Doctor Sueño

Crítica de Martín Goniondzki - Cuatro Bastardos

Doctor Sueño: Eterno Resplandor.
Finalmente el Overlook vuelve a abrir sus puertas para ver qué pasó con Danny una vez que escapó de aquellos fantasmas del pasado. ¿Triunfo o fracaso estrepitoso?
Probablemente la respuesta sea ni una ni la otra. Quizás para cualquier cinéfilo una secuela de El Resplandor (The Shinning, 1980) era una mala idea. No obstante, aquel film de culto dirigido por el inmenso Stanley Kubrick está basado en un clásico de la literatura contemporánea escrito por Stephen King. Dicha novela posee una secuela literaria de 2013, que lleva el nombre de Doctor Sueño (Doctor Sleep) donde el autor buscó darle una continuación a la historia de Danny Torrance, y al mismo tiempo dejar de lado aquella vieja y conocida querella con Kubrick por su visión sobre la novela.
Casi 40 años después se estrena la adaptación de aquella segunda parte que propone llevar a buenos términos la disputa entre ambos artistas intentando hacerle honor tanto a la obra literaria como al opus del director cinematográfico. El encargado de tal ciclópea tarea es Mike Flanagan, director de Oculus (2013), otra adaptación de King titulada Gerald’s Game (2017) y la celebrada versión televisiva de The Haunting of Hill House (2018) producida por Netflix.
El largometraje retoma la historia de Dan Torrance (Ewan McGregor), ya convertido en adulto, con un presente complicado el cual trae aparejado problemas de alcoholismo (para aplacar el resplandor y ocultar los fantasmas del pasado) y ciertos ataques de ira. Al ver ciertas cuestiones de su padre reflejadas en su actualidad decide mudarse y empezar de cero en otra ciudad. Allí conocerá a Billy Freeman (Cliff Curtis), quien se convierte en su padrino de alcohólicos anónimos. Pasan los años y su sobriedad hacen que se levante y reconstruya su vida, incluso obteniendo un empleo en un asilo de ancianos donde oficia de enfermero y asiste a los adultos mayores que están próximos a morir.
Cuando sus habilidades psíquicas resurgen, se contacta con una niña de nombre Abra Stone (Kyliegh Curran), quien pide su ayuda al ser identificada por un grupo de viajeros que se alimentan del resplandor de niños pequeños. Dicho grupo llamado “El Nudo Verdadero” es liderado por Rose The Hat (Rebecca Ferguson), una poderosa y despiadada telépata con sed por aquel don que la mantiene joven a lo largo del tiempo. Dan deberá ocupar el rol de mentor, aquel que en un principio realizó el cocinero Dick Halloran con él, ya que la vida comprende un ciclo que se va repitiendo en un eterno transcurrir.
La película se divide en dos partes bien marcadas, una que adapta fielmente el libro homónimo y una segunda que se aleja un poco para apegarse más a la versión cinematográfica de Kubrick. Esto hace que el relato se vuelva atractivo e impredecible pero que también se pierdan algunas cosas en el camino. El mismo libro buscaba separarse de la primera parte contando una historia más fantástica centrada en los poderes sobrenaturales de los personajes y aquí se vuelven a enfocar en el Overlook con el objetivo de homenajear melancólicamente a Kubrick. Si bien esta bueno volver al ominoso y siniestro hotel, se pierde la esencia del libro por momentos.
Igualmente, Flanagan logra construir un relato atractivo con su sello característico y varios momentos que nos recuerdan al trabajo de su serie de Netflix. Lo que resulta un poco chocante son los momentos en que aparecen los personajes de Wendy y Jack Torrance interpretados por otros actores diferentes a los de la primera parte, lo que hace que ante tales icónicas interpretaciones el espectador se sienta en cierto sentido traicionado. No obstante, dejando de lado esos breves pasajes, todas las insinuaciones o referencias a la película original están muy bien marcadas y motivadas. Incluso los cambios sobre el final de la cinta, volviendo a la esencia del final del libro original, y aquellas modificaciones devenidas de los homenajes a la película protagonizada por Nicholson son bastante satisfactorios.
Quizás Flanagan peque de sobreexplicativo en ciertos aspectos que Kubrick dejaba a la libre interpretación del público o a su reflexión más profunda pero es algo muy común en los productos del mainstream actual. Sin embargo, la elección del director para llevar a cabo esta secuela se ve como algo acertado siendo que ambas novelas, y la película de 1980 exploran temáticas que él mismo ha explotado en sus películas anteriores, además que es un experto en materia de relatos sobrenaturales y fantasmagóricos.
Todo esto no hubiera sido posible sin la trinidad actoral sumamente comprometida con la que contó el realizador. Ewan McGregor brinda una gran interpretación como Dan Torrance, pero las verdaderas revelaciones son Ferguson como la temible villana y Kyliegh Curran como una joven promesa de actriz. Se los ve a los tres muy compenetrados con la tarea cuando muchas veces tienen que realizar cosas que en el traspaso del papel a la pantalla podrían haberse visto muy absurdas (aunque por momentos el director coquetea con esto).
En suma, Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) comprende una buena adaptación de la novela de King y una interesante conexión con la obra de Kubrick. Quizás arriesga demasiado con esta cuestión de dejar contentos a los fans de la novela y de la película pero justamente eso convierte al film en una experiencia cinematográfica disfrutable.