Dos hermanos

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Cuando todo queda en familia

Daniel Burman dirige esta historia sobre dos hermanos, que interpretan Antonio Gasalla y Graciela Borges

Separados durante años por diversas contingencias que ni ellos mismos pueden explicar, Marcos y Susana, dos hermanos de muy distinta forma de vida, vuelven a unirse en un triste momento de sus existencias. Ese momento es cuando muere la madre de ambos, alguien que tuvo a Marcos bajo su cepo protector y asfixiante durante mucho tiempo en tanto que Susana, de una personalidad tan avasallante como delirante, transitó su camino entre fiestas, desfiles de modas, reuniones de la alta sociedad y un fastuoso micromundo inventado por su necesidad de figurar.

A los 64 años, y sin esa madre que lo tuvo a su lado siempre, a Marcos sólo le queda su jubilación y pasar las horas encerrado junto a sus herramientas de orfebre. Pero Susana lo obliga a dejar Buenos Aires para irse a vivir con ella a una semidestruida casa en un pequeño balneario uruguayo. En esta especie de exilio, Marcos tratará de buscar el placer y la quietud. La relación entre los dos hermanos oscila como un péndulo y día tras día ajustan cuentas pendientes y recuerdos mal guardados. Mientras Marcos se siente atraído por la labor del director de un elenco de aficionados que pondrá en escena la obra Edipo Rey , de Sófocles y por sus constantes partidas de ajedrez, ella prosigue con su vida de fingimientos y de mentiras dentro de una alta clase social a la que, en realidad, nunca perteneció. El guión, adaptado de una novela de Sergio Dubcovsky, posee una enorme ternura. El director Daniel Burman vuelve aquí, como en sus anteriores producciones, a demostrar que sabe imbuir a sus personajes de la exacta naturalidad que necesitan para poder transitar el camino de la existencia entre la amargura, los reproches, los perdones y las renuncias.

El excelente trabajo de Graciela Borges, medido, inserto en la variedad de sus sentimientos y de sus culpas, y la no menos impecable labor de Antonio Gasalla, puesto en la piel de ese Marcos sometido a los caprichos de su hermana, configuran una pareja de notable naturalidad y gracia en esta historia de tristezas pero también de esperanzas. La fotografía y la música son otros de los logrados rubros de esta trama que, sin falso melodramatismo, llegará sin duda al corazón de los espectadores.