Dolores

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

"Dolores": un drama romántico con trasfondo bélico

Sin rasgos de verosimilitud, el filme de Juan Dickinson plantea un drama romántico con trasfondo bélico.

Hay películas malas que son geniales porque están (mal) hechas a propósito (con algún sentido rupturista o experimental), como lo son todas las películas de Micheaux y Ed Wood. Después están las películas que son malas porque las partes que la conforman no logran que el todo funcione, como es el caso de Dolores.

Si bien la película dirigida por Juan Dickinson está bien filmada y es prolija en sus encuadres, todo es como de cartón pintado. Dolores es artificiosa hasta más no poder, sobreactuada, con diálogos de tono y contenido ridículos e inverosímiles y con una puesta en escena con tufillo a qualité. Cuenta además con una trama aburrida y débil, en la que se aborda el problema de la guerra de manera estereotipada y superficial.

La película se desarrolla en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y cuenta la historia de Dolores (interpretada por Emilia Attias), una hija de escoceses que vuelva a la Argentina después de la muerte de su hermana. Los pocos integrantes de la familia viven en la estancia Los ombúes. Jack (Guillermo Pfening), el cuñado viudo con quien Dolores parece haber tenido un affaire en el pasado, se refugia en el alcohol para sobrellevar el duelo.

Dolores quiere tomar las riendas del lugar y hacerse cargo de su sobrino de 8 años. Vuelve a sus andadas con Jack y le empieza a seguir la corriente a Octavio (Roberto Birindelli), el vecino bueno que se enamora de ella y les ofrece plata para salvar la casa, que está hipotecada. Así nacen los celos entre Jack (que no decide qué hacer con sus sentimientos) y Octavio (que está dispuesto a tener un hijo con ella).

El problema es que lo que sucede entre los personajes es de una inverosimilitud arcaica, sobre todo por el tono de cine argentino clásico con el que hablan. La película intenta ser un emotivo drama romántico con trasfondo bélico, pero lo único que provoca son punzadas en el estómago del buen cine.

Ya se sabe, el cine no sólo es filmar bien. El cine es también hacer que el espectador crea en lo que está viendo, se comprometa, se conmueva, piense y se entretenga. Es decir todo lo que no hace Dolores.