Dolittle

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Cuesta entender que de todos los proyectos que podía haber elegido tras su paso por Marvel, Robert Downey Jr optara por uno donde debe practicarle un enema a un dragón.

Resulta más curioso todavía que como productor delegara la dirección del film en Stephen Gaham, el guionista de Traffic y Syriana, quien no suele estar familiarizado con las propuestas infantiles.

Uno de los grandes problemas de Dolittle es que presenta una película bastante aburrida y desapasionada donde queda expuesta la desconexión absoluta de su director con la aventura y la fantasía.

Tal vez funcione para los espectadores más chicos que sobrevivieron la saga de Alvin y las ardillas, pero para los adultos es una propuesta que hay que remar porque nunca termina de ofrecer un espectáculo atractivo.

Este personaje es un clásico de la literatura infantil, creado por Hugh Lofting en 1920, que en la actualidad el público asocia con las comedias que hizo Eddy Murphy a fines de los años ´90.

La nueva versión se desarrolla en la Era Victoriana, como en los libros, con la diferencia que los animales ahora son todos comediantes de stand up y se expresan con un lenguaje moderno.

Robert Downey parece aburrido con su rol durante la mayor parte de la trama y la interacción con los personajes digitales no es muy inspirada.

En esta cuestión se encuentra la mayor decepción porque se podía esperar un poco más de él o que por lo menos hiciera algo diferente con la representación de Dolittle. Más allá de otorgarle un acento extraño a su personaje que supuestamente sería británico la interpretación que ofrece es bastante plana.

Un caso distinto es el de Antonio Banderas, como el rey de los piratas, quien parece haber sido el único actor que disfrutó ser parte del proyecto. Su labor es lo único que se puede destacar de esta producción.

Los efectos especiales son correctos para una película  que costó 175 millones de dólares pero ni siquiera en los elementos fantásticos hicieron el esfuerzo de ofrecer algo creativo.

El gran problema de Dolittle es el modo en que desarrollaron la historia. En lugar de apostar a la imaginación y la fantasía el foco de atención está puesto en la escatología con chistes de pedos que no son graciosos.

Además se trata de un film manoseado por diversos guionistas y reshoots de último momento que terminaron por distorsionar la premisa original. 

Por consiguiente, salvo que tengas que verla en una salida familiar con niños esta es una película olvidable que se puede dejar pasar entre los estrenos del mes.