Downton Abbey: Una nueva era

Crítica de Héctor Hochman - Revista Cartelera

Esta segunda secuela originada en la serie de televisión no aporta nada diferente a la primera, en tanto y en cuanto esto se relacione con las formas, los personajes.

Si hay una diferencia en lo que cuenta, dos tramas paralelas, que nunca se cruzan.

La responsabilidad en la dirección recayó en las manos de Simon Curtis, el mismo de “Mi Semana con Marilyn” (2011) un profesional con mayor experiencia en la televisión, mientras que el guion sigue perteneciendo a Julián Fellowes, el creador y guionista del éxito televisivo que dio origen a estas dos películas.

El filme presenta como datos significativos, una muerte, un nacimiento y un casamiento, posiblemente no en ese orden, todo lo que rodea a estos acontecimientos, aparece de relleno, a punto tal que los conflictos aparecen y se resuelven casi inmediatamente apelando a los diálogos. Todo se siente muy automático, dejando la impresión que nada ha sucedido, nada ha cambiado esperando la próxima.

En todo lo demás Fellowes, se copia a si mismo (o puede ser un auto homenaje), del filme Gosford Park (2001), dirigido por el genial Robert Altman a partir de una idea propia del director en conjunto con Bob Balaban.

En esta oportunidad el filme va saltando de una historia a la otra sin necesidad de establecer contacto entre ellas, por un lado la anciana viuda condesa Violet Crawley (Maggie Smith) anuncia que ha sido propietaria de una villa en el sur de Francia obsequiada por un Marques hace 50 años, pero que ella descreía del obsequio, nunca lo corroboró, ahora que el noble francés ha muerto es convocada por los abogados ha hacerse cargo de la propiedad.

Ella resuelve entregársela a su nieta. Sin embargo la viuda del francés (Natalie Baye) interpelara sobre la decisión de su esposo. Para resolver el conflicto viaja una comitiva de la familia encabezada por Robert Crawley (Hugh Bonneville) incluyendo al viejo mayordomo Carson (Jim Carter).

El otro relato es un juego del cine dentro del cine, la mansión es alquilada por una productora de cine que desea filmar alli mismo, el dinero le servirá a los propietarios arreglar algunas partes de la misma, como por ejemplo el techo.

La comitiva es encabezada por las estrellas del momento Myrna Dalgliesh (Laura Haddock), Guy Dexter (Dominic West) y el director Jack Barber (Hugh Dancy), mientras la aristocracia mira de reojo a los invasores, los empleados están excitados por conocer a sus estrellas personalmente.

Esto derivará en entrecruzamientos de los personajes, todos muy previsibles, algunos increíbles, sobre todo por el año de los acontecimientos sería 1928/29, antes del lunes negro en Wall Street y de la llegada del cine sonoro. Godford Park transcurre en 1932.

El director sabe como narrar, lo hace tan automáticamente como mandan los libros, todo es muy superficial, sin embargo no aburre pues se apoya en las maravillosas actuaciones, varias grandes figuras desaprovechadas y en algunos diálogos chispeantes.

Es claramente una producción realizada para los seguidores de la serie, si bien el filme se sostiene sin necesidad de saber nada, los fans le podrán sacar más provecho.

En tanto a los demás rubros, esta de más decir que la dirección de arte se lleva los lauros, escenografía y vestuario específicamente, en tanto la fotografiá es de muy buena concepción, dando los tonos necesarios según los momentos que establecen las imágenes.

El diseño de sonido incluso es de buena factura, sin embargo la banda de sonido se presenta como muy cargada, como remarcando cada momento, en vez de pasar desapercibida, se hace notar y eso no es lo óptimo.

En definitiva, es un filme vacuo que no aburre, se pasa un rato agradable, se olvida apenas se prenden las luces de la sala.

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Publicado 5 hours ago por Revista Cartelera

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