciona acontecimientos históricos relevantes y su repercusión en la aristocracia como las huelgas o la misma visita real. Tanto la serie como la película pueden ser rastreadas en opus como Lo que Queda del Día (The Remains of the Day), la obra maestra de Kazuo Ishiguro, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2017, una novela de gran éxito mundial publicada en inglés en 1989 y llevada al cine por James Ivory en 1993, y El Sirviente (The Servant, 1963), el film de Joseph Losey escrito por Harold Pinter, basado en la novela homónima de Robin Mauhgam. Bucólica y por momentos demasiado idílica, la serie y la película tienen una dinámica muy particular basada en el acoplamiento de la narración a acontecimientos históricos como la Primera Guerra Mundial, la Batalla del Somme, ocurrida en esa misma contienda, la gripe española, el hundimiento del Titanic, los conflictos independentistas con Irlanda y la inmigración aristocrática rusa tras la Revolución de Octubre de 1917, entre algunos de los eventos más importantes sobre los que se basa el relato de Fellowes. El film no es ajeno a algunos de estos acontecimientos, y particularmente hay muchas referencias a los conflictos sociales que abundaban en la época. A pesar de su carácter bucólico, el film, al igual que la serie, cuestiona a la aristocracia, a la monarquía y a la sociedad desde un lugar reformista, realizando críticas acerca del lugar de la nobleza en la sociedad inglesa, la homosexualidad, la igualdad social y los derechos de la mujer. En la película surgen diversas cuestiones políticas que son trabajadas tanto a nivel de la historia como en los diálogos. La homosexualidad, prohibida en Gran Bretaña en esa época y hasta no hace tanto, tiene un lugar preponderante en el relato a través de la historia del mayordomo del castillo, Thomas Barrow (Robert James-Collier), que inicia una relación con un hombre del personal real. Al igual que en la serie, las frases incisivas de Maggie Smith, que interpreta a Violet Crawley, la madre del Conde de Grantham, Robert Crawley (Hugh Bonneville), un hombre afable y contradictorio con sus atributos y sus defectos, opacan a todo el resto de los personajes, se roban las risas y son parte de la magia de Downton Abbey, un relato tradicional que tiene como corolario el derrotero y los cambios en la aristocracia inglesa a través de las distintas generaciones y la interpretación de su rol social durante el Siglo XX. En la película Fellowes intenta comprimir todo el combo de Downton Abbey en dos horas y lo logra, ofreciendo un lugar a todos los personajes, incluso a la perra labradora, Isis, para construir un relato coral que es sutilmente crítico del statu quo a pesar de a veces ser complaciente con la aristocracia y la realeza. El film recupera el tono tradicionalista inglés pero criticándolo en sus falencias y promoviendo una sociedad más justa. Cada personaje ocupa un lugar en este entramado social planteando una cuestión distinta que promueve la comprensión más que el conflicto. Melodramática, romántica y divertida, Downton Abbey es un producto típicamente inglés sobre su historia, una visión muy idealizada de la misma, por supuesto, cuya némesis podría ser la serie Peaky Blinders (2013-2019), pero que contiene diversos puntos de vista y aunque ofrece un juicio sobre lo que está bien y lo que está mal, provee argumentos a todos sus personajes, incluso a los que algunos protagonistas consideran los más insidiosos. El interés por Downton Abbey tiene varios puntos. Uno de ellos es la espectacularidad del Castillo Highclere, en la región de Hampshire, en el sur en Inglaterra, una obra construida en el Siglo XIX con un estilo renacentista, hoy lugar de visita obligada para los acólitos de la serie. Las extraordinarias actuaciones también marcan un punto muy alto al igual que el guión, del que se destacan los sarcásticos diálogos aristocráticos ingleses, llenos de ambages y ocurrentes respuestas. La dirección de Michael Engler también es muy buena, combinando tomas del interior del castillo con los planos de los protagonistas, que hacen gala de sus estupendos vestidos y de los modismos de aquel tiempo. Downton Abbey es así un gran producto de época, muy sólido y cuidado en todos sus detalles, que trabaja muy bien la historia del Siglo XX y la nostalgia inglesa para con etapas más simples, con mayor cohesión social y aquiescencia sobre el rol de una aristocracia y una realeza sin ningún sentido, sólo comprensible para la idiosincrasia británica.
¡Viva el glamour! Llega a la pantalla grande la adaptación cinematográfica de una de las series británicas más exitosas como Downton Abbey, que ahora vuelve no para cerrar tramas abiertas sino para que el espectador disfrute de su belleza, de la vuelta de los personajes y de un fenómeno que dejó huella y que hará que los fans de la serie se lo pasen en grande durante los 122 minutos que dura el metraje. 1927. La familia Crawley y su carismática servidumbre se preparan para el momento más crucial de sus vidas. Una visita del rey y la reina de Inglaterra desatará una situación de escándalo, romance e intriga que pondrá en peligro el futuro de Downton. Hay que reconocer que la película es como un capítulo largo de la serie, como ya ocurrió en 2007 con “Los Simpson: La Película”, pero con la excepción de que Downton Abbey es una cinta que no viene para cerrar ninguna trama pendiente, sino retrotraer al espectador a cuando estaba frente a la televisión viendo la serie y disfrutando de su belleza, sus personajes y de las historias diversas que le ocurrían a la Familia Crawley. Tengo que reconocer que no he visto la serie, pero que al ver la película entran ganas de ver la serie para conocer más a los personajes, su historia y sus secretos. Por lo que no es necesario haber visto la serie para disfrutar de la película, aunque sí necesario para encajar y conocer más a los personajes. La serie Downton Abbey fue un éxito entre 2010 y 2015 tanto en rating como en espectadores y dejó una huella que es difícil de olvidar, porque además la serie comenzaba en el año 1912, año en el que el Titanic se hundió y el futuro rey de la nación estaba en boca de todos. Ahora el filme nos traslada 15 años más tarde volvemos a Downton para recordar viejas rencillas familiares y el glamour de antaño porque Downton es para el servicio: “El corazón de la comunidad”. La película quiere que el fan de la serie disfrute de las nuevas tramas que tienen preparadas los integrantes de la familia Crawley porque tenemos un viaje lleno de nostalgia y donde los personajes tienen mucho que decir, sobre todo del reparto femenino el cual brilla con todo esplendor y sostiene la mayor parte de la historia con sus propias tramas. Hay que destacar que la base que llevó al éxito a la serie fue la división entre nobles y plebeyos, como ya pasaba en la edad media, pero aquí en Downton aunque todos son una gran familia hay que distinguir entre la aristocrática familia Crawley que se hospeda en la planta alta de Downton Abbey rodeada de alfombras, grandes salones, tapices y cuadros, sin embargo, la planta baja es donde transcurre el trabajo de los sirvientes y criados con habitaciones básicas, bastante oscuras y sin ningún tipo de lujo o adorno. Además, a pesar de esta distinción poco apropiada para la época y que se adorna con grandes desfiles, bailes de gala o recepciones reales, hay que destacar el gran papel del equipo técnico del filme por dar también protagonismo al servicio porque también son una parte fundamental de la esencia de Downton Abbey y que por suerte dan grandes momentos durante la película como por ejemplo el intento de revolución del piso inferior. Julian Fellowes, creador de la serie y responsable también del guion, no tenía pendiente cerrar ninguna trama anterior, solo mezclar ambos mundos para una visita muy especial que hará tambalear los cimientos de Downton Abbey y de todos sus miembros. La visita Real de sus majestades y de todo su séquito será un terremoto para los Crawley, porque hará que veamos las verdaderas intenciones de cada miembro de la familia que están más preocupados por otros asuntos que por crear una buena impresión a sus majestades reales. El director Michael Engler es el encargado de llevar de nuevo a la familia Crawley a la pantalla con una película creada para los amantes de la serie y para los iniciados en el mundo creado hace nueve años por Julian Fellowes. Hay que destacar que la película tiene la esencia de la serie por todos los costados, aunque con un halo diferente gracias a la intervención y protagonismo de todos los personajes en las diferentes tramas que ocurren a lo largo de la trama, haciendo participe de la historia a todos, sin excepción. Downton Abbey es una película más divertida, amable y emotiva, dejando a un lado el dramatismo y seriedad que tenia la serie, porque para disfrutarla de verdad hay que dejarse llevar por los personajes y por la esencia que corren por cada rincón de Downton Abbey. A nivel interpretativo no podemos hablar de todos los personajes porque ya son de sobra conocidos por los amantes de la serie y nos eternizaríamos, pero si que tenemos que destacar al elenco femenino que es la luz que guía a los demás personajes a lo largo de la trama gracias a su madurez, sensatez y poder femenino. Uno de esos personajes es el de La Condesa Crawley (Maggie Smith), más conocida por los potterheads como la Profesora Mcgonagall, donde tiene los momentos más divertidos de la película y con alguna que otra frase ingeniosa a la vez que algún que otro zasca.Además, protagoniza junto a Michelle Dockery uno de lo momentos más emotivos y fundamentales de la película que al espectador le hará emocionarse por la firmeza y sentimiento del instante. En definitiva, Downton Abbey es una película creada para los fans de la saga que no han olvidado lo que marcó la serie para ellos y poder volver a recorrer las estancias de Downton Abbey como los salones, habitaciones, jardines o cocinas, es decir, hay que dejarse llevar por la belleza de la cinta para disfrutarla de verdad. Además, el tratamiento de ambos mundos por igual y convirtiendo a todos en una gran familia es el final perfecto a una serie que ha marcado una época y es el mejor posible que se le puede dar.
La serie “Downton Abbey” fue un fenómeno mundial entre 2010 y 2015 y se destacó por la calidad de sus actores y las espectaculares locaciones, increíblemente lujosas. Aunque el tema de la aristocracia británica, tan lejana a nuestra idiosincrasia y sus sirvientes no sea un tópico de interés para todos por igual, a sus seguidores va a gustarle lo que la familia Crawley tiene para ofrecer. Dueños de una gran campo donde se sitúa una espectacular mansión a principios del siglo XX, exactamente en 1927, un día reciben una noticia que marcará un hecho histórico: la realeza va a hacerles una visita por un día y van a pasar la noche así que la mansión tiene que estar lo más limpia y organizada posible. En mi caso, me cuesta empatizar con el mundo de los aristócratas y su servidumbre, quienes se desviven por atenderlos. En éste caso se produce una pelea entre los sirvientes de los Crawley y los de la Corte personal que llegan antes a Downton Abbey a fiscalizar todo, dejando de lado a los emblemáticos y fieles sirvientes de toda una vida. Obviamente, los legítimos no aceptan el cambio, hasta que se les ocurre actuar en consecuencia...No sólo se toca éste tema sino la represión a los homosexuales, aunque de manera muy superficial. El ritmo del film es atractivo, igual que su reparto sumido en tensiones y pequeñas intrigas, todo lo que sucede es simple y de fácil resolución, como si fuera un capítulo doble de la serie, con un poco más de lujo. Lo mejor que tiene la película son las actuaciones de dos grandes actrices: Maggie Smith en su rol de la Condesa Violet Crawley e Imelda Staunton como Lady Bagshaw. Cada parlamento, sus duelos y personajes, así como sus historias, brindan la calidad que le falta al guión. Además de las actrices mencionadas podemos mencionar a Michelle Dockery (Mary) quien también comparte con Maggie Smith un momento soberbio, como también a Robert Crawley (Hugh Bonneville), Edith (Laura Carmichael), Queen Mary (Geraldine James), Mr. Wilson (David Haig), Cora Crawley (Elizabeth McGovern), Tom Branson (Allen Leech), Mr. Carson (Jim Carter), Mrs. Hughes (Phyllis Logan) y Thomas Barrow (Rob James-Collier). Su director, Michael Engler, dirigió algunos episodios de la serie, hecho que suma. El guión de Julian Fellowes permite que cada actor se destaque en su personaje. El vestuario es increíble, igual que la música de John Lunn, quien incorpora piezas de la misma serie. De todas formas, sólo para fanáticos.---> https://www.youtube.com/watch?v=EBKA3XxHdOA DIRECCIÓN: Michael Engler. ACTORES: Joanne Froggatt, Michelle Dockery, Hugh Bonneville, Maggie Smith, Elizabeth McGovern, Penélope Wilton, Jim Carter, Laura Carmichael, Imelda Staunton, Brendan Coyle, Sophie McShera. GUION: Julian Fellowes. FOTOGRAFIA: Ben Smithard. MÚSICA: John Lunn. GENERO: Drama . ORIGEN: Reino Unido. DURACION: 122 Minutos CALIFICACION: No disponible por el momento DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: 2D. ESTRENO: 21 de Noviembre de 2019 ESTRENO EN USA: 20 de Septiembre de 2019
Para los que siguieron las seis temporadas y transformaron la serie en un éxito global esta película es como un extra, un bonus track, un último capítulo más largo (dos horas) de las entregas habituales, con todos los personajes, la ambientación fastuosa, la pompa y la circunstancia y un entretenido argumento que teje hábilmente situaciones, como una salida del closet, un atentado, una herencia en disputa y muchos desencuentros amorosos que se resuelven bailando un vals. Corre el año 1927 y el anuncio de una visita del rey George V y la reina Mary, que pasaran una noche en lugar, más un desfile y exhibición ecuestre, pone en movimiento a toda la trama, con preparativos, despliegues, una “invasión” de expertos ayudantes que intentaran desplazar el personal doméstico del lugar, mas algunas sub-tramas que le dan entretenimiento y diversión a lo que ocurre. Además el personaje de Maggie Smith tiene toda su pirotecnia verbal y un desarrollo que no desmaya en toda su duración. Ingenuidades e ironías, romances y violencias, algunas sorpresas y mucho lujo en la producción. Un menú perfecto para fanáticos, que invitaran a otros no habituados al programa a verlos en maratones. Y además con la suficiente picardía de poder hacer otros films con una nueva generación de la familia ya lista para estirar el negocio lo más posible.
Una visita que alterará a todo el castillo “Downton Abbey” (2019) es una comedia dramática y romántica de época que está dirigida por Michael Engler y escrita por Julian Fellowes, creador de la serie homónima de televisión que se emitió de 2010 a 2015. La película funciona como continuación de la serie, por lo que el elenco es el mismo: Hugh Bonneville, Elizabeth McGovern, Michelle Dockery, Laura Carmichael, Maggie Smith, Allen Leech, Sophie McShera, Lesley Nicol, Kevin Doyle, Brendan Coyle, Penelope Wilton, Jim Carter, Phyllis Logan, Raquel Cassidy, Joanne Froggatt, Robert James-Collier, Harry Hadden-Paton, Michael Fox, Matthew Goode y Douglas Reith. Además, se suman nuevos personajes interpretados por Tuppence Middleton, Imelda Staunton, Geraldine James, Simon Jones y Kate Phillips. En 1927, una importante carta llega a la mansión de campo victoriana de los Crawleys: el rey George V (Simon Jones) y la reina Mary (Geraldine James) irán de visita a Downton Abbey como parte de un tour real a través de Inglaterra. Impactados y emocionados por la tremenda noticia, el personal de Downton deberá ponerse a trabajar de inmediato para que cada lugar del castillo no tenga un ápice de polvo y brille. Sin embargo, cuando llegan los empleados de la realeza, éstos quieren hacerse cargo de todos los quehaceres durante su estadía. Así es como los trabajadores de Downton idearán un plan para demostrar que ellos mismos están a la altura de las circunstancias, no dejándose ningunear por nadie. La serie de Downton Abbey, compuesta por seis temporadas de nueve episodios aproximadamente (sumados los especiales de navidad), fue un éxito rotundo que traspasó Inglaterra, llegando a la audiencia norteamericana y a la latina. Esto sucedió porque, más allá de mostrarnos la lujosa vida de la monarquía británica, Julian Fellowes desarrolló personajes entrañables, cada uno con una personalidad bien marcada y con problemas que el espectador llegó a sentir como propios gracias al grado de empatía que se logró. La posibilidad de hacer una película se venía barajando desde 2016, poco después de que la serie terminó. Finalmente la confirmación llegó en 2018, por lo que solo quedaba esperar, con muchas dudas, a que el resultado sea satisfactorio. Por suerte para los fanáticos, el paso a la pantalla grande es un gran deleite. Desde el comienzo con la música característica y los planos formidables del castillo, el espectador puede volver a sumergirse sin ningún esfuerzo en la vida de estos personajes tan bien construidos. Que Fellowes sea el guionista, teniendo en cuenta que también lo fue en la serie, es otro acierto. Él más que nadie sabe cómo armar una nueva trama, cómo construir diálogos lo suficientemente inteligentes y mantener el espíritu que caracteriza a Downton a la perfección. Con un diseño de producción y vestuario excelentes, la película también puede ser disfrutada por los que no vieron la serie, a pesar de que se perderán varias referencias o les será difícil asociar los parentescos y los nombres. Como era de esperarse, las mejores líneas las tiene Maggie Smith con su Violet Crawley, condesa que maneja un sentido del humor tan particular como ingenioso. Smith no solo hace reír de inmediato sino que también consigue emocionar, dando cuenta de lo estupenda actriz que es. Por otro lado, resulta un placer ver de vuelta la complicidad de Patmore (Lesley Nicol) y Daisy (Sophie McShera) al hacer los recados y cocinar, la vuelta de Carson (Jim Carter) al liderazgo del personal, el nerviosismo y metida de pata de Molesley (Kevin Doyle) al querer ser parte de semejante evento, las aventuras de Thomas Barrow (Robert James-Collier) fuera de la mansión, el temor de Edith por la vida que conlleva y la rigurosidad característica de Mary (Michelle Dockery), entre muchas otras subtramas más. A excepción de Matthew Goode, que con su Henry Talbot tiene muy poco tiempo en pantalla, todos los demás logran destacarse y desde el montaje se consigue que uno nunca pierda el interés, manteniendo el ritmo durante las dos horas de metraje. Además, en la película se le da especial atención al arco narrativo de Tom Branson (Allen Leech), republicano irlandés que es el ex chofer de la familia y estuvo casado con uno de los mejores personajes de la serie (Sybil, interpretada por Jessica Rose Brown-Findlay). Súper divertida, atrapante, tierna y también emocionante, el desfile, cena y baile que nos trae en esta oportunidad “Downton Abbey” se convierte en un acontecimiento imperdible para todos los que disfrutamos desde nuestras casas las desventuras y relaciones amorosas tanto de los Crawley como de todo su personal. Con guiños bien ubicados sobre los pasados eventos de la serie, la película tiene una calidad cinematográfica que sirve como puntapié para reencontrarnos con la familia que tanto amamos.
“¿Mira quién viene a cenar”, podría ser el título de la película. En efecto, este largometraje basado en la popular serie emitida entre 2010 y 2015 tiene como punto de partida la llegada a Downton Abbey de una carta oficial informándo que el rey Jorge V (Simon Jones) y la reina María (Geraldine James) han decidido hospedarse una noche en la fastuosa residencia de los Crawley como parte de su gira por Yorkshire. La noticia, por supuesto, sorprende y convulsiona tanto a los dueños de casa como a los sirvientes, que esperan estar a la altura de las circunstancias. Poco durará esa expectativa, ya que pronto se enterarán de que los monarcas planean llevar para la cena y el desfile a sus propios organizadores, cocineros, mozos, etc. A medida que los enviados de la Corona se van instalando en Downton Abbey crecen las tensiones con los Crawley y sus empleados, pero Julian Fellowes desde el guión y Michael Engler (un veterano director del mundo de las series, incluidos 4 episodios de esta, pero con escasa experiencia en cine) desde la puesta en escena nunca abandonan un tono ligero, superficial y basado sobre todo en ese irónico humor negro que tan bien manejan los británicos. Habrá alguna que otra intriga palaciega, desavenencias políticas con los irlandeses, flirteos y romances (hétero y homosexuales), internas entre los trabajadores, desajustes en el protocolo, fastuosas cenas y bailes, pero todo con un espíritu zumbón. Es que en el universo de Downton Abbey hasta los elementos más trágicos (o los cínicos y despiadados one-liners que dispara Violet, la condesa viuda de Grantham interpretada a sus 85 años por la genial Maggie Smith) ocurren como de manera casual, casi en plan lúdico. La pregunta del millón es, inevitablemente, si Downton Abbey -la película- se sostiene por sí sola en lo artístico y, si bien la respuesta es positiva, también es cierto que no tiene demasiado sentido para los no iniciados en la serie de Fellowes. Son dos horas disfrutables para cualquier cinéfilo en su exposición de los usos y costumbres de principios del siglo XX, sí, pero lo serán mucho más para los que han seguido de cerca, con una sonrisa casi permanente, las tragicómicas desventuras de estos queribles personajes durante nada menos que seis temporadas.
Durante seis temporadas la serie Downton Abbey deslumbró a sus seguidores con el relato de la vida aristocrática en la mansión de los Crawley. La primera temporada arrancó en el año 2010 y para cuando llegaron a la última, la historia había llegado casi a 1920. La serie tenía un elenco ejemplar y hasta se dio el lujo de tener algunos invitados destacados, pero al llegar al sexto año muchos sintieron que la serie tiró un poco la toalla y que optaron por una final complaciente. Cinco años después de aquel final, llega la película como para satisfacer a los fans que extrañaban las intrigas palaciegas, los diálogos irónicos y esa pintura de la relación entre los aristócratas y la gente que los sirve en el palacio. Para los no iniciados la trama de la película es bastante sencilla de seguir, pero está claro que el público de esta película será en su mayoría el que seguía la serie en la televisión. Todo empieza con el aviso de que el rey y la reina van a pasar una noche en Downton Abbey y eso implica armar un almuerzo, un cena y la despedida por la mañana siguiente. El anuncio agita a la mansión y a los empleados que se imaginan cómo será estar al servicio de su majestad, pero en la casa no todos son monárquicos y hasta hay un irlandés con un pasado revoltoso entre los dueños de casa. No se puede negar que los creadores de la serie tienen claro que es lo que busca su público y se lo entregan en dosis suficientes como para que haya cuestiones palaciegas, oscuros secretos familiares, una leve trama policial y por supuesto, el lucimiento de cada uno de los integrantes del elenco, empezando por la gran Maggie Smith. Claro que no es una película recomendada para gente antimonárquica o muy Nac and Pop. Porque cuando termina la proyección, el status quo sigue ahí, en la casa de los Crawley y afuera también, pero eso no le incumbe a este cronista. DOWNTON ABBEY Downton Abbey. Reino Unido/Estados Unidos, 2019. Dirección: Michael Engler. Guión: Julian Fellowes. Elenco: Matthew Goode, Maggie Smith, Elizabeth McGovern, Tuppence Middleton, Michelle Dockery, Kate Phillips, Allen Leech, Joanne Froggatt, Sophie McShera, Hugh Bonneville. Producción: Julian Fellowes, Gareth Neame y Liz Trubridge. Distribuidora: UIP. Duración: 122 minutos.
Downton Abbey es la película perfecta. Perfecta para los devotos de la serie estrenada en 2010 por la cadena ITV -disponible aquí por Amazon Prime Video- que ven reaparecer aquel espíritu de una aristocracia en pugna entre la persistencia y la extinción, con la misma ácida conciencia del tiempo perdido y la misma pausada construcción de sus celebraciones y derrotas. Pero también es perfecta como puerta de entrada para un espectador ajeno al mundo de los Crawley, ceñido a esa mansión señorial de Yorkshire, que concentra la esencia de lo que allí se puede ver. Julian Fellowes se apoya en los mejores pilares: la visita de los reyes de Inglaterra a Downton, que visibiliza tensiones latentes en ese 1927 -monarquía versus republicanismo, emergencia de movimientos sociales, dilemas del linaje y la herencia-; algunos misterios sobre identidades ocultas y potenciales amores y la disputa entre los viejos servidores de la familia Crawley y los recién llegados a las órdenes de la realeza. En ese juego, ningún personaje pierde interés e integridad, aunque su presencia sea apenas una fugaz aparición. La serie fue menos la afirmación de una realidad que la añoranza de un ideal, y esta coda imaginada por Fellowes es honesta con su propia evocación. En esa clave, Maggie Smith consigue que su lady Violet sea el mejor termómetro de ese universo, astuta en sus disputas verbales, emotiva en sus confesiones y lúcida en la certera lectura del porvenir.
“No discuto, explico”, razona y determina Violet, la mayor de los Crawley, con esa mirada fulminante que sólo Maggie Smith puede mantener, a sus jovencísimos 84 años. La serie Downtown Abbey llega a los cines en un filme que bien podría ser un “especial”, y que encuentra a los personajes de la casona en la campiña británica, tal como estaban en sus relaciones en su último episodio, hace cuatro años, cuando finalizó. ¿Hace falta haber visto la serie para disfrutar de la película? Se entiende perfectamente, aunque se pierdan guiños y, de entrada con tantos personajes, las relaciones puedan tardarse en comprender. Lo básico es que tanto la aristocracia como la servidumbre en Downtown Abbey se ve convulsionada ante la carta -es 1927- que llega por correo anunciando la visita, por una noche, de los reyes de Inglaterra. Lo primero que llama la atención no es que los diálogos, la escenografía y hasta las marcaciones de los actores parecieran detenidos en el tiempo -porque están igual-, sino que en las apretadas dos horas de la proyección campea un humor que, si bien el cinismo era una de las armas de los showrunners de la serie, se agradece y mucho. Las disputas pasan entre los que se juntan a comer en la cocina, abajo, por desear servir a la realeza, cosa que no podía ser, ya que un día antes llegan un chef francés, un mayordomo y ayudantes para atender a los reyes. Y en los salones, porque una prima de Violet, Maud Bagshaw (Imelda Staunton), que acompaña a la reina, no tiene intenciones de nombrar como su heredero al hijo de Violet, Robert (Hugh Bonneville), sino a su asistente (Tuppence Middleton). O sea que hay nuevos personajes, que encajan a la perfección, también peleas internas, alguna revelación que sorprenderá a los fans y todo, todo muy british. Downtown Abbey se deja ver hasta con placer, incluidos los momentos en los que el culebrón asoma sin pedir permiso.
Entre 2010 y 2015 la cadena británica ITV emitió la serie de época creada por el ganador del Oscar Julian Fellowes (Gosford Park). El suceso en su país se vio replicado en todo el mundo y, especialmente, en Estados Unidos: allí adquirió estatus de impensado fenómeno y hasta durante mucho tiempo fue una de las series favoritas de los Premios Emmy, incluso a pesar de ser inglesa (es el programa de televisión no estadounidense más nominado en la historia de los premios). Pasaron apenas 4 años desde su despedida de la pantalla, pero como parece que toda serie debe regresar, han decidido rescatar el show entregando una película de 2 horas que viene a regalarnos un poco más de esos personajes que supimos amar y odiar. Entrega solo para fans, aunque el resto puede no pasarla tan mal. Queda claro que si no sabés todo lo que sufrió Lady Mary, si no lloraste desparramado en el sillón con la muerte de Lady Sybil dejando a Tom roto en mil pedazos, si no detestaste los maquiavélicos artilugios de Barrow, o si no conocés la desopilante guerra silenciosa entre Violet (Maggie Smith) e Isobel (Penélope Wilton), esto no es para vos. Es verdad que la película trata de contextualizar y dar un pantallazo explicativo para los espectadores casuales (que quizás ingresaron a la sala por error), pero no hay tiempo suficiente para que la prehistoria de tantos (¡tantos!) personajes sea explicitada. Sin conocer las relaciones forjadas a lo largo de 6 temporadas te vas a perder la mitad de los guiños o chistes preparados, aunque apuesto unas fichas a que ese espectador casual, pese a perderse miles de referencias, al menos no se aburrirá. Es que gran parte del éxito de Downton Abbey radicó en saber enganchar a millones de espectadores aun cuando en la trama no estaba pasando nada verdaderamente relevante. Especial de Navidad de alto presupuesto. Una de las costumbres de la serie (y de los grandes shows británicos) fue realizar un episodio especial a emitir en Navidad, relatando alguna historia por fuera del arco de la temporada de su respectivo año. Downton Abbey La Películatranquilamente podría ser uno de esos episodios random, aunque con un presupuesto mucho más elevado. Han pasado unos años en la trama respecto a la última vez que vimos a los Crawley. El anuncio de la visita del Rey George V (Simon Jones) y la Reina Mary (Geraldine James) son el disparador para que todo el mundo enloquezca en Downton: los dueños por tamaña presencia en su hogar, los sirvientes por el esfuerzo que deberán implementar para hacer quedar bien a sus patrones y a sus propios egos. Downton Abbey supo -como ninguna otra serie- tomar los elementos fundamentales de la bastardeada telenovela, envolviéndolos en un lujoso paquete de alto presupuesto, vestuario de época y diálogos pulidos por un Academy Winner, logrando un culebrón de mucho estilo que atrapa tomando lo más interesante y adictivo del género, convenciéndonos de estar viendo una serie digna de la edad dorada de la TV. Pero bajo brillos, platería, e imponentes habitaciones, fuimos atraídos por romances, traiciones y muertes que bien podrían ser de la novela de la tarde. Esta película repite el esquema, aprovechando esa visita Real para seguir dándonos lo que mejor supieron hacer: más líos amorosos, más guerra entre mayordomos, más problemas de gente aristócrata que debería darnos un poco de vergüenza nos importen tanto. Tras diálogos ágiles (Smith arrasa en cada aparición) y pese a cierta sobrecarga de tramas y personajes, Downton Abbey La Película se las ingenia para remarcar los que siempre fueron sus temas centrales: las diferencias sociales, el contraste entre las costumbres e ideologías de los miembros de la familia y su servidumbre, las consecuencias del paso del tiempo, cómo ese aristocrático estilo de vida se vuelve añejo ante un mundo que evoluciona. La presencia Real no hace más que exacerbar esas cuestiones, poniendo en duda las convicciones de todos. Claro que eso es apenas una pincelada en un lienzo centrado en contarnos cómo siguen esos personajes que hace un tiempo no veíamos. Downton Abbey La Películaaprovecha además para darle una especie de cierre o final feliz a dos de los personajes que nos dejaron con sabor a poco en el series finaledel show: Barrow (Robert James-Collier) y Tom Branson (Allen Leech). Mientras el resto de los personajes habían conseguido sus merecidos happy endings, ellos quedaron en una nebulosa que ahora tiene su resarcimiento. A Barrow se lo utiliza además para otra de las claves de la serie: el contraponer lo que era juzgado en los años 20 y que hoy en nuestros días debería dejar de serlo.
¿Qué papel juegan en éste circo?. Crítica Un filme sobrecargado, la jerarquía inglesa impresa en el reparto. Pone sus fichas en un mega montaje de época sin limitación. Entrega escenas cómicas pero ingresa por la puerta trasera. Por. Florencia Fico. La serie televisiva “Downton Abbey” pasa a la pantalla grande con la excusa de darle la bienvenida a su imponente mansión en la campiña británica donde residen los familiares Crawleys; con grandes títulos nobiliarios además trabajadores a su servicio ambos sectores se ponen en marcha para acoger tanto al Rey y la Reina que provienen del Palacio de Buckingham. Por dos horas Reino Unido se trasladó a la Belle Époque bajo la puntillosa dirección de Michael Engler en Dowton Abbey. En sintonía con su anterior filme “The Chaperone” sigue los rasgos que describen la escena en 1927; en éste caso se mueve a Inglaterra. Retrata el funcionamiento de la realeza sus reglas, etiqueta, poder,banquetes y el contexto social conflictivo. Como realizador teatral despliega imágenes que confrontan el protocolo. Los espectadores podrán experimentar y sentir cercanía con los personajes, su lugar, el tiempo, emociones, reflexiones y performance. El guión de Julian Fellowes continúa ahondando en la narración situada en un periodo determinado los años 20′ ya en The young Victoria empezaba a preparar su visión sobre los mandamientos de la época las conversaciones entre los miembros en la realeza y sus sirvientes. Con gentileza aporta denuncias atemporales como la elección sexual,crisis matrimoniales, el machismo y lucha entre clases en esferas altas con negociaciones por más privilegios y las bajas donde los empleados de la residencia se ven reducidos por otros. El encargado en musicalizar fue John Lunn escogió un estilo orquestal que conjuga bien con el tono de la película con valses de Johann Strauss II el compositor australiano que popularizó sus obras melódicas a base de piano y violín en convivieron con la danza en el filme asimismo eligió correctamente marchas con himnos típicos de la Corte. La dirección fotográfica en manos de Ben Smithard hizo maravillas con tomas aéreas de la mansión dando un toque lujoso y en cada toma. A los utensilios de plata, los retratos pictóricos, los jardines prolijos, la cristalería destella, el tapiz en las paredes, los vestuarios tradicionales los uniformes de los vasallos y los estratos más acaudalados con tiaras, coronas, gargantillas se impone la alta costura en duques y duquesas, condes, señores feudales, etc. Los intérpretes le dieron formato y condimento a la película Maggie Smith como la condesa Violet Crawley una viuda sarcástica aunque emotiva, su prima Lady Baghaw encarnada por Imelda Staunton expone un carácter enigmático y también su nieta Lady Mary Talbot (Michelle Dockery) un personaje entrañable. Aunque los que se llevan todas las carcajadas son los empleados de la mansión es el ejemplo de la cocinera Mrs.Patmore(Lesley Nicol) y su asistente Mrs. Daisy Manson(Sophie McShera) un dúo para el sketch asimismo sucede con el mayordomo principal Mr. Carson(Jim Carter) un disparatado, gran parte del humor proviene de las mujeres de éste hogar. Y aparece la conspiración con intérpretes como Thomas Branson (Allen Leech) y la intriga por parte del conserje Thomas Barrow(Rob James – Collier). El filme en general acierta en agrupar diferentes familias en un spin – off, con grandes momentos de gracia, excentricidad, opulencia y deja un entramado vincular que combina telenovela romántica a su vez dramática. Se destaca soberbiamente en plasmar una película “de época”. El factor sorpresa ante el peligro estimulará a cualquiera. Además amplía el debate sobre las revoluciones sociales; en las que los sectores bajos quieren visibilizar sus propias dudas, estigmas; y en los ámbitos más adinerados afrontar los prejuicios insertos en la aristocracia.
Cuatro años después del final de la serie, la más costosa producida por Masterpiece para la televisión británica, Downton Abbey hace su arribo magistral a los cines. Con toda la pompa y el lujo que el programa televisivo nos tuvo acostumbrados a lo largo de seis magníficos años, el elenco completo regresa para reinterpretar sus roles, aunque con pocos minutos en pantalla para cada uno. La historia, inspirada en la visita real del Rey George V a la mansión de Wentworth Woodhouse, se sitúa en el verano de 1927, dos años después de episodio final. Los reyes enviaron una carta anunciando su estadía en Downton durante los festejos que se realizarán en Yorkshire: desfile militar, cena de gala y baile en Harewood House. El anuncio pone patas para arriba la calma campestre del lugar: los Crawley comienzan los preparativos contrarreloj y sus empleados no podrían estar más emocionados y nerviosos al mismo tiempo. Para algunos servir a los reyes será el momento más importante de sus vidas, para otros, el más estresante. Cuando los enviados de la Corona lleguen con las indicaciones de cómo hay que hacer todo durante esos tres días, los planes de la familia Crawley podrían tambalear.
La familia Crawley llega a la pantalla grande. Nos ponemos imperiales para recibir la versión cinematográfica de la popular serie que ha cosechado miles de fans, Downton Abbey. Cuatro años después del recordado final, llega esta especie de extensión de la ficción (podría ser un capítulo más tranquilamente), que narra una situación muy especial que deberá atravesar la aristocrática familia Crawley. Los herederos del conde Grantham vivirán una de las experiencias más emocionantes de su vida, al igual que sus empleados, al recibir en su imponente castillo nada menos que a los reyes de Inglaterra. La realeza pasará solo una noche, pero despertará una verdadera conmoción entre los involucrados. Todos querrán servir de forma honrrosa a la amable pareja. Claro que este es el disparador, o conflicto principal, para que se desencadenen distintas subtramas que involucran a todas las clases sociales de la época. Amoríos, declaraciones de matrimonio, replanteos sobre esa forma de vida noble ya en decadencia, embarazos, salidas del closet y hasta un secreto familiar muy bien guardado. O sea que como en la serie, la acción no cesa entre situaciones y diálogos verborrágicos, todo amenizado con un humor inglés característico. Si bien la versión televisiva abordaba sucesos reales como el hundimiento del Titanic o la formación del Estado Libre Irlandés, aquí la trama es más ligth. No hay temas de relevancia histórica, sino que todo versa en torno a la visita real. Quien no ha visto el éxito televisivo quizá encuentre los planteamientos de la cinta un tanto retrógrados. La cuestión de esa veneración y sumisión ante los reyes, dueños de títulos heredados, sobre todo por parte de los empleados de la mansión, o cómo está metido a fórceps el conflicto gay, por ejemplo, nos remite más a una narración rancia que nostálgica. Con un guion más endeble, de todos modos, no dejará de tener encanto para quienes están en sintonía con la serie. Podrán disfrutar tanto de la mansión como de esos personajes ya conocidos, sumergidos en una coralidad de situaciones cómicas y palaciegas, así como de un diseño de producción impecable, rodeado de lujos, brillos y excentricidades.
La serie Downton Abbey (2010-2015), creada Julian Fellowes, tuvo seis temporadas en las que mostró, como casi ninguna otra serie, la vida británica con sus costumbres, sus ideas, su humor y también sus prejuicios. No toda la vida británica, sino la que giraba en torno a una familia aristocrática en el condado de Yorkshire y la servidumbre que trabajaba allí. A partir de estas dos clases sociales asomaba toda la historia británica y se recibían ecos de los cambios en el mundo. Se trataba de una serie amable, que combinaba melodrama con historia, bastante humor y un elenco multitudinario donde todos brillaban. La reconstrucción de época era maravillosa y el éxito de público y crítica demostró que el objetivo estaba cumplido. Algunos episodios eran excelentes, otros absolutamente memorables. La emoción era genuina y el cariño por los personajes funcionaba por acumulación. En ambas clases se veían historias de amor, honor, sacrificio, lealtad y miseria. La condición humana y las tensiones de clase tomadas con una mirada comprensiva y sin el más mínimo rasgo de sordidez. Puro disfrute, más allá de los grandes momentos dramáticos. Terminada la serie, no fueron pocos los fans que querían más historias, que buscaban reencontrarse con sus personajes favoritos. La película se hizo esperar pero llegó, sin duda para satisfacer a esos seguidores sedientos de una vuelta más. Un bis para festejar todo lo que la serie construyó durante sus seis temporadas. ¿Pero que puede ofrecer una película que no se haya hecho ya en todos estos años? Bueno, de la misma manera que hay especiales de Navidad o Halloween y muchos telefilms con los que grandes series han jugado al reencuentro, Downton Abbey busca ofrecer algo especial para este regreso. Lo primero que ofrece es la mansión donde vive la familia Crawley. La pantalla grande es aprovechada al máximo, con una pantalla más ancha y con varias escenas que muestran hasta qué punto los realizadores saben que los fans valorarán ver la locación principal de la serie en todo su esplendor. Varias escenas muestran mayor producción y una generosa actitud para el disfrute de los incondicionales. La historia arranca en 1927, un año después del final de la cronología de la serie. Una noticia produce un revuelo en Downton Abbey: el rey George V y la reina Mary visitarán la casa como parte de una gira por el país. Excelente punto de partida para explotar al máximo las tensiones sociales, las costumbres, las ambiciones y los temores de una sociedad. Pero al mismo tiempo, y siendo fiel a la serie, una importante dosis de humor británico. No hay que adelantar nada de la trama. Casi todos los actores de la serie están, lo que por supuesto es el máximo interés para la continuidad de la historia. A juzgar por el éxito de una serie británica más reciente como The Crown, no sería absurdo pensar que Downton Abbey pueda seguir la historia más allá de 1927. Pero como balance final, la película no tiene nada nuevo para ofrecer, salvo algún que otro guiño y a nuestros personajes favoritos haciendo sus gracias. Se valora, se agradece, nunca está demás un reencuentro si se hace como corresponde.
La estructura de la película es similar a la de los distintos capítulos televisivos. Transcurre en 1927, en un majestuoso castillo donde viven los Crawley, ellos y todos los que habitan allí están a punto de vivir un hecho histórico que puede marcar sus vidas para siempre: serán visitados por la Reina y el Rey de Inglaterra y todos se alteran incluyendo a los sirvientes. Es una historia coral, llena de personajes, a lo largo de la cual vamos viendo los preparativos ante tal majestuoso acontecimiento y donde surgen las disputas y la lucha de poder entre los sirvientes del castillo con los de la realeza, que a su vez contiene varios diálogos interesantes. Maravillosas las peleas entre los personajes que componen Maggie Smith e Imelda Staunton que resultan de gran calidad y con soberbias actuaciones en las que se sacan chispas en cada escena. Aunque no seas seguidor de la serie, se disfruta, tiene ese humor inglés pasando por lo ácido y sarcástico, no aburre. Es sencilla y constituye un buen pasamiento, además cuenta con la maravillosa banda sonora de John Lunn, están correctos todos los rubros técnicos, pero varias escenas y planos se alargan demasiado, le sobran algunos minutos y resulta poco pretenciosa.
Downton Abbey: Un bello capítulo más. Cuatro años después del final de la serie homónima, Michael Engler (director de algunos episodios) se pone tras las cámaras de esta película que vuelve a reunir a nobles y criados en la mansión de la campiña inglesa. Cualquiera que fuera admirador de la serie británica se dará cuenta que la película sirve como continuación de todo lo que sucedía en la abadía: desde los arrebatos de Daisy (Sophie McShera) a la estirada presencia de Lady Mary (Michelle Dockery), el tradicionalismo de Carson (Jim Carter), los comentarios ácidos de la Condesa Viuda (Maggie Smith), la atractiva rebeldía domesticada de Branson (Allen Leech), la amistad interclasista que ofrece Anna (Joanne Froggatt) o el mal carácter de la señora Patmore (Lesley Nicol) entre muchos otros personajes que se pasean por el castillo que ofrece un análisis de la situación socio-política de principios del siglo XX. Esta vez, el creador Julian Fellowes, guionista de la serie y la película, centra toda la acción en los preparativos que deben hacer en el Highclere Castle (Hugh Bonneville y Elizabeth McGovern) para recibir a la Familia Real, que tiene previsto hospedarse en la casa. Probablemente, incluso los más neófitos en el universo de la serie puedan acercarse sin problema a esta nueva entrega, ya que la historia es sumamente sencilla. La visita de los reyes Jorge V y María de Inglaterra al imponente castillo de los Crawley y cómo eso afecta tanto a los nobles como al personal de servicio. En la película hay drama y mucha comedia. Lo más divertido, como siempre, es protagonizado por el mayordomo Carlson, ya jubilado pero excepcionalmente recuperado para ocasión, y su enfrentamiento con el mayordomo enviado por la Casa Real. La aparición de Lady Bagshaw (Imelda Stauton), un nuevo personaje, encarnará una graciosa relación amor-odio, con Violet Crawley (Maggie Smith). Todo el reparto es ostentación pura, aunque sobresalen Imelda Stauton y Maggie Smith. El espectador sólo desea que la cámara las enfoque ya que la combinación es sencillamente explosiva. Volvamos ahora sobre la aclamada serie: 6 temporadas emitidas entre 2010 y 2015, con una de las mejores ambientaciones, 52 episodios, despedida triunfal con un especial de Navidad del 25 de diciembre de 2015. Terminó debido a que la legendaria actriz Maggie Smith deseaba dejar descansar a su papel y pasar página. Sin embargo, los fanáticos se quedaron con ganas de más, lo que ha hecho posible su retorno. Los protagonistas son la familia Grantham y sus sirvientes. Todos viven en una gran mansión y forman parte de la aristocracia rural inglesa que vio cómo su forma de vida empezaba a decaer después de la Primera Guerra Mundial. Para cuando llega la época en la que se ambienta la película, esos nobles de la campiña están muy cerca de desaparecer tal y como eran conocidos entre los siglos XVIII y XX. Los personajes se dividen entre los de las plantas de arriba (la familia) y los de las plantas de abajo (los criados). En los primeros encontramos a Lord Grantham (Hugh Bonneville) y Lady Grantham (Elizabeth McGovern). Él era un noble con título, pero sin dinero, que se casó con una heredera estadounidense que tenía la fortuna y cuyos padres ansiaban un título. Tuvieron tres hijas: Mary (Michelle Dockery), Edith (Laura Carmichael) y Sybil (Jessica Brown-Findley). La tercera murió en el parto de su hija, y la primera es la heredera de Downton pero, para ello, debía casarse con algún hombre de la familia que pudiera ser el heredero legítimo de Lord Grantham. Además, está la Condesa viuda, la madre de Lord Grantham (Maggie Smith), con un don para las frases ácidas e hirientes, y a Isobel Crawley (Penelope Wilton), madre de Matthew, el primer marido de Mary y padre de su hijo. También hay que contar con Tom Branson (Allen Leech), antiguo chófer de la familia y viudo de Sybil, y con Henry Talbot (Matthew Goode), actual esposo de Mary. Entre el servicio, los principales personales son la señora Hughes (Phyllis Logan), ama de llaves, y el mayordomo Carson (Jim Carter), que fueron desarrollando una tierna historia de amor a lo largo de la serie. Encontramos también a la cocinera jefe, la señora Patmore (Lesley Nicol) y a su ayudante, Daisy (Sophie McShera), a la que era la doncella de Mary, Anna (Joanne Frogatt), que está casada con el antiguo asistente de Lord Grantham, Bates. Y luego está Thomas (James Collier), un sirviente que ha tenido algún encontronazo con la ley porque es homosexual, y eso estaba considerado un delito en la Inglaterra de la época. La película, en sí, es intrascendente, aunque gracias a los maravillosos diálogos, interpretaciones y la ambientación, es posible sentirse otra vez en la mansión emblemática. Logra ser un exponente visual poderoso, mientras que en el plano argumental se queda lo anecdótico, pareciendo un episodio de la serie alargado. Vale tener en cuenta que la decisión más inteligente es la inclusión de muchísimo humor, ya que está repleta de golpes propios de la mejor comedia británica, lo que aligera mucho su visionado. Michael Engler, que ya había dirigido 4 capítulos, prueba la calidad de la serie al utilizar los mismos espacios, el mismo vestuario y los mismos recursos estilísticos, y que todo funcione bien en la pantalla grande. El guion de Julian Fellowes es efectivo al generar momentos románticos, dramas y diversión. En líneas generales es una película muy bien filmada, entretenida, agradable y, sobre todo, muy clásica. En suma, los amantes de la serie no pueden perderse esta película, pero es valioso que puede ser disfrutada como película de época por alguien ajeno al fenómeno mundial.
Comedia brillante. Una atractiva exquisitez para los fans “Dowton Abby”, es una comedia británica, histórica, escrita por Julian Fellowes y dirigida por Michael Engler. Esencialmente es un recorte, a manera de continuación, de la serie de televisión del mismo nombre creada por Fellowes, que se emitió en ITV desde 2010 hasta 2015. La serie “Dowton Abby”, describe la vida de la familia Crawley y sus sirvientes, que habitan en una mansión de la campiña inglesa a principios de siglo XX. A lo largo de sus seis temporadas la serie ha ganado en total 3 Globos de Oro, 15 Premios Primetime Emmy y un BAFTA especial, además de haber recibido 69 nominaciones a los Premios Emmy, convirtiéndose en la serie no estadounidense más nominada en la historia de los conocidos galardones. Luego de cuatro años de haber finalizado alanzó una meta muy ansiada por el equipo de producción, reaparecer en la pantalla grande. Al hacerlo se pudieron rosar escenas que para televisión hubieran sido imposibles. La idea fue hacer una realización independiente de la serie, pero sin perder su impronta original. La propuesta resultó ser un muy buen producto ya que no es necesario ver la serie para poder internarse en el filme. Sobre las bases de una comedia exquisita, renovada, a los personajes originales se sumaron otros que le dieron su toque de gracia e intriga particular. Ya que si bien se filmó en el mismo escenario, el castillo de Highclare, perteneciente a la familia del 8° condes de Carnarvon, muchas de las escenas transcurrieron en espacios del simpático pueblo de Downton, cercano a la propiedad, y los maravillosos paisajes de Yorkshire, Los primeros registros de éste famoso castillo de Highclare, de estilo isabelino, datan del año 749, cuando un rey anglosajón lo otorgó como herencia a los obispos de Winchester. Luego pasó de la iglesia a fiscales y plebeyos, hasta llegar a comprarlo el 3° Conde de Carnarvon. En 1922 el egiptólogo Howard Carter, descubrió la tumba de Tutankhamon con el patrocinio de George Herbert, 5.º Conde de Carnarvon, y en el castillo se guardaron innumerables reliquias egipcias. Durante la Primera Guerra Mundial, Highclare, se transformó en hospital, y en la Segunda Guerra Mundial en hogar de evacuados cuyos nombres se pueden ver en el techo. En 1988 el castillo abrió sus puertas al público, se convirtió en museo. Varias películas se filmaron en él como; “El jardín secreto” (1987), “Ojos bien cerrados” (1999), “Las cuatro plumas” (2002), También sirvió como la Mansión Wayne en casi todas las películas de Batman: “Batman” (1989), “Batman Returns” (1992), “Batman Forever” (1995), “Batman y Robin” (1997), “Batman Begins” (2005), y “The Dark Knight Rises” (2012) y “The Tatler” (El Taller – 2011). Lo interesante de esta nueva producción de “Dowton Abby”, es el incordio que implica para señores y criados la llegada de una visita real, como la del rey Jorge V (Simon Jones) y su esposa la princesa Victoria Maria de Teck (Geraldine James). Los reyes llegarán pasar una noche, luego de en un recorrido por Yorkshire, antes de ir a visitar a su hija, la Princesa Mary (Kate Phillips) y su esposo. Lord Lascelles (Andrew Havill) en la cercana casa de Harewood. También habrá un desfile por el pueblo (una secuencia encantadora, llena de boato y a la vez muy simple, con miembros reales de la Artillería del Caballo Real de la Tropa del Rey en traje ceremonial completo), y una exhibición de habilidades ecuestres en un campo cercano. Al mismo tiempo que se pule la plata (el espectador podrá observar un verdadero muestrario de bellas piezas: cubiertos, jarras, teteras, candelabros), y se golpean las alfombras para quitarles el polvo, surgen varias subtramas interesantes en un laberinto de enredos especialmente perpetrados por las dos eternas rivales: Isobel Merton (Penelope Wilton) y Violet Crawley (Maggie Smith) matriarca del clan, a las que se le suma Maud Bagshaw (Imelda Staunton) y un secreto muy bien guardado durante años que debe develar ante el asedio por su herencia. La coralidad es el gran mérito de “Dowton Abby”. El guion entrelaza fantásticamente bien las diferentes historias de una gran cantidad de personajes interpretados por excelentes artistas. La idea fue mostrar una gran variedad de personajes teniendo cada uno su propia trama, para ello se requería la participación de actores que sabían que nadie era protagonista, pero que podían lucirse en la totalidad del filme. En la película se demuestra lo que sostenía Konstantin Stanislavki, que no existen personajes secundarios, que sólo hay personajes que llevan al actor a cumplir sus objetivos fundamentales: dejar vivir al personaje y pensar como él. Desde este punto de vista se podría decir que ésta es una película de actores. Además de ello, el filme nos permite contemplar muy bien la manera en la que se relacionaban los amos con sus criados, y la vida de una aristocracia a la que son muy afectos los ingleses en aquella época y ésta. Julian Fellowes (premiado con el Oscar© al mejor guión original por “Gosford Park” , 2001) muy conocedor del mundo aristocrático inglés en que sitúa sus historias, regresa no sólo con el guion de la serie “Dowton Abby”, sino con el del filme del mismo nombre. En “Gosford Park” transportaba al espectador a una cacería de fin de semana, en la que los invitados llegaban con sus sirvientes, en “Dowton Abby”, los lleva a la llegada de excepcionales invitados, los reyes, que arriban con sus propios criados, lo que permitirá generar una especie de rebelión en el piso de abajo de la mansión creando situaciones muy divertidas. La cámara de Ben Smithard se mueve con agilidad y eficacia entre aristócratas y plebeyos, con una prodigiosa capacidad para jugar en diferentes planos, y con distintas partes de un mismo plano como en el desfile: de atrás adelante, izquierda y derecha, sin necesidad de apenas mover la cámara. Nada fue dejado al azar en “Dowton Abby”, la dirección de arte de Caroline Barton recrea magnificamente aquella década dorada de los veinte. De igual modo el vestuario de Anna Robbins permite a las actrices lucir unos diseños espectaculares que recuerdan el charlestón, lentejuelas y flecos. El director Michael Engler organizó su puesta como postales, en donde cabe todo lo humano con sus virtudes y defectos, distribuidos en un microcosmo compuesto por dos universos iniciales y presuntamente paralelos (los señores del piso de arriba y los criados del piso de abajo). También configuró un engranaje perfecto, dotando a los personajes de todos los matices necesarios para que la composición de cada uno de ellos brinde la aportación justa, para completar en todo su colorido el canavá creado. Lo interesante es que tanto Michael Engler como Julian Fellowes dejan un final abierto para el traspaso de las llaves de la mansión “Dowton Abby” a futuras generaciones, y eso queda expresado en el baile final en el balcón de los dos plebeyos que ingresaron en la nobleza: Tom Branson (Allen Leech) y Miss Lawton (Susan Lynch), como también el casamiento de Sybbie (Fifi Hart). “Dowton Abby”, es una producción para disfrutar, y a la vez soñar con mundos ajenos y lejanos a los nuestros, con una geografía de personajes dispares que devuelven al filme no tanto su originalidad como su origen.
Se trata de la continuación de la exitosa serie televisiva británica que hace nueve años comenzó a proyectarse y se prolongó a lo largo de cinco años, hablándose actualmente sobre una posible continuación. El filme transcurre en el condado inglés de Yorkshire en 1927, donde la aristocrática familia Crawley y sus sirvientes centralizan la atención del lugar y en la que se asiste, como principal acontecimiento, a una visita al castillo real por un día del rey y su esposa. Los mismos personajes de la serie, Lady Cora, el conde de Grantham, interpretado por Hugh Bonnevile, sus hijas Lady Mary y Edith, el yerno irlandés, viudo de una de las hijas de la familia y personajes como la madre del conde i (Maggie Smith y su clásico histrionismo humorístico), junto con una copiosa servidumbre en la que siempre tuvo un papel especial el "mayordomo perfecto" Charles Carson, jubilado ya, pero que reaparece en el filme. IMPORTANTE APUESTA Película de impecable factura visual, airosa música de superproducción, glamoroso vestuario y elenco que respeta en general el de la serie, "Downton Abbey" refleja la división de estamentos sociales de un mundo en extinción, en el que hasta la servidumbre pelea por las jerarquías, mientras, las intrigas, los chismes son condimento de todas las clases sociales. El filme deja de lado la mayoría de los sucesos históricos que rodean el contexto familiar (presentes en la serie), el hundimiento del Titanic, el crack económico de fines de los 20 y sólo alude a un atentado que tiene como protagonista en calidad de salvador al yerno irlandés de la familia Crawley. También incluye una "situación prohibida" de la que participa el personaje de Thomas Barrow. "Downton Abbey" será adorado por los seguidores de la inolvidable serie, que recuerda otra recordada saga televisiva británica ("Los de arriba, los de abajo") y que fue escrita por dos actrices de ese origen, Jean Marsh y Eileen Atkins. Una historia clásica bien contada, con buenos actores, exquisito vestuario y atractiva presentación. Innovaciones, ausentes.
Alguna vez la serie fue una mirada filosa y melodramática sobre el paso de lo antiguo a lo moderno en las primeras décadas del siglo XX. Después, poco a poco, ese equilibrio del gran telón de fondo con la lucha de clases reflejada en pequeños gestos cotidianos, derivó en lo que podríamos llamar “La Familia Ingalls” de la aristocracia inglesa. Y su costado “los de arriba y los de abajo” terminó en “los del medio”. Pues bien, igual mantuvo tres grandes virtudes: actuaciones humanas y divertidas, guiones de acero inoxidable, diseño de producción generoso pero no gratuito. Las tres virtudes reaparecen en este largo que ni da ni quita, una especie de ampliación, de “burbuja” en el recorrido planteado. La película más parecida a “Downton Abbey”, en cuanto a su independencia temática y apego al universo propio, es “Los Simpson”, la película, con la que haría un perfecto programa doble.
EL DISCRETO ENCANTO DE LA ARISTOCRACIA La peli de Downton Abbey es sólo para fanáticos de la serie La serie creada por Julian Fellowes salta a la pantalla grande con el mismo encanto y alcurnia que su predecesora televisiva. Julian Fellowes le encanta la aristocracia británica y sus contrastes con la servidumbre, sin los cuales, seguramente, no podrían sobrevivir ni un par de minutos. Tras ganar el Oscar con el Mejor Guión Original por “Gosford Park: Crimen de Medianoche” (Gosford Park, 2001), siguió ampliando estos temas en “Downton Abbey” (2010-2015), el drama de ITV y PBS que no tiene nada que envidiarles a las producciones de la BBC. A lo largo de seis temporadas y cinco especiales navideños, la historia de los Crawley recorrió las primeras décadas del siglo XX y, a través de ellos y sus conflictos, surcamos un montón de hechos históricos que repercutieron en las vidas de esta familia de Yorkshire. Ahora, cuatro años después del final de la serie, Fellowes decide retomar la trama dieciocho meses tras el desenlace de la última temporada con un hecho que pone a Downton Abbey patas para arriba: el arribo del rey Jorge V (Simon Jones) y la reina Mary (Geraldine James), como parte de una gira real por la campiña. La noticia, más que alegrar a los habitantes de la casa, despierta varios conflictos domésticos ya que Maud, Lady Bagshaw (Imelda Staunton) -prima de Robert Crawley (Hugh Bonneville)- viene en el paquete como dama de honor de la monarca. El problema es que Maud no tiene herederos y Robert es su pariente más cercano, una situación que puso a ambas familias en jaque, sobre todo a la matriarca Violet Crawley (Maggie Smith). Lo pintoresco de “Downton Abbey” (2019) -la película- es el revuelo que se arma en la mansión antes de la visita de los reyes, sobre todo con los numerosos sirvientes que, entusiasmados por la ocasión, van a ser desplazados por el comité que viene desde el palacio de Buckingham, con mayordomo incluido. Ninguno de los criados de Downton quiere ceder su lugar (más allá de sus férreas creencias políticas), lo que inicia una simpática rencilla con su nueva competencia. Arriba, la cuestión es diferente porque a Lady Mary Talbot (Michelle Dockery) le toca cargarse todas las responsabilidades al hombro, un compromiso que la obliga a replantearse esta vida de lujos y alcurnia, y hasta sopesar la posibilidad de abandonar la propiedad para convertirla en escuela o alguna otra cosa, como ya lo hicieron varias familias de la zona. Estos cambios de actitud ante su estatus social vienen de la mano de los cambios de la época. Estamos en 1927 y la modernidad amenaza con interferir en las tradiciones que, si bien no van a mutar demasiado, al menos, deben adaptarse a los tiempos que corren. Llegaron las visitas Si bien los hombres siguen siendo las figuras más preponderantes de este presente (son los únicos que pueden heredar, por ejemplo), los machos proveedores, los héroes que salvan el día y los que viven aventuras; a las mujeres, además de quedarse en casa a tomar el té y hacer sociales, les toca tomar las decisiones más difíciles, muchas veces, chocando con las convenciones de la época. “Downton Abbey” es una continuación correcta que mantiene la calidad de la serie original -no hay con qué darle a esa puesta en escena, el vestuario o el reparto coral-, pero también su planteo de melodrama con contexto histórico. Los no iniciados pueden no tener la menor idea de quién es quién y qué les ocurrió en el pasado, pero Fellowes y el director Michael Engler (responsable de algunos episodios de la serie) encuentran la excusa perfecta para enganchar, incluso, a aquellas audiencias que no están familiarizadas con la trama gracias a una historia sencilla que le da lugar a cada uno de sus personajes y, además, suma misterios, drama y un poquito de romance sin caer en ningún extremo. El futuro de Downton está en sus manos Acá no hay villanos, ni siquiera antagonistas de peso, sólo un conjunto de situaciones que se van hilando alrededor de la visita real, los Crawley y sus conflictos (internos y externos). El resultado es un relato sólido y disfrutable, casi inocuo, porque los realizadores nunca se molestan en tratar de analizar cuestiones de clase. En el universo de “Downton Abbey” a los sirvientes les gusta servir sin cuestionar su lugar político o socioeconómico. Queda claro que son los verdaderos engranajes, responsables del funcionamiento de la casa, y se conforman con las felicitaciones de sus amos y un trabajo bien hecho. Así, la película sigue los mismos convencionalismos de la serie de TV sin innovar en su estructura o tomar algún riesgo. Es más, sus realizadores fueron a lo seguro para testear el terreno cinematográfico, uno al que tranquilamente podrían volver muy pronto ya que esta entrega deja el tablero bien acomodado para que la tradición de los Crawley continúe…, además de que la apuesta fue un éxito en las salas de Estados Unidos.
La serie “Downton Abbey” generó una legión de fans alrededor del mundo, además de obtener tres Globo de Oro para tres de sus protagonistas. La serie tuvo seis temporadas durante las cuales se puso la lupa sobre parte de la historia y la sociedad inglesa durante la primera mitad del siglo XX a través del retrato de una familia aristocrática y su pequeño y leal ejército de sirvientes. Aún para quien no haya visto la serie, la película resulta atractiva y funciona con la precisión de un reloj británico, aportando, como en la serie, dosis de intriga, suspenso y sobre todo de humor que, una vez más, tiene a Smith como la esgrimista más afilada en las batallas verbales. El nudo del relato, que transcurre en los años 20, es una carta que le anuncia a Robert Crawley, conde de Grantham y patriarca de la familia, que el rey Jorge V y la reina Mary se hospedarán una noche en la mansión, lo que genera toda clase de conflictos, desacuerdos y corridas tanto entre los nobles como entre el personal.