Dos tipos peligrosos

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Ryan Gosling y Russell Crowe protagonizan una película que hace del anacronismo una estupenda comedia de acción, ambientada en Los Ángeles de 1970.

El primer impulso crítico es la duda, casi la sospecha sobre el resultado de una película de detectives ambientada en los años 1970. Después de tantas series de tevé y los estereotipos que de vez en cuando resucitan, Dos tipos peligrosos suena a título olvidable. La cuestión está en la empatía de una dupla de actores que ponen su oficio al servicio del entretenimiento y el buen humor.

La película de Shane Black reúne a Ryan Gosling y Russell Crowe para un guion lleno de astucia, guiños y diálogos divertidos. Jackson Healy (Crowe) y Holland March (Gosling) se asocian por interés, porque es inevitable ya que todos los caminos conducen a Amelia, una chica desaparecida después de la muerte de una estrella porno. Los Ángeles con el viejo paisaje urbano es el escenario de la corruptela que el dúo va descubriendo en torno a la industria cinematográfica, a las automotrices y las vanidades que estallan en las mansiones con piscina.Los dos detectives comparten su talento.

Ellos van encontrando tipos duros, mafias con mucho cotillón que Healy, claramente el circunspecto y concentrado, desbarata a golpes y tiros. Mientras tanto, March es borrachín y tarambana, de pocas luces y con una hija, Holly, de 13 años, que lo aventaja en inteligencia. Angourie Rice logra un personaje fresco, sin caer en la pedantería de la niña que se entromete en el negocio de los adultos. La pequeña es claramente la tercera integrante que prefiere no perder de vista a su padre, para cuidarlo de sí mismo.

No hay solemnidad en el tratamiento del género en el que lo bizarro arma el cóctel con la violencia física, de historieta por los momentos extremos. La naturalización de esa violencia es el factor contemporáneo de la película que plantea el caso de manera naif. Shane Black demuestra su oficio como guionista, aprovechando al máximo la popularidad de los actores que se aventuran en un terreno clase B, por los gags y el tratamiento de la acción. Gosling sorprende por la performance como una especie de chiflado que se cae, se golpea, sangra, fracasa, se levanta, vuelve a caer, siempre rodando. Para él, Healy es la pared donde apoyarse.

Escenas como la de la protesta contra la contaminación, arengando a los chicos que se hacen los muertos, es un paso de comedia estupendo. La fiesta, donde suponen que está Amelia, es también un escenario magnífico para chistes rápidos, con una estética drag queen, música disco y el apunte setentista en esa fauna del cine porno para todos los gustos. Sutileza y brutalidad conviven en la comedia que además, convoca a Kim Basinger en el rol de una alta funcionaria de justicia. La película divierte al apostar a los antihéroes interpretados por dos actores de primera línea.