Dos tipos peligrosos

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

En "Dos tipos peligrosos" un investigador privado y un matón de alquiler unen fuerzas para desenmarañar una red de corrupción que abarca la industria pornográfica y automovilística de Los Ángeles a fines de los 70s.

Un rudo. Un inútil. Una investigación los une a las patadas. Los mantiene fuera de la ley. Por dinero, resarcimiento y humanidad avanzan para encontrar al villano. Torpemente se encuentran cada vez más cerca. Podría ser la premisa de cualquier película de acción/ cómica, pero en este caso “Dos tipos peligrosos” planta también una gran propuesta desde el guión. Es todo una cuestión de equilibrio: muchos gags cuando la acción se transforma en tensión, finales de escena inesperados cuando corren varios minutos de generalidades, héroes inesperados y contrafiguras con carisma que se alejan de los estereotipos. De productos conocidos, una pizca de creatividad es la delgada línea entre un filme del montón y uno invencible.

Juntos a la fuerza

Todo comienza con el detective privado Holland March (Ryan Gosling), que busca, como parte de su investigación, a Amelia (Margaret Qualley). La joven, que no quiere ser encontrada, le paga al matón a sueldo Jackson Healy (Russell Crowe) para que lo amedrente. Sin embargo, hay más gente que quiere encontrarla y cuando tienen una pista con Healy e intentan matarlo, todo cambia. El matón se cruza nuevamente a March para entender en dónde se metió, y juntos emprenderán la investigación para saber qué secretos esconde la joven. La corrupción y el sistema de justicia metidos en el conflicto parecen ser algo muy grande para estos dos tipos del montón, que sólo intentan sobrevivir. El dúo casi será trío gracias a la gran actuación de la pequeña Holly (Angourie Rice), hija -y madre- de Holland.

Ryan Gosling y Russell Crowe llevan el filme a un nivel de comicidad hilarante, pero no exagerado, sino en su justa medida, rodeando el absurdo, pero dejando que el guión, que irá de un lado a otro con el correr de las escenas, se luzca y el espectador, además de pasarla bien, vea una buena historia. Su director, Shane Black, ya es un experto en este tipo de filmes (fue guionista de “Arma mortal” y “Arma mortal 2”, “El último gran héroe” y dirigió “Iron Man 3”) y tiene tanto talento que se mueve dentro del género que todo resulta conocido, pero fresco a la vez.