Dólares de arena

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Exiliadas

Desde su título, Dólares de arena -2014-, se abre la interpretación de esta historia protagonizada por una turista francesa, la veterana y talentosa Geraldine Chaplin, para darle vida a Anne y una joven dominicana, llamada Noelí, quien vende su compañía y cuerpo, a cargo de la debutante Yanet Mojica, en un relato que bucea la intimidad de ambas y su camino de búsqueda de auto realización.

La arena no es otra cosa que la futilidad o lo efímero, en contraposición con la materialidad que representan los billetes de color verde y que para la protagonista implican sencillamente la compra de voluntad para encontrar en ese pretexto de relación por conveniencia el paliativo a su soledad. Pero para el caso de la joven Noelí, prostituirse forma parte de su boleto de salida de Las Terrenas, a pesar de las playas y ese clima embriagador, dado que prefiere probar suerte en otras tierras y mucho más si se trata de Europa, refugio que le propone Anne para encarar un proyecto de pareja.

El vínculo entre ambas se afianza a medida que surgen determinados acontecimientos, pero también planteos del corazón y otras circunstancias afines que revelan las aristas invisibles de una aproximación por interés. Allí no hay espacio para el juego limpio, sino para defender objetivos personales y el egoísmo que implica torcer la voluntad del otro con un mecanismo manipulador entre quien paga y quien recibe.

Los realizadores, Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, adaptan la novela Les dollars des sables, del francés Jean-Noël Pancrazi, para hablar de la pugna entre el deseo y los mandatos sociales, que en el caso de la protagonista permiten el despojo de los ropajes de la culpa en tierras exóticas y donde nadie la juzga por sus actos y mucho menos aún por tener dinero para satisfacer todo tipo de necesidad.

No se trata de una película sobre el turismo sexual de la burguesía europea decadente en Centro América, como la planteada por Ulrich Seidl, en su trilogía: Paraíso: Amor, Fe y Esperanza; tampoco de un relato de una relación lésbica con diferencia de edades, dado que el sexo y el erotismo no son primordiales en esta historia, sino simplemente el encuentro de dos personajes que parecen exiliadas de sus propias vidas y que ven en el afuera la chance de redimir, o al menos cambiar el rumbo de sus existencias.