Dovlatov

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Periodismo militante versus integridad artística.

Basta con una escena para sintetizar el espíritu de esta biopic, que gira en torno a la grisácea y triste existencia de un intelectual en la era de la Unión Soviética, Sergei Dovlatov, quien fuera reconocido -como tantos escritores- de manera póstuma al engrosar una lista de artistas que no llegaron a vivir más que cincuenta años. La escena se instala en las calles de San Petersburgo, en un rodaje de una película conmemorativa de la Revolución Soviética en el que actores berretas se ponen en la piel de grandes escritores rusos como Tolstoi, Pushkin y Fiodor Dostoyesvki. El protagonista, Sergei (Milan Maric) tiene que escribir “positivamente” para el periódico del astillero, afín al régimen de Brezhnev, pero fiel a su esencia cínica, a su pensamiento crítico de las políticas de aquel socialismo de los setenta e incluso de su lugar de trabajo, expone entre los escritores contradicciones y deja en evidencia la ignorancia de quienes los interpretan, además de ganarse el repudio de toda la plana del periódico por no obedecer.

Así transcurren los seis días elegidos por el director Aleksey German para retratar una época donde el libre pensamiento y el rol de muchos artistas y escritores rusos se vio sumamente afectado tanto por la censura como por las imposibilidades de mostrar su obra, ya sea al no encontrar lugar para publicar como el caso de Sergei o su amigo y poeta Iosif Brodsky, quien fuera premio Nobel en el exilio décadas después. Dovlatov corrió la misma suerte en el exilio aunque no recibió el premio pero sí los elogios a su prosa y escritura.

Las energías invisibles que atraviesan el derrotero del periodista y escritor ruso también se entrelazan con su instinto de supervivencia, y tienen que ver con un periodismo militante, siempre sumiso a las bajadas de línea del positivismo absurdo con buenas noticias para las masas, frente a la integridad artística de un escritor fiel a su época, tiempo y realidad social. El rechazo a cualquier texto con visos de ironía o al menos reflexiones sobre la falsedad del relato oficial son apenas apuntes para que la trama no acuda a la bajada de línea de un cine panfletario y contradictorio con lo que pregona.

Ficción, subjetividad del protagonista y naturalismo rabioso se yuxtaponen en las charlas con colegas o prácticas clandestinas y peligrosas como por ejemplo el contrabando en la Unión Soviética represiva, y donde la palabra libertad era tan hueca como la mente de aquellos retrógrados que se ubicaban -ya sea por miedo a la cárcel u omisión- en las antípodas de Sergei Dovlatov y su grupo de amigos intelectuales y resilentes.