Dos noches hasta mañana

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Una historia vista una y mil veces, en este caso con referencias claras a esa joyita de “Antes del amanecer” (1995), de Richard Linklater, y en menor medida a “Perdidos en Tokio” (2003), de Sofia Coppola, y otras miles.
Esta producción, la segunda de éste director finlandés, se aleja del estilo, estructura narrativa, y discurso de sus famosos coterráneos, los hermanos Aki y Mika Kaurismäki, para acercarse desde el guión al Hollywood nuestro de cada día.
Claro que con ciertas diferencias, sobre todo desde la estética: el uso de colores en tono pasteles, cálidos, en la fría Lituania, los movimientos de cámara sobre los personajes, el foco puesto en las miradas, gestos, cuerpos.
Casi toda la acción transcurre en la habitación de un hotel, muy pocos exteriores, bien incluidos, y otro par de interiores, más necesarios desde el relato, como excusa para la progresión casi lineal desde la historia.
Sin embargo el ritmo establecido es casi de manual, no siendo este su mayor problema, el mismo se encuentra en el guión, tanto el literario como el técnico. No sólo lo que dicen los personajes, sino algunos planos elegidos para contar la historia, van del cliché exacerbado a la previsibilidad absoluta, sumándole la manipulación y la mentira que se establece desde algunos diálogos.
La trama establece el encuentro por azar y no tanto, de dos personas en la ciudad de Vilna, capital de Lituania, ambos extranjeros, ella francesa, él finlandés.
El filme abre con Caroline (Marie-Josée Croze), de profesión arquitecta, transitando su cuarta década de vida, contratada para realizar modificaciones en el aeropuerto de la ciudad. Luego nos presentan a Jaakko (Mikko Nousiainen). Antes del evidente y previsible encuentro entre ellos, nos muestran a ella en tres conversaciones telefónicas, celular en mano hablando con su pareja, presentando una situación de crisis, mintiéndole sobre que está haciendo cortando las comunicaciones de manera abrupta, y simultáneamente exponiendo al espectador a un engaño pueril.
Ella se refiere a su pareja como “mon cheri” (mi querido), que luego sea en realidad una mujer no tiene peso significativo sobre el relato, pero es una mujer como establecen las pautas de venta en la actualidad.
En contrapartida, Jaakko es un DJ, de sonidos electrónicos, circundando los 30 años, que está en la ciudad para una presentación de eso que hace. (Aguante Pappo)
El primer cruce de ambos, solo miradas, ella entrando y él saliendo del ascensor del hotel, en medio de casi una docena de personas.
El segundo cruce de miradas se establece en el bar del hotel, ella conectada a su notebook, Jaakko en pleno festejo anterior al evento que lo tiene como protagonista.
Cuando se está retirando decide, copas en mano, acercarse a la bella mujer, para recibir por respuesta: ¡No english!.
Él finlandes. Ella francesa..
En 1977, en uno de los 14 cortos que conforman el filme “Los nuevos mounstruos” (lo recomiendo), titulado “Sin palabras”, Ornella Muti en el papel de una azafata, era seducida por un apuesto joven, Yorgo Voyagis, que no hablaba ni un idioma occidental, conocido o no, sin embargo la noche de pasión sucede. Al día siguiente en el aeropuerto, antes que ella embarque, el seductor le regala un casete con la música con la que ambos transitaron por el cielo y más allá. gt;En la escena siguiente se escucha, en idioma italiano, que hubo un atentado en el avión que iba nuestra heroína. El objetivo era un político, la bomba en un casete de música, y el seductor escuchando la noticia, se para y se retira.
Ergo, en nuestro caso, con las situaciones establecidas con anterioridad, cuando Caroline dice que no habla inglés, no le cree ni Heidi.
Pero bien, ella continua sosteniendo la farsa, le gusto el muchacho y se nota, cuando están yendo a sus habitaciones, subiendo al mismo ascensor, se cruzan con una parejita de viejos saliendo del mismo. (Uff!).
Todo esto transcurre en los primeros 20 minutos de la narración, todo el resto del metraje repite esta misma estructura.
Luego de esa noche de “pasión, gracia y fuego” se enteran que, por efectos de las cenizas de un volcán en erupción, todos los vuelos han sido cancelados.
La historia continua. Jaakko se entera, de mala manera, que ella habla inglés mejor que Sir Laurence Olivier. No importa. Seguimos con “amor, devoción y entrega”.
No se sustenta desde el encuentro de soledades en un país extraño como en la realización de Sofía Coppola, no hay una necesidad imperiosa de conocer al otro sin nombres ni nada, sólo el deseo de construir un futuro posible sin más que una promesa, como en el filme protagonizado por Ethan Hawke y Julie Delpi en 1995.
En este caso todo es un gran catalogo de lugares comunes, sembrando clichés, cosechando aburrimiento, a pesar de las muy buenas intenciones, desde lo estético e intentando sostenerlo desde las actuaciones, lo mejor del filme. Pero no alcanza.