Dora y la ciudad perdida

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Dora, la exploradora, uno de los grandes referentes infantiles de Nickelodeon que surgieron en el siglo 21, representa uno de esos curiosos exponentes de la animación donde los personajes fueron creciendo con el paso del tiempo.
La productora ya había hecho algo parecido con los Rugrats y en el caso de esta propuesta, concebida originalmente para los niños de edad pre-escolar, el debut live action de la protagonista se centra en su adolescencia.
El film de James Bobin, responsable de las últimas películas de los Muppets, funciona como una continuación de la serie animada original y está dirigida a esos espectadores que disfrutaron las aventuras de Dora cuando eran niños y hoy cursan el colegio secundario.
Isabela Moner, quien apareció en el último film de los Transformers dirigido por Michael Bay, le aporta la simpatía necesaria a la protagonista para hacer llevadera la historia.
La verdad que esta no es una producción de Nickelodeon muy inspirada y tiene el nivel de una producción clase B para televisión.
El director Bobin no hace nada interesante con el personaje, más allá de copiar escenas de acción de Indiana Jones y Tomb Raider.
No obstante también es justo mencionar que la película consigue ser efectiva para el público al que está dirigido.
Como propuesta para chicos no es mala, simplemente carece de un tratamiento cinematográfico con identidad propia, ya que los grandes momentos de aventuras remiten permanentemente a otras producciones famosas.
A los animales digitales, muy especialmente el mono Boot que acompaña a Dora, les faltó también una buena pulida en el CGI, aunque eso se debe a que Nickelodeon destinó un presupuesto limitado a este proyecto.
El reparto cuenta con trabajos decentes de Michael Peña, Eugenio Derbez y Eva Longoria, sin embargo la figura que acapara la atención es la protagonista que está muy bien en el rol de la exploradora.
Como alternativa familiar para llevar a los más chicos al cine creo que es un estreno que cumple su objetivo sin mayores ambiciones que ofrecer un pasatiempo digno.