Dos armas letales

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Otra adaptación de comic. Otra película de Denzel Washington que inicia mostrándonos lo seductor que en escena entre las sábanas con una dama. Otra película de acción que intenta buscar una identidad propia. Pero se queda a medio camino y sólo logra volverse convencional, dentro del género que transita.
Es que el realizador hispano/islandés Baltasar Kormákur sabe que lo mejor de “Dos Armas Letales” (USA, 2013) no la historia, es su habilidad para dirigir o plasmar en la pantalla las imágenes, sino, sus protagonistas, por un lado Washington y por el otro Mark Wahlberg (en una nueva colaboración entre el director y el actor luego de “Contrabando”). “Dos armas…” narra las peripecias de Bobby (Wahington) y Stig (Wahlberg), dos compañeros infiltrados durante largo tiempo en un cartel de drogas manejado por el hiperbolizado Papi Greco (Edward James Olmos).
Pero en realidad tienen otra identidad, uno es agente de la DEA (Bobby) y el otro es una oficial de inteligencia de la marina (Stig). Hasta acá tenemos el clásico relato policial en el que un giro expondrá los verdaderos intereses de cada uno. Pero esta pareja infiltrada, se tienen aprecio, entonces, cuando comience el juego por intentar salirse con la suya (todo explotará luego del robo a un banco) y salvarse el pellejo mientras todos los bandos (mexicanos, DEA, marines), y hasta la CIA! intenten asesinarlos para recuperar su botín, se verán forzados a ayudarse mutuamente.
Además, en el medio hay un romance entre Bobby y Deb (Paula Patton), una inspectora de la DEA, que le otorgarán aún más tensión a la historia. Wahlberg construye su Stig apoyándose en la reciente comicidad que adquirió tras su colaboración con Seth McFarlane en “Ted”(USA, 2012), o así parece. Es el gigoló que con su facha (y su guiño de ojo) logrará conseguir los beneficios de todas las mujeres que se le crucen (excepto una, sobre la cual no se profundiza). Washington crea su Bobby de manera desestructurada, risueña y despreocupada para lograr un tono cercano al de Wahlberg, y acercarse así entre ambos al universo creado en la novela gráfica de 2008 de Steven Grant.
Y es en las actuaciones en donde “Dos armas letales” (horrible traducción) tiene su fuerte, porque la historia está filmada de manera tradicional, excepto por algún plano cenital por encima de un ventilador de techo o ralentíes. También otro gran protagonista de la película, además de los actores, es la música, estridente, símil filmes de acción de los años setenta, que le otorgará dinamismo a la chatura y mesura de las imágenes. El resto de los personajes están trabajados desde la exageración, los malos son muy malos (Bill Paxton, Fred Ward, Robert John Burke) y ellos dos (Washington y Wahlberg) manejan un poco más de grises (son buenos, pero son timadores).
Algunos momentos logrados, el “duelo” cual western entre camionetas, alguna pelea entre Bobby y Stig, y otros no tanto (cuando los hacen pasar como “espaldas mojadas” por la frontera) y no mucho más, hacen de “Dos Armas Letales” una buddy movie clásica, filmada de manera tradicional y sin un nuevo aporte al género que sólo se rescata por la actuación de sus dos protagonistas.