Dos noches hasta mañana

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

La historia se repite

Dos noches hasta mañana (2 yötä aamuun, 2015) es una de esas películas que, si bien no decepcionan, uno tiene la sensación de haber visto antes. Desde la trilogía de Richard Linklater hasta Lluvia (2008) de la argentina Paula Hernández, la fugaz historia de amor entre dos seres que se encuentran por azar vuelve a ser la columna vertebral de una película.

Dos noches hasta mañana transcurre durante dos días y, en su mayor parte, entre las cuatro paredes de una habitación de hotel. La trama se ubica en Vilna, la capital de Lituania, y Caroline, una arquitecta francesa, que se encuentra en viaje de trabajo, debe quedarse una noche más por una extraña nube de cenizas que impide el despegue de cualquier vuelo. En el restaurant del hotel que se hospeda, su mirada se cruza con la del seductor Jaakko, un DJ finlandés que está en la ciudad para dar un concierto. Tras pasar la noche juntos, aunque literalmente sin entenderse una palabra, su vuelo de nuevo es cancelado y decide reencontrarse con él para mostrarse como realmente es.

Mikko Kuparinen se nutre de referencias para su segunda película tras su debut con la comedia Rakkauden Rasvaprosentti en 2012. Cambia radicalmente de género y lo hace a modo de “homenaje”. En Dos noches hasta mañana transita por el cine intimista de Ingmar Bergman y Richard Linklater. Desde la Intimidad (Intimacy, 2001) de Patrice Chereau hasta Una relación pornográfica (Une liaison pornographique, 1999) de Frédéric Fonteyne. El universo que recorre es tan conocido que por momentos uno siente que está viendo Lluvia de Paula Hernández, aquella película en la que dos personajes se encontraban en cuartos de hoteles, o Dos días en París (2 days in Paris, 2007), donde Julie Delpy aprovechaba para reflexionar sobre las relaciones multiculturales en la pareja.

Más allá de las citas, referencias y homenajes Dos noches hasta mañana se aleja del cine finlandés al que estamos acostumbrados como el de Mika y Aki Kaurismäki, para adentrarse en la historia de un amor que se sostiene gracias al ritmo narrativo y a las muy buenas dotes interpretativas del dúo protagonista, encabezado por Mikko Nousiainen y la canadiense Marie-Josée Croze. Aunque de original no tenga nada.