Dog, un viaje salvaje

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

El actor procesa el duelo por la muerte de su mascota

Nunca es fácil el visionado de una película cuyo protagonismo recae en partes iguales entre un animal adiestrado y un protagonista humano. En este caso, una estrella como lo es Channing Tatum.

Y tamaña experiencia y momento eligió el reconocido actor para su debut como director, a la vez
que hace su parte también delante de cámara. Porque la narración trabaja sobre las cuestiones
inexplicables de la guerra y la parte más distante, más desconocida, tal vez, del regreso y las pérdidas que son, claramente, dolorosas para quienes sobreviven a las víctimas. Dog es una historia sentida y emocionante que acompaña a Jason Briggs, un soldado especial (conocidos como rangers) en sus cuestiones de vida en tanto intenta seguir adelante.

Mientras sus jefes le niegan cada vez su regreso a las fuerzas debido a los traumas físicos y emocionales que sufre, llega sorpresivamente para Briggs una misión en la que puede, de alguna manera, redimirse, y por otro lado recuperar sus posibilidades de ganarse la vida; en ella debe llevar a un perro con entrenamiento de combate y rescate de víctimas al entierro de quien fuera su dueño y entrenador.

El film podría quedarse en el uso de la sensiblería típica pero decide jugarse más y presenta momentos en que echa mano de alguna herramienta “risueña” para quitar presión y balancear así
adecuadamente el avance del relato; recorre entonces el espectador junto al protagonista el periplo sentido en el que se revisan los restos de una sociedad confusa construida en base a cuestiones complejas que la corroen por dentro.

La dirección de Dog es compartida por Tatum y Reid Carolin, quien está a cargo del muy buen trabajo de guion junto a Brett Rodriguez. El mayor logro, a mi consideración, es la naturalidad con la que el actor le pone el cuerpo a su personaje y lleva adelante esta historia.