Downton Abbey: Una nueva era

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

El agridulce sabor del final

La exitosa serie creada por Julian Fellows regresa una vez más con una nueva película tras las seis temporadas iniciadas en 2010 y culminadas en 2015 y la película de 2019, que añadió otro capítulo a la saga de la dinastía Grantham. La última entrega de la historia, Downton Abbey: Una Nueva Era (Downton Abbey: A New Era, 2022), una continuación del film anterior, cuenta con la dirección del realizador londinense Simon Curtis, responsable de Woman in Gold (2015) y My Week with Marilyn (2011), y con la dirección de fotografía del multipremiado Andrew Dunn, responsable de films como Gosford Park (2001), de Robert Altman, y Crazy, Stupid, Love (2011), de Glenn Ficarra y John Requa, agregándole a la propuesta una nueva profundidad en su mirada del Castillo Highclere en Hampshire, en el sudeste de Inglaterra.

Las finanzas de la finca de Downton Abbey de fines de la década del veinte no son tan holgadas como solían serlo en sus mejores tiempos, lo cual es retratado en la última temporada de la serie ambientada a mediados de dicha década, por lo que cuando la idílica cotidianeidad de los Crawley es sacudida por el interés de la productora del director de cine Jack Barber (Hugh Dancy) de utilizar las locaciones del castillo para su nueva película, la necesidad de un alivio económico opaca las protestas aristocráticas contra el avance del séptimo arte sobre las rígidas tradiciones inglesas. A este predicamento se suma la inquietante noticia de la abuela Violet (Maggie Smith) de que acaba de recibir como herencia una villa en el sur de Francia por parte de un antiguo pretendiente francés, que le será cedida a Sybbie (Fifi Hart), la hija de Tom (Allen Leech) con su difunta esposa Sybil, lo que genera la necesidad de que parte de la familia emprenda un viaje hasta allí debido a la cordial invitación del hijo del fallecido (Jonathan Zaccaï), quien sospecha que Robert (Hugh Bonneville) puede ser su medio hermano. Mary (Michelle Dockery) se queda junto a su abuela en Downton y gran parte de los sirvientes mientras que Robert, Cora (Elizabeth McGovern), Tom y su esposa Lucy (Tuppence Middleton), Edith (Laura Carmichael) y Maud (Imelda Staunton) viajan al sur de Francia para conocer la villa, iniciando así una nueva etapa de la historia familiar. La llegada a la casa de los protagonistas de las películas, dos estrellas del cine mudo, Guy Dexter (Dominic West) y Myrna Dalgleish (Laura Haddock), genera revuelo y ansiedad en los sirvientes, especialmente en Daisy (Sophie McShera) y Anna (Joanne Froggatt), pero la antipatía y soberbia de la actriz logra que los comentarios negativos sobre su actitud circulen por todos los pasillos de Downton Abbey. Mientras tanto, en la calidez de las fabulosas vistas de la villa del sur de Francia, surgen sospechas de que Violet puede haber tenido una aventura romántica en su juventud, lo que pone en jaque a Robert. En Downton la finalización de la película muda corre peligro ante la irrupción del cine sonoro y Mary y el director, Jack, descubren que se sienten atraídos mutuamente mientras trabajan juntos en salvar el proyecto con el condimento de la ausencia del marido de Mary, Henry, un enamorado de los autos, la velocidad, la libertad y las aventuras.

En las dos horas de duración del film se suceden una gran cantidad de situaciones típicas de la serie que conducen a los personajes hacia su nuevo futuro. Mary debe doblar la voz de Myrna para que el film continúe a pesar de la frustración de la popular actriz, Robert no puede creer en la posibilidad de ser hijo de otra persona, Cora oculta una enfermedad cuyos síntomas se hacen cada vez más patentes, Edith regresa a su pasión por el periodismo, el mayordomo Thomas Barrow (Robert James-Collier) recibe la noticia de que su última pareja se va a casar a la vez que atrae la atención del protagonista de la película, Guy Dexter, un actor inglés que vive en Hollywood desde hace diez años y le propone mudarse con él a Estados Unidos, Mr. Molesley (Kevin Doyle) descubre que tiene una inclinación hacia el cine y se convierte en guionista ante la necesidad de crear diálogos y construir una nueva trama para el film sonoro, Daisy convence a Mrs. Patmore (Lesley Nicol) de persuadir a un antiguo pretendiente e inquilino de la cabaña que habitan con su esposo, Andy (Michael Fox), de mudarse con ella para que la joven pareja pueda quedarse sola finalmente, e Isobel (Penelope Wilton) se hace cargo de revisar las cartas del fallecido pretendiente de Violet para descubrir la verdad sobre quién es el padre de Robert.

En esta nueva entrega de Downton Abbey la alegría y la tristeza más absoluta se dan encuentro en los ciclos de la vida, el inicio de las nuevas tradiciones y la continuación de las antiguas, para disfrutar de las ironías de Violet Crawley, la candidez de Lord Grantham, los comentarios gruñones del anticuado Carlson (Jim Carter), la amabilidad de la inocente Daisey, la calidez de la simpática Mrs. Patmore y la singularidad del atribulado Thomas Barrow, algunos de los entrañables personajes creados por Julian Fellowes e interpretados por un elenco maravilloso que incluye casi todo el equipo de la serie original, excepto por Matthew Goode.

Toda la saga de Downton Abbey se destaca por su romanticismo de la aristocracia y de la aquiescencia inglesa alrededor de las tradiciones, eso es indudable, pero la historia de Fellowes no cae nunca en la banalidad ni en la negación de los conflictos, ni siquiera los de clase. Aquí el guionista logra captar los problemas humanos desde una sutileza y una profundidad poco común, brillante y apasionante a la vez, que demuestra que lo que parece complejo tiene un grado de simpleza y viceversa. La loa a la aristocracia tiene su correlato en su declive y en el ascenso de la clase media y la burguesía, los cambios sociales y técnicos y el surgimiento de una nueva era sobre las robustas raíces de las tradiciones, cuestiones que Downton Abbey construye con maestría para permitir al espectador adentrarse en la historia cotidiana de Inglaterra.

Fellowes demuestra una vez más que es posible realizar una obra de época exquisita donde los detalles están cuidados al máximo y las cortas escenas son rompecabezas de un entramado de diálogos potentes que permiten disfrutar de un vocabulario enriquecedor para regocijarse con la cadencia y la erudición de un guión típicamente inglés. Downton Abbey: Una Nueva Era es un gran final para una etapa de la historia y tal vez el comienzo de una nueva que siga con la reconstrucción del derrotero de la aristocracia británica durante el Siglo XX.