Doctor Sueño

Crítica de Diego Martínez Pisacco - CineFreaks

La temática de King, la impronta de Kubrick y el talento de Flanagan.

Los desencuentros entre Stephen King y Stanley Kubrick fueron casi tan legendarios como la poderosa obra cinematográfica concebida en 1980 por el genial creador de 2001: una odisea del espacio a partir de la novela El resplandor. Si bien se trata de medios de expresión totalmente distintos, sería una necedad no reconocer que el filme, con el tiempo, ha opacado por completo al libro publicado en 1977 por el gran narrador estadounidense. Las modificaciones sustanciales realizadas por Diane Johnson -que para empeorar las cosas habló mal públicamente del trabajo de King- y el mismo Kubrick sobre la novela siempre le resultaron indigeribles al autor de Carrie. Hasta tal punto fue esto así que en 1997 King emprendió su propia versión del libro con la soporífera y, obviamente más fiel al texto, miniserie de TV. homónima que hoy día nadie recuerda.

La película de Kubrick hacía muchísimos años que no se proyectaba en cines de la Argentina cuando se programó una función especial en la edición 2012 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Con el Auditorium -la sala más grande de MDQ- explotando de un público ansioso por ver El resplandor por primera vez en cines, la experiencia resultó un fraude colosal: la copia estaba hecha jirones y era propiedad de un coleccionista privado. Para más datos, era la misma que fuera censurada durante la época del proceso (ver aquí la nota sobre el censor Miguel Paulino Tato donde se explica este tema con mayor detalle). Tan deteriorado se encontraba el celuloide que faltaban escenas enteras y nadie de la organización había salido a aclarar que se pensaba exhibir en estas lamentables condiciones. Pocos años después llegaría a los cines de nuestro país una remasterización impecable del film que mucho hubiésemos querido poder apreciar en esa frustrada función. Volviendo a MDQ, la idea era complementar el visionado del sorprendente documental Room 237 (Rodney Ascher, 2012), que toma las teorías de varios fans de El resplandor que creen haber dado en el clavo sobre el subtexto craneado por Kubrick, y las desarrolla con mucho humor y amor por el cine. Hubiese sido espectacular poder verlas en continuado pero no pudo ser…

Doctor Sueño es la muy demorada secuela de El resplandor escrita por Stephen King en 2013. La temática de gente dotada de poderes paranormales es ya un clásico en su profusa e irregular obra (a Carrie y El resplandor habría que agregarles también La zona muerta y Ojos de fuego). A esta altura es imposible pedirle originalidad a un artista que, siendo sinceros, nunca lo fue: lo suyo pasó por aggiornar conceptos caros al género como el vampirismo, los zombis, los extraterrestres y unos pocos más. Empero, no se discute su calidad literaria y su capacidad para entretener al “lector constante” (así llama King a sus seguidores). Doctor Sueño retoma al personaje de Danny Torrance, que fuera un niño en El resplandor, y lo sitúa en su edad adulta donde arrastra todos los traumas generados en el Hotel Overlook. Como el final del libro y de la película de Kubrick difieren en un par de detalles importantes, la novela Doctor Sueño continúa el relato sin tomar en cuenta los cambios usufructuados por su adaptación fílmica. ¿Existirá una forma de conciliar estos dos universos sin traicionar al autor y a la vez rindiéndole un homenaje al filme de 1980? Mike Flanagan, el director especializado en terror más destacado del cine en la actualidad, parece haber conjugado con éxito ambas vertientes en la flamante Doctor Sueño (2019) que viene a cerrar la grieta con inteligentes decisiones creativas. No podía esperarse menos de Flanagan cuyos antecedentes hablan por sí solos (Ausencia, Oculus, Somnia: antes de despertar, Ouija: el origen del mal, Hush, El juego de Gerald y la sensacional serie de Netflix La maldición de Hill House).

La verdad que 2/3 de Doctor Sueño, la película, no genera mucho en un espectador fogueado en estas lides. La trama es bastante genérica y se cuece a fuego lento lo que a la larga deja como saldo una duración de 151 minutos quizás demasiado excesiva para lo que se está contando. Ewan McGregor como Danny está muy contenido por lo que desde lo actoral las palmas se las lleva la villana Rose que, interpretada por la carismática actriz sueca Rebecca Ferguson, luce desatada por completo (en modo cristinista podríamos decir). Las particulares características de la tribu nómade que lidera Rose no disimula analogías de la mitología vampírica. Y de hecho hay quienes han trazado una línea directa entre Doctor Sueño y la obra maestra de Kathryn Bigelow Cuando cae la oscuridad (Near dark, 1987). La historia levanta un poco a partir de la irrupción de la niña Abra Stone (buena actuación de Kyliegh Curran) en la hasta ese entonces algo rutinaria existencia de Danny. La película toma a estos escasos personajes y los enfrenta en varias escenas violentas donde se aprecia el buen hacer de Flanagan en la elaboración de climas y la introducción de algunas vueltas de tuerca módicamente ingeniosas. Hasta aquí, sin ser ninguna maravilla, la adaptación del realizador aprueba sin sobresalir. Pero Flanagan se reservaba lo mejor para el clímax, un auténtico show de horror que le rinde pleitesía al filme de 1980 sin por eso dejar de ser creativo desde su concepción estética.

Podrá parecer desmesurada la cantidad de referencias, guiños y recreaciones de distintos momentos de la película de Kubrick, pero no cabe dudas que están utilizadas con criterio y coherencia. Flanagan entrega su trabajo más inspirado en ese último acto, y no deja afuera ningún aspecto esencial del original para que el fan service -que se rumoreaba desde mucho antes del estreno- alcance su máximo gozo y esplendor. Doctor Sueño no es original y no sorprende demasiado, pero esas rémoras no deben minimizar la notable factura técnica de un thriller de una eficacia apabullante.