Dos vidas

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Así como Argentina suele basar buena parte de su filmografía en revisar oscuros aspectos de su pasado, Alemania es otro país que lejos de esconder los puntos más cuestionables de su historia, los hace carne en buena parte de su cine más celebrado.
"Dos Vidas", de Georg Mass y Judith Kauffman es una acabada muestra de una cinematografía valiente y poderosa. Hace pocos días, finalizó en nuestro país una nueva edición del Festival de Cine Alemán, dejando en claro el excelente momento por el que pasa el país en materia de films que conjugan una correctísima factura técnica con temáticas comprometidas bien plasmadas en sus argumentos; y este film del director de NeuFundLand no hace más que confirmarlo.
No es sencillo narrar su argumento ya que lo mejor será que el propio espectador descubra todo el entramado, pero haremos el intento de no revelar más de lo debido. Basad en hechos reales, y adaptando la novela Ice Ages, se ubica aproximadamente un año después de la caída del muro de Berlín, reunificación de los dos Alemanias, triunfo de la democracia y del capitalismo.
Kathrin Lehnhaber (Juliane Köhler) es una mujer que investiga hechos relacionados con un “asilo” de bebés al que fueron conferidos varios niños refugiados o separados de su familia, y que involucra a las dos Alemanias (RDA Y RFA) y a Noruega como país conector y de refugio.
Ella misma, fue separada de su familia natal, y pudo regresar a su país tiempo después. Pero también maneja una doble vida, si por un lado se involucra más y más en esos hechos del pasado, intenta manejar una vida familiar en armonía que se escapa de las manos, como si ante cada descubrimiento un sombra tomara cada vez más lugar en ella. Hay cosas que ella oculta, y hay cosas que desconoce y será muy doloroso descubrirlas.
Inteligentemente, el guión no se desnuda al primer minuto, pasará una buena parte del metraje hasta que lleguemos a comprender en su totalidad qué es lo que estamos viendo, como las capas de una cebolla que deberemos ir pelando y abriendo para llegar a su centro. Pero aun así, sin comprender la escena desde un principio (lo cual causará un mayor impacto llegado el momento), jamás perderemos la atención, hay una intriga que subyuga, por saber qué es lo que ocurre, cuáles serán los próximos pasos que dará Kathrin y qué será de su destino y qué fue de su pasado.
El ritmo es envolvente a lo cual ayuda una fotografía de escenarios abiertos, ascéticos e impactantes y una banda sonora que acompaña armoniosamente en los momentos justos. El film sería otro sin la presencia de Köhler, su interpretación de una mujer fría, escondedora, pero a la vez confundida y sufrida es de varios matices a los que llega con total naturalidad.
Pero no está sola, la presencia de la mítica Liv Ullman como su madre, y de otros intérpretes de fuste como Sven Nordin o Ken Duken serán de fuerte apoyo para lograr un todo conmovedor. Georg Mass tiene muchísima más trayectoria en el documental, y quizás esa experiencia le sirvió a la hora de narrar una historia que juega con los tiempos, que guarda los datos para el momento preciso y que no necesita ser explicativa porque tiene sus tiempos.
La sucesión de flashback, los diálogos con características más técnicas, todo eso que parece confuso desemboca en una razón clara, y un final desgarrador. Dos vidas, como lo fue Lore, es otro de los grandes films estrenados este año provenientes de un país cuyo cine mira hacia adentro con una calidad tal que permite la proyección hacia el afuera. Imperdible.