Dos disparos

Crítica de Julio Vega - CineFreaks

Recorrido sinuoso por los caminos de la desesperación

La última película de Martin Rejtman inicia sobre lo que ocurre en una familia tras lo que pasa cuando Mariano (Rafael Federman), uno de los 2 hijos de Susana (Susana Pampin) se efectúa dos disparos con un arma encontrada en su casa, en una calurosa mañana de verano. Sin morir en el intento, y sin saber por qué a pesar de que estaba cargada, desde allí se desatan una serie de sucesos en relación a ellos, y a los personajes que empiezan a rodearlos, con una cámara que parece que destina el seguimiento de forma aleatoria, altercando entre los diferentes y extraños personajes que aparecen en la vida de ellos. El perro de la casa que huye, una chica que re aparece en la vida de su hermano, vacaciones inesperadas con extraños olvidables para la madre, son parte de esta historia repartida en la narración del film.

Sin insistir en el porqué de tal efecto sobre las acciones que el joven Mariano toma ante la sorpresa de encontrar el arma en su casa, el fin continua con caminos diversos, inventando historias inconexas, mostrando el devenir de los casuales personajes y construyendo con ello, un relato episódico que atraviesa el sinsentido del verano, como una metáfora melancólica de sostenidos vaivenes de la vida.

La genialidad del film de Rejtman reside en su propio universo narrativo. Con un medido ascetismo en la actuación, propio del clima Bressoniano que suele trabajar en sus films, la película avanza alejándose del supuesto conflicto inicial. Avanza por caminos inesperados, ocurrentes, novedosos. Fluye en territorios desconocidos, adentrando de a poco al espectador en ese código cinematográfico ficticio, mentiroso, totalmente construido. Pero que una vez dentro se empieza a disfrutar de las sutilezas que encierra. Con un surtido de acciones en tono de comedia que rozan lo bizarro, siempre en un ritmo sostenido, cauto, como entregando de forma paulatina esos platos para ser digeridos por el espectador.

El film propone una vuelta a su conflicto inicial, avanzado el relato. El joven nuevamente por diversos sucesos, vuelve a enfrentarse con el arma y una vez más repite el accionar de aquella calurosa mañana, algo que el film subraya como leyenda, encontrándose nuevamente en el sinuoso camino de la desesperación y hastío, en el vacío existencial la vida apacible del verano en Buenos Aires. Sin dudas, excepcional en su forma, una experiencia a considerar dentro del cine nacional.